«Todo el mundo tiene un lugar al que siempre volver, y el mío es Muxía»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

ANA GARCÍA

El abogado Cecilio Madero, un enamorado de la Costa da Morte, acaba de fichar por un bufete internacional. Es un ex alto funcionario de la UE

06 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«La zona de la Costa da Morte no me gusta mucho. Llueve y el agua está muy fría». Esta frase, pronunciada por un compañero de trabajo que estaba casado con una gallega, le bastó a Cecilio Madero (Toledo, 1956) para coger a su familia y emprender rumbo a Muxía en búsqueda de «algo auténtico». Eso fue en el 2004, dos años después del Prestige, y el tormentoso trayecto hasta la villa de la Barca hizo que su mujer entonase el «Nunca máis» a la idea de regresar en ocasiones futuras. Sin embargo, la localidad les encandiló de tal forma que desde entonces han vuelto todos los años e incluso se han hecho con una propiedad allí.

Madero, madrileño de nacimiento, pero manchego de crianza, es abogado por la Universidad Complutense de Madrid y trabajó durante 34 años en la Dirección General de Competencia y Antimonopolio de la Comisión Europea, formando parte de esos «primeros funcionarios comunitarios tras el ingreso de España en la Unión». Su labor en el área de defensa de la competencia le llevó a estar envuelto en algunas de las investigaciones más relevantes de los últimos tiempos contra las grandes tecnológicas, investigaciones que se saldaron con multas multimillonarias de la Unión Europea a gigantes como Intel, Microsoft o la poderosísima Google.

A finales del 2020 se retiró tras verse envuelto en una polémica por una carta en la que pedía la dimisión del presidente del Gobierno por su gestión de la crisis sanitaria. Recientemente se conoció su fichaje por el bufete de abogados internacional Clifford Chance y el próximo mes de septiembre se unirá a la sede que este tiene en Bruselas.

-Anuncian su fichaje como si de una estrella del fútbol se tratase.

-Sí [se ríe]. En septiembre me reincorporo y ahora me estoy tomando un tiempo antes de volver a las corbatas. Me estoy dando un baño de Costa da Morte.

-¿Lo del baño es literal?

-¡Sí! Me miran como a un ovni, pero me baño.

-¿Lo añorará cuando esté de vuelta en Bélgica?

-Hasta ahora venía siempre en verano, pero desde que me retiré [de la UE] vine más a menudo: estuve en enero, en marzo, ahora... Cuando deje de venir con la misma frecuencia será difícil.

-¿Qué es Muxía?

-Muxía es mucho más que lo que se dice de ella. Es cultura y es una forma de ver la vida. Empezamos a venir en el 2004 casi de casualidad y en parte por esos 40 grados a la sombra que hace en la Mancha en los meses de calor. Buscábamos algo auténtico y ahora ya no concebimos un verano sin venir aquí. Hasta nos hemos decidido a comprar [vivienda] para tener un enganche con Muxía.

ANA GARCÍA

-Después de 17 años habrá hecho amistades.

-Es que su mayor secreto es la gente. Este pequeño pueblo concentra a muchos artistas y tiene un ambiente muy cultural, pero el tronco es la gente local.

Mi hija, que vive y trabaja en París y tiene un marido francés, quiso casarse en la Barca. Los invitados describieron esto como un paraíso»

-¿Qué tal el gallego?

-Hablo muchos idiomas, pero todavía no me he atrevido con el gallego. Me gusta que me lo hablen, eso sí, porque es una forma de entrar en contacto.

-¿Y su familia, siente la misma conexión con esta zona?

-Sí, de hecho mis hijos se han implicado muchísimo. La pequeña, que vive y trabaja en París y que tiene un marido francés, decidió casarse en la Barca, nada menos. Fue hace dos años y acabamos la velada en A Torre de Laxe. Recuerdo que fue un día espléndido y que los invitados se marcharon convencidos de que esto era un paraíso.

-Pero debe usted guardar el secreto, no vaya a masificarse.

-Eso es algo que me ha dicho ya alguna gente de por aquí [ríe]. He vivido toda la vida fuera y viajado mucho por trabajo. Todo el mundo tiene un sitio al que siempre quiere volver, y el mío es Muxía.

-La Barca ya no es lo que era, tras el incendio de 2013.

-Fue un auténtico drama. La Barca va mucho más allá de lo religioso y muchos muxiáns hablan de ella casi con veneración.

-¿Cómo describiría a los gallegos?

-Diría que Galicia tiene su propia personalidad y que el gallego es muy autóctono, pero no necesita ser excluyente con otros territorios ni estar dando la murga todo el tiempo. Por eso es tan fácil abrazar esta zona.

-¿Qué tal se lleva con la retranca?

-Pues fíjese, cuando llegué aquí me dijeron que en un día claro se podían ver las agujas de la catedral desde el Monte Facho. Evidentemente me tomaron el pelo [se ríe], pero me encantó el lugar y es definitivamente un sitio que merece la pena visitar.

-¿Y qué hay de la gastronomía?

-Aquí pegas una patada a una piedra y salen cuatro o cinco sitios muy buenos para comer. La calidad, el cuidado del producto... ¡Y el precio!

-¿Ha cambiado mucho Muxía en estos diecisiete años?

-Diría que he visto una evolución, pero que la esencia sigue siendo la misma. En este tiempo he ido viendo como triunfaba el Camiño, por ejemplo. Yo nunca lo he hecho, aunque practico mucha bicicleta.

-¿Lee usted la prensa?

-Sí, por mi trabajo estoy muy atento a los medios de comunicación y he de decir que soy un lector diario de La Voz de Galicia. Me gusta cuando las cosas se hacen bien y cuando hay cabida para cuestiones tan diversas.