El lento ocaso de un genuino manjar

Brais Capelán CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

JOSE MANUEL CASAL

Restaurantes de toda España recibían hace decenios las recogidas que se realizaban en el Anllóns pontecesán

12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hai cincuenta anos collíase a caldeiros. No transporte de Corme á Coruña, a xente levaba uns 50 o 60 para vender no Muro». Así se trabajaba hace décadas la recogida de angulas en Ponteceso. Lo explica José Manuel Pose Verdes, uno de los impulsores de la desaparecida Festa da Angula. Eran otros tiempos. Mejores. Sin embargo, estas semanas se han vuelto a dar las condiciones perfectas para la recogida de esta especie: prolifera los días anteriores y posteriores a la luna nueva y cuando hay temporal. No lo quisieron desaprovechar ocho personas, que pese a estar prohibida su recogida se arriesgaron y el Seprona los sorprendió con 150 crías de anguilas.

El 2 de febrero se cumplieron seis años de la prohibición de extracción angulas en los ríos gallegos. Poco se notó en Ponteceso, donde solo medio centenar de personas seguían buscando en la desembocadura del Anllóns los escasos ejemplares que quedaban. No se sabe bien la causa exacta de la escasez, aunque se apunta a la sobreexplotación o a la «contaminación do Anllóns, aínda que hai que dicir que hoxe está moito mellor que hai vinte anos», tal y como señala Pose Verdes. Pese a todo, el punto de inflexión data del año 2000, cuando se comenzó a notar un descenso de esta especie, que también se llegó a extraer en Cabana, Seiruga, Malpica, O Ézaro o Lires, en Cee. «Os noventa foi unha época de apoxeo. Moita xente de Ponteceso ía ao río a por angulas. Os que máis, xente nova. Case todos os mozos facían este duro traballo, xa que era un medio de subsistencia», apunta Pose Verdes. El precio medio hace casi tres decenios rondaba los 200 euros el kilo, mientras que ahora va de 1.500 a 2.000.

Uno de los principales destinos de los alevines de anguilas del Anllóns era el Muro coruñés. Desde allí se nutría una gran red de restaurante de toda España, que ofrecían en sus menús este plato como un delicioso y exclusivo manjar. Todas las partes de beneficiaban, pero sobre el horizonte planeaba ya el fantasma de la escasez y los trueiros cada vez se llenaban menos. Durante seis años se llegó a celebrar en Ponteceso la Festa da Angula. Fue entre 1994 y 1999. De la organización se encargaba la asociación cultural Río Anllóns, que hizo con unas cocinas especiales para esta cita anual. «Daquela, a xente que viña xa era de fóra e eran persoas cun alto poder adquisitivo», rememora Pose Verdes, que recuerda que se llegaban a cobrar 2.000 pesetas por ración: «Naqueles anos, eran cartos de abondo».

Mercado asiático

Desde el comienzo del siglo XXI se produjo un lento ocaso de la recogida de este manjar en Ponteceso. En el 2011 se ponía fin a décadas de explotación, aunque no tuvo gran incidencia en Ponteceso. Desde entonces, es ilegal extraer del agua alevines de anguilas, aunque los furtivos -como quedó constatado esta semana- continúan al acecho. Se debe, en gran medida, al gran valor comercial que tiene la angula en el mercado asiático. Fuentes de la Guardia Civil aseguran que los furtivos venden sus capturas a un intermediario, que a su vez hace lo propio con compradores asiáticos. China, como mercado emergente y pudiente, es el destino que más importa.