La búsqueda de la gran ola se torna en experiencia ambiental

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

XESÚS BÚA

Axi Muniain y los surfistas que lo acompañan se toparon en Moreira con un calderón y otros restos del mar

15 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La presencia en la Costa da Morte del surfista vasco Axi Muniain, invitado por APTCM y acompañado a diario por grandes aficionados locales, como el muxián Felipe Sar, no para de deparar sorpresas, y no solo en lo deportivo, sino más bien en lo que tiene su visita de proyección exterior, ya que los pasos del campeón de Zarautz los siguen miles de personas alrededor de todo el mundo. De ahí que sus impresiones sobre los parajes, las playas o las olas de la comarca se conviertan en un perfecto escaparate de la zona, más que nada porque el deportista extremo, de 35 años, se está mostrando encantado con todo lo que se encuentra a su paso. «De vuelta como por casa. Qué bueno volver a este mágico lugar y reencontrarme con la buena gente que conocí», le transmitía el martes a las decenas de miles de aficionados que lo siguen a través de las redes sociales.

El sábado, Muniain estuvo acompañado por otro gran campeón de nivel mundial, el alemán Sebastian Steudtner. El domingo lo dedicaron a lo que denominan checking, básicamente rastrear todo el litoral en búsqueda de algún pico nuevo, alguna buena ola poco o nada conocida que introducir en su circuito, y luego en el de otros muchos detrás. El lunes y el martes tocó ruta y baños por Lires (Cee) y Muxía, fundamentalmente, donde repitieron ayer, con sorpresa inesperada.

Como explica Felipe Sar, gran conocedor del mar y del surf, particularmente de los recursos que ofrece la Costa da Morte, le hizo de anfitrión en la visita a la playa de Moreira, donde no apareció la gran ola -las condiciones del mar propiciadas por el temporal aún no daban para tanto- pero sí se toparon con un calderón común o ballena piloto, Globicephala macrorhynchus, varado en la línea de la marea. El propio Muniain lo comparó con su tabla que mide más de tres metros y el animal los superaba de largo, con lo que calculan que medirá en torno a cuatro.

«Mordedura de marraxo»

«Tiña unha mordedura á altura da galada no lado dereito, probablemente dunha quenlla ou dun marraxo, pero ten máis pinta de marraxo», detalla Sar, quien cree que debe llevar muy poco tiempo muerto, debido a que no desprendía olor y tampoco acusaba la putrefacción habitual que delata el paso de los días. Es más, probablemente llegase con la crecida de la noche anterior.

No fue el único hallazgo curioso, porque en la misma playa de cantos rodados también encontraron un fardo de caucho de unos 80 por 80 centímetros, que hoy en día se puede considerar poco más que un residuo marino. No obstante, no hace tantos años los marineros locales suspiraban por un hallazgo así. Este producto, aunque a simple vista tenga el aspecto de un fardo como los que utilizan los narcotraficantes para introducir hachís desde Marruecos o cocaína desde Sudamérica, es la materia prima de los neumáticos y de otros muchos enseres de uso cotidiano. Por tanto, cuenta con múltiples aplicaciones en el mundo de la pesca y, en situaciones de gran carestía material, como la que se vivía en la zona hasta no hace tanto, suponía un auténtico regalo para quien se lo encontraba, al que le arreglaba el mes.

Ahora bien, el objetivo fundamental del viaje de Muiain es surfear una ola gigante y dejar constancia de ello, que a eso se dedica. Particularmente una de Corme, que llevan persiguiendo todos estos días, aunque la jornada decisiva es la de hoy. De hecho, en las últimas horas ya habían pensado en aplazar el reto, porque depende de la fuerza del temporal y de unas condiciones meteorológicas muy concretas. Sin embargo, la última intención de ayer era intentarlo. La maquinaria está en marcha y hay gente que viene de Francia, Marruecos, Portugal y el País Vasco, entre lugares, a propósito para esto, incluso cogiendo vuelos o con auténticas kilometradas por carretera. Y es que una empresa de este calado implica algo más que una tabla de surf y la genialidad de Muniain. Se necesitan motos de agua y todo un equipo de profesionales para domar el temporal y, con suerte, la ola.