«Antes tardaba uns quince minutos en ir a Ponteceso, agora fareino en tres»

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

Ana García

Alivio y alegría entre los vecinos de Anllóns tras la reapertura al tráfico rodado de A Ponte da Garga

22 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Jesús Amado Allo tiene 53 años y es residente «de toda a vida» de la parroquia de Anllóns. Ayer, antes de la ansiada reapertura al tráfico rodado de A Ponte da Garga, ya tenía su vehículo enfilado hacia el puente, bloqueado únicamente por una valla metálica de obra. Junto a él, una decena de residentes del lugar, deseosos de volver a cruzar esta emblemática infraestructura de principios del XIX: «Eu fareino pola tarde», dijo sonriendo una mujer.

Jesús Amado quiso ser el primero en comprobar la resistencia de la infraestructura tras el arduo trabajo de consolidación efectuado en los últimos tres meses y medio. Jesús Amado estaba exultante: «Antes tiña que dar un rodeo de case sete quilómetros». Y añadió: «Tardaba uns quince minutos en ir a Ponteceso, agora fareino coma antes, nuns tres minutos».

Sobre el resultado de las obras, este vecino de Anllóns estaba muy satisfecho: «Gústame moito como quedou, sobre todo, a varanda, é preciosa», relató, mientras recordaba sus tiempos de crío en los que zarandeaba el viejo pasamanos. Sobre la una y cuarto de la tarde, el presidente de la Diputación, Valentín González Formoso; el alcalde de Ponteceso, Lois García Carballido; y el responsable del área de Patrimonio, Xosé Regueira, ejercieron de improvisados empleados de la construcción y retiraron la valla metálica. Jesús Amado arrancó su coche y muy despacio se metió en el puente. Se hizo el silencio. Al acabar de atravesarlo, el primer conductor en cruzar la infraestructura en 19 meses y 10 días levantó el dedo pulgar de su mano derecha en señal de aprobación: «Pobra superada», soltó entonces el presidente de la Diputación. En la misma plataforma se habló del proyecto de reforma y acondicionamiento del puente. Un vecino solicitó que había que limitar el peso máximo de los vehículos para evitar futuros problemas: «Por aquí pasaba o camión do lixo e se non o coidamos volverá a ceder todo». El encargado de ejecutar la obra tranquilizó a los presentes: «Hicimos pruebas de carga con 30 toneladas de peso y la estructura aguantó muy bien. No hay problema», garantizando así la estabilidad del puente.

Por su parte, el edil de Obras, José Manuel Pose, explicó de forma sencilla los pormenores de los trabajos: «Non foi, dende o punto de vista construtivo, unha actuación complexa. O que si foi complicado e o apuntalamento do piar central. Houbo que introducir o cemento a través de embudes e pequenos tubos porque as pedras estaban suxeitas con terra. Iso supoñía un risco de novos desprendementos e houbo que actuar con moito coidado». Pose también alabó la obra: «Quedou moi ben». También hubo que estabilizar la cimentación, reparar los huecos y grietas, colocar tirantes de acero para atar y reformar el pilar central. Y para colmo, el río iba ayer bien de caudal, ofreciendo una estampa perfecta en un entorno privilegiado.

Tirón de orejas a la Xunta por no implicarse en la financiación

Hasta A Ponte da Garga acudieron representantes políticos de todo símbolo, menos del PP. Además del presidente de la Diputación, Valentín González Formoso, y el responsable del área de Patrimonio, Xosé Regueira; y el alcalde de Ponteceso, Lois García Carballido, acudieron los parlamentarios Ricardo García Mira y Loli Toja, los ediles José Manuel Pose (APIN), Carlos Penedo Casmartiño (BNG), Isabel Vuelta y José Luis Pena (PSOE).

Y el que más y el que menos aprovechó la ocasión para criticar a la Xunta, en concreto, a la Dirección Xeral de Patrimonio, por su escaso, por no decir nulo, apoyo a la obra: «A experiencia da Ponte da Garga debe servir de exemplo de que o patrimonio hai que coidalo, e ante unha emerxencia, todas as Administracións deben implicarse, especialmente as que teñen competencia na materia», dijo Formoso, quien alabó «o humilde papel da Deputación, que sempre está a carón dos concellos, aínda que, neste caso, non teña competencias en patrimonio histórico, e tivera que detraer fondos doutras partidas».

García Carballido fue más allá en sus críticas: «A Xunta só contratou o proxecto. Quedaralle sempre esa vergoña de que non quixo axudar na restauración da Garga. Se non fose pola Deputación ese proxecto sería papel mollado e a ponte seguiría caendo».

Sobre la posibilidad de pedir la declaración BIC, Carlos Penedo se mostró pesimista: «Podemos propoñer a Patrimonio esa posibilidad, pero creo que a ponte non reúne as características necesarias para ser un BIC». Xosé Regueira cree que esa catalogación no resolvería el problema: «Na provincia hai moitos elementos BIC que non reciben un euro de financiamento e atopanse en estado de abandono».