El santuario de A Barca de Muxía sufre otro robo con motosierra

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

ALVELA

Los delincuentes hicieron en la puerta un corte igual al de diciembre del año pasado

19 oct 2018 . Actualizado a las 08:05 h.

Cualquier muxián que pasase ayer por el lateral del santuario de Nosa Señora da Virxe da Barca podía sentirse presa de un déjà vu. El mismo recorte en la puerta de madera de unos 50 por 50 centímetros, las mismas marcas de motosierra y las mismas cintas de la Policía Local daban pistas de lo ocurrido de madrugada en el interior del templo: un robo calcado al que se produjo el 22 de diciembre del año pasado.

La única diferencia, por buscar alguna, es que como explicaba ayer a mediodía el párroco, Manuel Liñeiro, «desta vez non cortaron tan dereitos». En efecto, si se comparan los trazos de la sierra mecánica sobre la madera, con los que presenta la puerta anterior, todavía visible en un solar próximo, dentro de los muros de la rectoral, se puede ver que las líneas de corte no son tan perfectas, pero poco les falta para resultar calcadas, porque todo indica que cumplieron el mismo objetivo, el de permitir que una o más personas se colasen en el interior de la iglesia.

Por si los paralelismos resultasen poco llamativos, lo observado tanto por el propio cura como por la Policía Local dentro llama todavía más la atención, por él o los delincuentes demostraron una pericia más bien nula si de lo que se trataba era de lograr el botín más sustancioso posible. De hecho, mientras se afanaron para reventar algunas cajas de los cepillos dejaron sin desvalijar otras que o ya estaban abiertas o las que se podía acceder con un esfuerzo mínimo. Por ejemplo, en la del Rosario -que tiene un uso más o menos asiduo porque aún hay misa todos los días aprovechando la afluencia de peregrinos- o en la destinada a Cáritas no se llevaron el dinero. Incluso dejaron monedas de euro y algún billete de cinco a los que se podía llegar sin un esfuerzo especial.

Como explicaban ayer fuentes policiales, llegaron a apalancar, con un destornillador o alguna herramienta similar, un cajón de madera bastante gruesa que, en realidad estaba sin el bombín de la cerradura. «Podían abrilo con meter o dedo polo burato e tirar, pero non, o que fixeron foi apancar e non lles abriu porque a madeira é bastante gorda», detallaban estas fuentes, sorprendidas por tan torpe manera de proceder.

Se da la circunstancia de que además del robo de diciembre se produjo otro el pasado 10 de enero y, solo dos semanas después, el 27 la unidad de policía judicial de la Guardia Civil de Noia detuvo en la localidad a siete miembros de un mismo clan al que se le imputaron un total de 33 robos de diversos tipos y en la información policial al respecto entre ellos figuraba uno en A Barca de Muxía.

El párroco recordaba ayer que tuvo que desplazarse a Noia para declarar por lo sucedido y que le dijeron que podría ser llamado con posterioridad por un juez, aunque hasta la fecha eso no ha ocurrido. Lo que sí le llegó por otras fuentes, porque tiene conocidos en la comarca barbanzana, es que hace aproximadamente unos 15 días parte de las personas a las que se acusaba por robar en el santuario muxián habían quedado en libertad. Circunstancia que le parece especialmente llamativa aunque hasta el momento, al margen de la manera de actuar prácticamente calcada no existe evidencia alguna -y el religioso tampoco lo afirma- de que se tratase de las mismas personas.

Crecen las voces que relacionan los asaltos con la escasez de patrullas policiales

«Ti imaxínate. Se a patrulla está en Fisterra, por poñer un exemplo, son 30 e pico quilómetros», se quejaba ayer un muxián a cuenta de lo sucedido en el santuario. Una voz que no es única en la localidad ni, en general, en todo el rural de la zona. Algunos hosteleros criticaban exactamente lo mismo la semana pasada, cuando fueron asaltados dos locales por parte de aluniceros que desvalijaron las máquinas tragaperras y las cajas registradoras.

La escasez de efectivos implica que, sobre todo durante las noches, varios concellos de una misma comarca o incluso de más estén cubiertos de manera directa por una sola patrulla de la Guardia Civil. Tanto algunos hosteleros como incluso miembros de las fuerzas de seguridad consideran que los delincuentes conocen esta información hasta el punto de que saben con qué tiempo cuentan aproximadamente para actuar con un riesgo mínimo de ser alcanzados por los agentes. De ahí que se adentren en zonas a salvo hasta hace nada.