Jesús María Barrientos, de Muxía: «Con tan só seis anos fun traballar para a casa dun labrador moi duro»

Melissa Rodríguez
Melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

Ana Garcia

Personas con historia | Fue niño yuntero, emprendedor, político y nunca le viró a la cara a la vida

05 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Jesús María Barrientos Antelo (Añobres-Moraime-Muxía, 1945) fue el primer alcalde de la democracia en Muxía, donde mandó durante un decenio. También albañil de prestigio con su empresa, con el mismo nombre. Desde muy pequeño fue muy trabajador. «Con tan só seis anos fun traballar para a casa dun labrador moi duro», recordaba ayer, toda vez que ya está jubilado. Su infancia fue realmente cruel.

Su padre se marchó a trabajar a Buenos Aires cuando él tenía cinco años y allí se quedó toda la vida. Su madre, tenía muy pocos medios, cuenta. Así fue cómo sus dos hermanos y él tuvieron que ayudar a la economía familiar con una edad muy temprana. En su caso, creció en una casa de labranza en la que el dueño no tenía niños, de modo que «non sabía como tratalos». Por este motivo, Jesús nunca se llegó a sentir bien allí. Además, era sometido a una desmesurada carga de trabajo para su temprana edad: «Era como un tractoriño pequeno: cortaba a herba, coidaba de seis vacas e un cabalo...». Pero lo que más le dolía, sin duda alguna, era ver todas las mañanas, a la hora del desayuno, a los niños como él jugando en la rampa enfrente de su casa: «Caíanme as lágrimas ao chan porque sabía que eu nunca ía estar así». Pudo ir a la escuela, pero de aquella manera: «Se a profesora era máis amiga do meu amo, tanto daba se chegaba unha hora ou dúas tarde. O colexio duraba tres horas...».

Barrientos fue creciendo y empezó a hacer algún trabajo a mayores los domingos. Incluso esas propinas se las daba a su madre. A cambio, cuando salía de fiesta, algo que confiesa que le gustaba mucho, esta le daba cinco pesos que aún le cundían para una taza de vino y una cerveza: «Eu quería saír e ir ás mozas como os outros». Incluso esto lo hizo siendo muy joven.

Con catorce años empezó a trabajar como albañil para una empresa de su zona: «Foi o que máis me gustou, tanto o traballo como o xefe». Luego se fue a la mili y, a la vuelta, montó su propio negocio: «Tiña ós obreiros todos na seguridade social e tiven moito traballo. Eramos unha familia. Agora cando se xubilan, todos me din que iso lles valeu de algo e é do que máis contento estou».

Lo que no se imaginaba este muxián es que a los veinte y pocos años se iba a tener que enfrentar su propia madre por una mujer: «Cando me casei foi un martirio porque miña nai non me quería á muller que coñecín dándome clases [solo le llevaba cuatro años]. Non era mala, pero moi rosmona. Empezaba a berrar ás dez da mañá e botaba así ata a noite. Non durmín en tres meses. Buscáballe defectos por todas partes, e todo porque ela quería emparellarme coa filla dunha veciña coa que se levaba moi ben. Eu casei e listo, o que quixo vir á voda veu e o que non, non», recuerda tiempo después. Tuvo cuatro hijos: dos mujeres y dos varones.

Jesús era un ligón en su época: «Tiven moitas mozas e moi bonitas, pero era pobre, e as familias sempre me rexeitaban». Reconoce que en su primer matrimonio fue «medio gamberrote», lo que le costó el divorcio. No obstante, con 61 años volvió a contraer matrimonio y está muy contento con su día a día: «Comemos todos xuntos... Os coidados que eu teño non os cambio polos do rei de España!», presume. Recorre durante muchas horas al día Muxía, repasa las obras que se hacen en el concello, y también le dedica mucho tiempo a la huerta y a los animales. Tiene un caballo y le encanta plantar flores y frutas con su mujer. Un tema actual que le preocupa es la crisis del coronavirus: «Téñolle moito medo e iso que non son medorento, pero isto vai acabar con nós moralmente, de saúde e economicamente. A segunda onda está sendo peor ca primeira», lamenta.

«Operáronme a vida ou morte. Estiven 63 días na uci e un ano no hospital»

Jesús María sabe bien lo que es estar mal de salud. En el año 2008 sufrió un ictus que le hizo estar 63 días en la uci y un año en el hospital: «Estando alí, deume un ataque de meninxite. Non había maneira de que me baixara a febre, nin estando entre bloques de xeo! Operáronme a vida ou morte e aquí estou», relata.

La política ocupó un lugar importante en la vida de este hombre. Coalición Popular o el PSOE fueron algunos de los partidos en los que militó. Con 32 años empezó con unos vecinos de su edad un período «ilusionante» en las Cámaras Agrarias. En las primeras elecciones democráticas en Muxía se presentó a la alcaldía y arrasó. «Quería cambiar cousas que non vía ben e cambieinas todas», comenta. Las actuaciones realizadas en educación, salud, fuerzas de seguridad y el sector de la pesca son las que él más destaca. Se basó en las vivencias propias para hacer mejores políticas: «Miña nai estaba mala e mandoume ir ó médico. Este deume un papel cos medicamentos a mercar e díxome que llo levara ó Concello para que mo firmaran e así puidera mercar o necesario sen ter que pagar. Non mo asinaron. Cando entrei de alcalde, mirei o padrón de beneficencia e vin que os máis ricos do pobo eran os que collían os medicamentos gratis. Cambieino para que a ninguén lle faltaran as menciñas».

Lo mismo hizo con las fuentes, de las que ahora escribió el libro Fontes rumorosas do Concello de Muxía con su hija Mercedes: «As mulleres pobres enfadábanse polo mal que estaban as súas fontes en comparación coas dos ricos para poder coller auga e lavar a roupa. Fómolas reparando, 45, e incluso eu fixen de arquitecto, director de obra e demais».