La mercancía llegó a flotar en bajos de Ponteceso, O Ézaro y Baio

La Voz

PONTECESO

Las pérdias a las que se enfrentan particulares y empresarios son elevadas

31 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de Carballo o Ponteceso, el punto de la comarca con el que más se cebaron las inundaciones de las últimas horas fueron las localidades de O Ézaro (Dumbría) y Baio. En ambas localidades hay autónomos que cuentan los daños por muchos miles de euros y los negocios tardarán muchos días en recuperar la normalidad.

En Dumbría, la causa, en palabras del concejal y jefe de Protección Civil de Dumbría, Raúl González, hay que buscarla en la que muchos bajos están al nivel del mar y las peores horas de la tormenta coincidieron con la marea llena. Muchos vecinos ya disponen de sus propias bombas de achique pero en algunos casos o no se activaron a tiempo o no fueron suficientes. De ahí que el Concello tuviese que echar mano de las suyas y de un tractor cisterna. El resultado han sido las peores inundaciones que se recuerdan en el pueblo, al nivel como mínimo de las de 1994. Quienes las sufrieron más directamente, además de edificios públicos como el centro de salud (ayer cerrado porque no había consultas) y el centro social, fueron los negocios de hostelería. Situados prácticamente todos al pie de la playa, vieron como el agua y el barro se mezclaban con el mobiliario y la mercancía.

Como explicó uno de los damnificados, en su caso, el problema fue doble porque el agua se les coló también por la terraza. «Quedamos sen a cociña e sen parte do almacén. Hai que renovar todo e xa vai pola terceira vez. Da última, que foron mil e pico euros, o seguro xa non se fixo cargo porque é auga que entra de fóra», se queja el hostelero, que atribuye parte del problema a que los desagües del alcantarillado se llena de arena e impiden una evacuación hacia el mar. Como él cerca de una decena de vecinos se toparon con la parte baja de sus viviendas anegada de lodo. Del otro lado, la cascada lució una imagen espectacular.

En el centro de Baio los dueños de varios establecimientos tuvieron que luchar durante la jornada para achicar el agua que llenó sus sótanos. En la cervecería Río Grande, Martín Fuentes, valora los daños entre 4.000 y 5.000 euros. Un congelador, el motor de la bomba de la cerveza, papel y muchos otros enseres los tiene perdidos, como ya le sucedió hace poco más de un mes.