La excavación de Moraime muestra restos de construcciones romanas

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

Los arqueólogos encontraron muros, cerámica, una pieza de bronce y más tumbas

30 oct 2018 . Actualizado a las 23:13 h.

Las últimas semanas eran solo restos cerámicos aparecidos entre los escombros de excavaciones anteriores los que hablaban del pasado romano de Moraime. Como elementos móviles que son siempre invitan a un análisis prudente de cuál pudo ser su verdadero origen. Pero ahora ya se puede hablar de algo bien distinto: verdaderos restos de construcciones de esa época, en torno a los primeros siglos de nuestra era.

El equipo de AXA Arqueoloxía, que realiza las prospecciones por encargo de la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural, se ha topado con ese hallazgo verdaderamente relevante en la que han denominado cata número cinco. Este sondaje, de dos por dos metros -los otros son de seis por dos- resulta especialmente importante para los técnicos. Se ubica en la zona en la que, según las imágenes históricas conservadas, no excavó Manuel Chamoso Lamas en 1972. De ahí que quepa suponer que este muro romano con derrumbe, que fue lo que encontraron junto a más cerámica: sigilata y de ánfora, no sufre las mismas alteraciones que la parte que ya fue intervenida y luego rellenada con tierra.

En cualquier caso, este no es el único hallazgo digno de mención que han realizado los arqueólogos en los últimos días, porque, tal como presuponían el viernes, ayer mismo confirmaban que en la segunda de las catas hay cuatro tumbas excavadas en el sustrato y delimitadas con paredes de piedra. Una evidencia más de que Moraime ha sido lugar de enterramiento durante épocas históricas muy diferentes. De hecho, lo sigue siendo hoy mismo con el cementerio parroquial.

Al margen de estos descubrimientos, que no dejan de llamar la atención por su elevado número en una cuadrícula de terreno tan pequeña, también han aparecido otros elementos más de detalle, como una pequeña figura de bronce, ya alterada por el paso del tiempo, y que seguramente dará pie para un estudio más pormenorizado de su origen, uso y significado.

Sin embargo, entre lo que queda por intervenir, las mayores esperanzas están puestas en la cata más próxima al palomar de la rectoral, casi en el límite de la parcela, y las perspectivas iniciales son buenas. Lo son porque en esa zona, sin llegar aún a los niveles que pretenden alcanzar los arqueólogos, ya encontraron un fragmento de sigilata, la característica cerámica romana. Se trata de un buen comienzo porque lo que aspiran a localizar son los restos del hipocausto, el sistema de calefacción de la villa romana de la que habla Chamoso Lamas en sus escritos recogidos en el número 4 del Noticiario Arqueológico Hispánico de 1976.

Esta sería, en palabras del jefe del equipo de arqueólogos, Emilio Ramil, la prueba definitiva de que no se estaría hablando de un asentamiento menor, sino de una villa verdaderamente importante. Habitualmente el contar o no con estos sistemas, junto con la existencia de mosaicos -que en este caso no los hay o al menos nadie ha encontrado indicios de ellos- son los elementos que se emplean para calibrar la importancia de la villa.

A partir de ahí queda otra cuestión igualmente crucial: datar la fuente monumental que tan bien se ha conservado y que está llamada a ser el emblema del yacimiento. Las tumbas que hay junto a ella tienen la clave para determinar si es romana o medieval.

Los hallazgos alimentan las esperanzas de que salga adelante una puesta en valor

Los resultados que están dando las excavaciones de Moraime son seguidos bastante de cerca por distintos representantes de la cultura de la zona, hasta el punto de que ya hay voces reclamando actuaciones similares para otros lugares emblemáticos de la zona.

En cualquier caso, lo que resulta indudable es que suponen un espaldarazo para el objetivo final que es el desarrollo de un proyecto mucho más ambiciones que estas catas y que persigue poner en valor todo el yacimiento, incluso como campo de prácticas para los futuros estudiantes de arqueología.

El alcalde, Félix Porto, reflexionaba esta semana en Radio Voz sobre los pasos dados. «Imos con retraso, pero o primeiro era saber exactamente o que había alí. A partir de aí virá a outra parte que é moito máis ambiciosa», señala el regidor, que recordaba el compromiso de la Deputación para ayudar a financiar la idea y como la Cea do Infante sirvió como espoleta reivindicativa para que se atendiesen las demandas.