Se trata de una especie invasora que puede resultar muy dañina para el ecosistema
29 jul 2017 . Actualizado a las 09:05 h.«Tiña visto así algún por aí, pero catro en fila india, nunca, así que supoño que ten que haber moitos máis», explica Carlos Pérez Vidal, un pescador aficionado de Muxía que la semana pasada se topó con este grupo de visones americanos en Touriñán, en una zona costera rocosa. «Fun pescar o venres e atopeinos, pareceume moi rechamante, e teñen que ser visóns americanos seguro -europeos non son dende logo- porque non hai outro animal co que se poidan confundir, único a lontra [nutria en castellano], pero as lontras son o dobre de grandes», detalla.
«Adáptanse moi ben ao mar e fan moito dano, porque por aquí é zona de caza e comen coellos, ratos, de todo», señala Carlos, que lo define como «un animal moi dañino» ya que no es propio de estas tierras y se considera una especie invasora.
Estas impresiones así por encima del pescador muxián las constata en buena medida el veterinario corcubionés Francisco Javier Lema Fuentes, gran conocedor del territorio y muy aficionado al estudio de los animales, particularmente del lobo, pero de los ecosistemas en su conjunto. «Sí que hay muchos y por todas partes. Tienen sentido que se vean así unos cuantos juntos porque paren sobre abril-mayo y es lógico que puedan andar por ahí con las crías» explica Lema, quien incide en se trata de animales con una capacidad reproductora muy elevada, aunque no cree que en el medio natural -distinto es lo que ocurre en las granjas- puedan criar más de una o dos veces por año. «Es mucho más voraz que la nutria y come un poco de todo: crustáceos, nidos... Son omnívoros», añade.
La impresión de Lema, aún sin conocer el caso en concreto y sin tener ocasión, lógicamente, de ver estos ejemplares; es que se pueda tratar de animales descendientes de los que fueron liberados en varias granjas gallegas en los años 2005 y 2006. No necesariamente, a su juicio, se tuvieron que producir nuevas sueltas o fugas. De hecho, aunque hubo varias explotaciones de este tipo por el entorno, ahora no se trata de un negocio que esté precisamente en auge en la comarca.
La alta capacidad invasiva de esta especie, según analiza Lema Fuentes, le viene dada «porque apenas tiene competidores» en esta zona, salvo la nutria, que carece de esa capacidad colonizadora. Tampoco hay pestes ni grandes enfermedades que le afecten y los depredadores a los que están sometidos son muy limitados, «lo único algunas aves rapaces, tipo azor o así que pueden cogerle las crías cuando son pequeñas», dice.
El veterinario compara el caso con el de la avispa asiática, en boca de todos en los últimos años y también este verano, en el que la proliferación de nidos por la comarca está siendo muy elevada. «Las especies cuando encuentran un niño nuevo, si se adaptan bien, se expanden rápidamente hasta que el propio entorno va creando sus propios mecanismos de control de las poblaciones», especifica.
Lo que no ha visto nunca Lema por la Costa da Morte, o al menos no se ha dado cuenta de ello, es un visón europeo. «Eso es como el urogallo. Se trata de una de las especies más amenazadas de extinción que tenemos. Además, son difíciles de identificar porque solo se distinguen por una rayita blanca que tienen y aunque lo viese pensaría que es un visón americano y ni me fijaría».
La situación para la variante europea es verdaderamente dramática según señalan los especialistas en la materia, que calculan -es difícil saber con certeza- que hay unos 500 ejemplares en toda Europa. De hecho, uno de las principales amenazas que tiene, aparte de las destrucción de sus hábitats, algún común a todas las especies amenazadas, es la competencia del propio visón americano, introducido por la industria peletera y que, según algunos especialistas habría que eliminar del medio natural europeo.