«Atopar os petróglifos de Corme foi do máis emocionante da miña carreira»

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

Ana Garcia

Carballesa de Vilela, la arqueóloga Patricia Mañana considera que el turismo puede dar una nueva vida al patrimonio

17 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Patricia Mañana Borrazás todavía recuerda aquella impresión que sintió de niña al tomar conciencia de que en su aldea, San Miguel de Vilela (Carballo), había un castro. «Souben que non era só un nome, senón unha aldea de hai 2.000 anos», evoca. La marcó tanto que acabó estudiando Historia en Santiago, del 93 al 97. Vive en Compostela desde hace 20 años y nació en A Coruña (1975), pero se siente carballesa. Es en Vilela, la tierra de su madre, abuela, bisabuela..., donde ahora arregla una casa.

La carrera le brindó a Patricia emociones tempranas. Tenía 21 o 22 años y aún se estaba acabando de formar cuando, en su primera gran experiencia de campo, un trabajo personal y académicamente dirigido por Felipe Criado, recaló en Corme. Año 1997. Se sabía que allí había elementos como la Pedra da Serpe o un par de castros catalogados por Antón Casal, pero hasta el momento nada más. La prospección implicó «patearme todo o que era accesible». Sus padres le ayudaban «poñendo o coche e dándome a comida» y recuerda agradecida cómo amigas, primas y una cuñada se turnaban para acompañarla «e así non andaba eu soa polo monte». Hasta compañeros que andaban a vueltas con trabajos similares se acercaron. También la gente de Corme le brindó colaboración: «Sempre me trataron moi ben». Muchos hablaban de ‘pedras escritas’.

«Leiras e camiños estaban mestas de toxos», detalla. Los abordaba con su brújula, su cámara de carrete, su mapa, su cuaderno y su escala hecha a mano. Lo conserva todo. Tras días de trabajo, en uno de esos periplos, llegó la recompensa. «Ía con miña prima, cruzóusenos unha cóbrega, saltamos cara onde non había toxo e alí estaba...»: la estación de petroglifos de A Fieiteira. «Foi un dos momentos máis emocionantes da miña vida como arqueóloga, da miña carreira, que comezaba. Caéuseme o corazón. ¡Son impresionantes! O outro gran descubrimento foi o do Petón da Campaíña». Llegado el momento de defender su trabajo, se quedó el tribunal impresionado «polo tipo de motivos e por que aparecen tantos rexistros nunha zona ata entón baleira de petróglifos». Fue ella la responsable de su primer conocimiento desde el ámbito arqueológico.

Aquellas investigaciones en Corme guardaban relación con las obras del parque eólico que iba a instalarse, y que hoy está levantado. «Unha liña de aeroxeneradores ía enriba dos petróglifos, así que houbo unha negociación forte para que non lles afectara. Fixemos un traballo de control e aínda apareceu algún elemento máis».

Trabajo de base

Tras el descubrimiento empezó a colaborar con el profesor Manuel Santos, especialista en arte rupestre, para la identificación de los motivos: él atribuye algunos a la Idade de Ferro. Juntos publicaron en el 2002 un artículo en la revista Gallaecia. Todo está disponible en Internet, porque otra pata clave, dice, es la difusión: «Para todo o patrimonio fai falta traballar de base: escolas, veciños... Unha cousa que non se coñece, non se aprecia e non se quere conservar. O patrimonio non o é ata que non o valoramos entre todos».

Una vez que terminó Historia, Patricia empezó a trabajar en un grupo de investigación de la USC y después del CSIC, con becas y contratos hasta el 2015. Ahí desarrolló su trabajo más profesional especializándose en el megalitismo y en la aplicación de la tecnología al estudio del patrimonio: dirigió intervenciones arqueológicas (una de las últimas, en el yacimiento de Guidoiro Areoso, en A Illa), prospecciones, hizo seguimiento de otras públicas... Hasta diciembre, por un año, trabajó en el Museo de Bergantiños carballés como técnica, a través de una beca de la Diputación para contratar personal de turismo. Acabó encantada: «Vivir da arqueoloxía é difícil, sobre todo nestes tempos nos que inversión pública e privada baixaron. O turismo é unha rama na que o patrimonio pode ter unha nova vida, sempre se que se trate con coidado. Por iso estou agradecida, no caso de Corme, tanto ao Concello como a colectivos como A Rula polas visitas que organizan, a divulgación...». Al margen de cursos a través del CSIC y de la Universidad de Alicante, como profesora, retomará ahora con un compañero, Alejandro Güimil, el proyecto que tenían en manos: una empresa especializada en la aplicación de nuevas tecnologías a la localización y conocimiento del patrimonio. En unos días dará una charla en Ortigueira: allí fue su primera dirección arqueológica. Han pasado 17 años y conserva intacta la misma ilusión.