«Víñaseme o barco enriba: ou afogaba, ou me esmagaba ou conseguía saír»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

JOSE MANUEL CASAL

¿Volver a nacer? El marinero José Manuel Villar sabe algo de eso: el 8 de octubre de 1991 sobrevivió a un naufragio que conmocionó Muxía, el de La Xana

07 oct 2018 . Actualizado a las 23:23 h.

Era un 8 de octubre, recién inaugurados los noventa. Una noche en la que salir al mar pedía cautela y precaución. El pesquero muradano La Xana y sus ocho tripulantes volvían a tierra cuando, en mitad de la madrugada, un golpe contra las rocas truncaba su travesía. La mañana siguiente los restos del pesquero aparecieron esparcidos por la Punta da Barca y cinco marineros perecieron en un naufragio que conmocionó Muxía. José Manuel Villar, de Canduas, es uno de los afortunados que pudo vivir para contarlo.

Rozando los treinta, y con cierta experiencia en cabina, un «sexto sentido» le mantuvo inquieto y sin capaz de pegar ojo durante la noche del trágico suceso. «Levanteime un pouco antes do accidente, xa sería o instinto, que me tiña alerta. Aos dez minutos ou cuarto de hora sentín un golpe fortísimo. A partir de aí xa era todo auga, o motor apagouse e non houbo maneira de facer nada», explica el propio marinero, todavía en activo.

Desconoce por qué motivo el barco fue directo a las rocas, puesto que el motor seguía en marcha y él mismo intentó una maniobra de marcha atrás, pero no hubo forma: «Nunha hora, ou menos, non quedou nada do barco». Villar cree que todo ser humano tiene un «instinto de supervivencia» por el que hay que guiarse, aunque muchas veces contradiga lo racional: «Os primeiros en falecer foron os que colleron a balsa [salvavidas]. Os barcos tenden a escorar despois de chocar, polo que lles dixen que se agarraran a un costado do barco, á varanda, xa que con cada golpe de mar a auga achegábanos máis ás pedras e esa era a única maneira que tiñamos de saír».

En un momento dado perdieron a dos de los marineros que todavía permanecían agarrados al pesquero: «Non sei se porque saltaron máis cara á popa, porque pensaron que as pedras estaban máis preto, ou porque, ao levar aínda a roupa de augas, iso lles restou mobilidade, pero non se deron salvado», relata Villar, que solo se soltó de la embarcación cuando el casco se deshizo por completo y el puente, al recuperar su posición vertical, se le venía encima y podía aplastarle.

«Os outros rapaces estaban preto das pedras e saltaron con facilidade. Eu, ao ver que o barco se me viña enriba, deixeime ir cara a abaixo: ou me esmagaba, ou afogaba, ou saía dela. O barco escachou enriba da miña cabeza, só que as pedras debían ter algún saínte, e foi o que amorteceu. Non contaba saír dela, porque xa me batera moitísima auga, pero vin claridade e tirei para arriba. Batín contra as pedras, cheas de mexillóns, que me desfixeron as costas e os pés. Quedei cos ósos dos dedos ao descuberto. Finalmente, non sei como, saín dela». Estremecedor, sin duda.

Se comentó en su día que el navío podía tener algún tipo de vía de agua, que sería el desencadenante del fatal suceso: «Se o barco tivese algún fallo ou unha vía de auga, fose ou non fose eu o capitán, tería impedido que saísemos ao mar, que ningún queremos morrer de boa vontade», dice Villar, tajante. Siempre habrá quien, «levados pola dor», busquen culpables o responsables de este trágico accidente.

Al mes o mes y algo volvió al mar, aunque no sin penurias. Todavía no había logrado curarse de las heridas causadas en su cuerpo, más el pesar por las cinco vidas que el mar se había llevado ante sus ojos pesaban mucho más. «Se esperaba máis comezaría a darlle á cabeza, e daquela non había moitas máis posibilidades. Era novo, estaba casado e tiña unha filla. Tiña que darlles de comer, pero non me sentía cómodo naquel barco ao que volvín, que era da mesma empresa. Levaba un mes e non curara as feridas, pero a xente que perdeu aos seus, tampouco curara».

El primer día de vuelta lo recuerda durísimo, si antes del accidente coger las maletas y embarcarse no suponía problema ninguno para él, La Xana marcó un punto de inflexión.

