Mercedes, palilleira de excepción en el parador de Muxía a sus 96 años

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

LUCITA FIGUEROA

Trabaja con la almohada a diario y desde muy niña. Nacida en Cereixo y casada en Ozón, en 1998 ya había ganado el premio Antonio Fraguas

23 may 2023 . Actualizado a las 20:31 h.

María Mercedes Rodríguez Miñones es, si no la palilleira en activo más veterana de la Costa da Morte (y de Galicia), sin duda una de las que más. A sus 96 años coge la almohada a diario para elaborar «de todo», explica. Manteles, tapetes, complementos... Así que lleva 90 años, o tal vez más, con esta labor artesana que tanto identifica a la Costa da Morte. El domingo lo demostró en vivo en uno de los lugares que ahora también es insignia del turismo comarcal: el Parador Costa da Morte de Muxía. Durante bastantes minutos acompañó a su hija, Lucita Figueroa, que es quien está habitualmente en la zona de acceso del hotel (y en O Ézaro, en época estival) para goce y asombro de huéspedes y visitantes. Por la labor, por la edad, y por lo bien que se desenvuelve a esos años. Ahora tiene que usar gafas. «Opereime de cataratas dos dous ollos, así que non vexo moi ben», explicaba ayer. Y con las manos, lo mismo: «A man dereita, miña galana. A outra, pouquiño a pouco. Xa non é como cando un é novo», añade. Palilla porque lo ha hecho siempre, desde que aprendió en Tufións (Cereixo, Vimianzo), y después en Ozón (Muxía), para donde se casó. «Ademais de que sei facelo, gústame», asegura. «Cando se sente algo mal, di que se vai poñer a palillar para ter algo de solás», cuenta la hija.

LUCITA FIGUEROA

Siempre ha tenido maestría con los encajes. Hace 25 años ganó el certamen de artesanía Antonio Fraguas, con un camiño de mesa, que pudo verse entonces expuesto en el castillo de Vimianzo junto a la veintena de obras que se habían seleccionado. Coincidía en la muestra con un trabajo de su hija Lucita, una colcha de encaje. Más recientemente, hace 20 años, las palilleiras de Ozón habían seleccionado a Mercedes para elaborar un tú y yo, un mantel de desayuno de encaje con el modelo de puntilla de maravilla, para ofrecérselo al aún príncipe Felipe y a Letizia como regalo de bodas.

Mercedes dice que volverá al parador, en el que ya había estado de visita. El edificio la impresiona: «Aquí gastaron moitos cartos, non se fixo con dous patacóns».