Carmen Facal, la hermana de una víctima de ETA: «Ya he perdonado»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

CEDIDA POR LA FAMILIA

Hija de cormeláns y criada en el País Vasco, vive a pocos kilómetros de la asesina

10 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El reciente anuncio de la disolución de ETA también tiene ecos en la Costa da Morte. Por la primera víctima de la banda, el guardia malpicán José Antonio Pardines, asesinado hace casi 50 años justos (se cumplirán en junio) en un pueblo de Burgos. Por la segunda de la zona, el porteño Manuel Lemus Noya, policía local en Santurce, de cuya muerte se cumplieron en abril 40 años. Y por la tercera, Ángel Facal Soto, a quien Idoia López Riaño, La Trigresa, disparó en la cabeza tras bajarse de una moto el 26 de febrero de 1985, cuando comía un bocadillo frente al bar Náutico, en la avenida de Euskadi del barrio de Trintxerpe, en Pasajes (Guipúzcoa). Tenía 42 años, estaba soltero y era hijo de padre y madre de Corme (y enterrados en esta localidad) que, como otros muchos vecinos, habían emigrado al País Vasco.

Ángel, Gelín, era uno de los cinco hermanos de aquella familia que se dedicó al negocio de los remolcadores. Solo queda Carmen, que creció en esa zona emigrante, con fuerte presencia de Galicia, y que lleva años viviendo en Fuenterrabía. «A Idoia ya la perdoné», señala. Y eso que siente rabia porque, antes de salir de la cárcel, las únicas víctimas que reconoció como tales fueron un francés y su hermano, «y del resto dijo que cumplía órdenes». Fue una de las terroristas más sanguinarias, si es que pueden medirse estas cosas. Lleva un año libre, tras pasar 23 en la cárcel, curiosamente con 23 víctimas a sus espaldas. A Ángel lo acusaron de traficante, cuando en realidad solo se había metido en trapicheos. De él dijo hace unos años su hermana que no fue más que un pobre hombre que tuvo mala suerte, y que le pudo tocar a él como a otro cualquiera.

Idoia vive ahora a unos 12 kilómetros de Carmen, en Rentería. Los tiempos son otros. «La banda se ha acabado porque no tenía nada que hacer ya, a estas alturas. Vivimos muy tranquilos». Hay quien no se cree el anuncio. «Nosotros sí lo creemos, pero es que ya estaban acabados». Asegura que su perdón, que también ha manifestado públicamente en un vídeo que en su día grabó el Gobierno vasco, se debe a que «no se puede vivir con rencor».

Carmen asegura que en el País Vasco se vive bien: «Esto funciona. La educación, la sanidad, la Seguridad Social... Esto es bueno». Pese a que la violencia ha desaparecido, hay quien denuncia que el acoso sigue existiendo. «Posiblemente, pero en pueblos como el nuestro no lo vivimos. Y además, nosotros nos hemos hecho respetar, por el deporte [su marido e hijos han destacado mucho en el motor] y por la empresa».

Visitas a Galicia

Pese a que ya no está en Trintxerpe, va por allí de vez en cuando, donde aún quedan muchos jubilados originarios de la zona. A Corme también ha venido en varias ocasiones. La última, hace tres años, y este verano espera volver a hacerlo.

Una familia plagada de éxitos deportivos

Carmen Facal está casada con Andrés Vilariño, un campeón del motor, toda una figura en el país Vasco y en el deporte nacional, que sigue en la brecha, y son padres de Ander, que también destaca especialmente, lo mismo que su hermana, Ángela. El currículo apabulla. Entre los tres suman 14 títulos europeos en diversas especialidades y una medalla olímpica, entre otros muchos galardones. Muchos de esos logros pueden consultarse en Vilariño Motorsport, la empresa familiar. Andrés fue un año «Persona popular con mejor imagen de Euskadi». Son una familia muy especial en el País Vasco, por lo que han sufrido, conseguido, y por los múltiples reconocimientos. «Pero el alma máter es Mari Carmen -explica-, todo esto se lo debemos a ella», dice el piloto de su esposa, porque quiere que, además de que se sepa por lo que ha pasado, también que se reconozca el valor y la importancia de su mujer en todos los éxitos. «Como marido, le debo el 99 % de lo que he hecho», explica.