Desde entonces trabajó unos años por el litoral e incluso tuvo barco propio con un compañero coruñés, pero la complicada situación pesquera les llevó a tomar la decisión de desguazarlo y desde hace seis años trabaja por la costa francesa en un barco de Viveiro. «Catro mareas: 28 días no mar. E despois sete na casa».

Dentro de poco se jubilará, aunque su nieta, de cuatro años, no está muy conforme: «Se non vas aos peixiños non me traes regalos», le dice la pequeña. Y Villar, loco por pasar tiempo con ella. «A ver se me afago á terra».

Así sucedieron los hechos

NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 8 de octubre | El casco del navío apareció hecho pedazos en los bajos del Moador, en la Punta da Barca, ante la estupefacción de vecinos y curiosos. Tres marineros lograron salvar la vida al ser arrastrados por un golpe de mar contra las rocas, aunque poco pudieron hacer por sus compañeros.
NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 8 de octubre | El casco del navío apareció hecho pedazos en los bajos del Moador, en la Punta da Barca, ante la estupefacción de vecinos y curiosos. Tres marineros lograron salvar la vida al ser arrastrados por un golpe de mar contra las rocas, aunque poco pudieron hacer por sus compañeros. Jose Manuel Casal

8 de octubre: Desconcierto al aparecer el navío hecho pedazos

El casco del barco aparecía el 8 de octubre (1991) hecho trizas en los bajos de Moador, en la Punta da Barca, ante la estupefacción de vecinos y curiosos.

NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 9 de Octubre | Vecinos, familiares, autoridades y hasta el propio párroco se sumaron a las labores de búsqueda. En la imagen, cadena humana para intentar traer a tierra el aparejo del barco.
NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 9 de Octubre | Vecinos, familiares, autoridades y hasta el propio párroco se sumaron a las labores de búsqueda. En la imagen, cadena humana para intentar traer a tierra el aparejo del barco. Jose Manuel Casal

9 de octubre: Colaboración en la búsqueda de los marineros

Familiares, autoridades, vecinos y hasta el propio párroco se sumaron a las labores de búsqueda. En la imagen, cadena humana para arrastrar el aparejo del barco.

NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 10 de Octubre | Apenas dos días después del naufragio aparecían a dos millas al sur del Santuario de la Barca los cuerpos sin vida de dos de los cinco tripulantes desaparecidos en el hundimiento.
NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 10 de Octubre | Apenas dos días después del naufragio aparecían a dos millas al sur del Santuario de la Barca los cuerpos sin vida de dos de los cinco tripulantes desaparecidos en el hundimiento. Jose Manuel Casal

10 de octubre: Son hallados los dos primeros cadáveres

A dos millas del santuario aparecían, apenas un par de jornadas después del fatal suceso, los cuerpos sin vida de dos de los tripulantes desaparecidos.

NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 10 de Noviembre | Coincidiendo con el aniversario del hundimiento del Serpent se celebró en Camariñas un funeral por los marineros perecidos en el mar en uno de los meses más trágicos que se recuerdan.
NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 10 de Noviembre | Coincidiendo con el aniversario del hundimiento del Serpent se celebró en Camariñas un funeral por los marineros perecidos en el mar en uno de los meses más trágicos que se recuerdan. Jose Manuel Casal

10 de octubre: Multitudinario y sentido funeral en Camariñas

Coincidiendo con el aniversario del hundimiento del Serpent se celebró en Camariñas un emotivo funeral por todos los trabajadores perecidos en el mar.

NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 17 de Octubre | No se equivocaban mucho los marineros al afirmar que, lo que el mar no había mostrado en los dos primeros días, lo devolvería pasados ocho o nueve. Así fue. Junto al espigón del puerto de Muxía.
NAUFRAGIO DE «LA XANA» | 17 de Octubre | No se equivocaban mucho los marineros al afirmar que, lo que el mar no había mostrado en los dos primeros días, lo devolvería pasados ocho o nueve. Así fue. Junto al espigón del puerto de Muxía. Xesus Bua

17 de octubre: Encuentran a la tercera víctima del hundimiento

Junto al espigón del puerto de Muxía, y pasados los nueve días de rigor de los que tanto hablan los conocedores del mar, aparecía la tercera víctima mortal.