Almodóvar construye su cine con «cicatrices» de Muxía

MUXÍA

Adriana Ugarte, protagonista de la cinta en el papel de Julieta juega con un perro durante un descanso y Pedro Almodóvar besa a Pía Lago, fan del cineasta desde el comienzo de su carrera en los 80.
Adriana Ugarte, protagonista de la cinta en el papel de Julieta juega con un perro durante un descanso y Pedro Almodóvar besa a Pía Lago, fan del cineasta desde el comienzo de su carrera en los 80.

El director manchego ha encontrado en las piedras de la Punta da Barca el marco ideal para su nuevo drama

13 jun 2015 . Actualizado a las 09:46 h.

Julieta (Adriana Ugarte) llega a Muxía con las cenizas de su marido fallecido, pescador de profesión, y las esparce sobre el mar en el entorno del santuario da Virxe da Barca. No se trata de un spoiler malintencionado ni de ninguna deducción sesuda sobre el contenido de Silencio. Es su propio director, el oscarizado Pedro Almodóvar, quien lo explica resguardado del viento contra el muro posterior de la rectoral de A Barca.

Con la misma naturalidad que en una charla de café y con idéntica amabilidad a la que utiliza para posar con sus admiradores, la firma más reconocible del cine español explica porque eligió Muxía, un lugar del que, según su productora, Esther García, quedó «enamorado» nada más verlo.

«Este entorno es subyugador», dice el manchego, que entrelaza el significado visual que le encuentra a las piedras con el relato dramático de su obra. Las rocas de la Punta da Barca tienen para él «una fuerza telúrica impresionante y están llenas de cicatrices producto del feroz combate que mantiene con el mar y con el viento desde hace muchísimo tiempo». Esas grietas, que Almodóvar señala con los dedos y esa misma lucha es la que ve en sus personajes, particularmente en Julieta, aunque tampoco entre en muchos más detalles, porque, como es lógico, tampoco se trata de destripar la película sin siquiera haberla filmado.

Lo que sí deja claro el director, activista militante en un buen número de causas sociales, es que estos son prácticamente los últimos exteriores que rueda. Le quedan «una visita a los Pirineos de Huesca en Julio» y el resto ya es trabajo de estudio.

De hecho, hoy mismo abandonan Galicia y dejan atrás «una gente maravillosa en todos los lados», como incide el autor, que únicamente pone la pega de «no tener algún día más de sol», aunque se lo compensan mucho de los ambientes que ha conseguido recrear.

Concretamente en Muxía, «quería rodar así un plano más idílico con un barquito al fondo» pero el mar no estaba para eso y también se ha quedado sin la posibilidad de ver a Adriana Ugarte y a Inma Cuesta, que la acompaña en ese momento tan simbólico de esparcir las cenizas, «desde el mar, porque te da otra perspectiva distinta de la habitual», como señala. Tenían embarcaciones preparadas para ello, pero al final desistieron de hacerlo, al igual que cambiaron de escenario sobre la marcha, porque el inicialmente previsto era al pie de la Pedra de Abalar y se trasladaron a una zona más próxima al faro. «Algo habitual cuando trabajas en la naturaleza, que nunca sabes lo que te vas a encontrar», según detalla el cineasta mundialmente reconocido, que también agradece «el deporte que se hace saltando entre estas piedras».

Y es que el set de rodaje de ayer, por el que, además de las actrices, se movían decenas de técnicos del selecto equipo con el que trabaja Almodóvar, era eminentemente pétreo, irregular y con la espuma levantada por las olas acariciando cada dos por tres las lentes de los carísimos equipos de grabación.

Con todo, y a pesar del ritmo de trabajo constante solo interrumpido para reponer fuerzas sobre la marcha -con la empanada local que tanto le gustó a Adriana Ugarte- el director encontró tiempo para sus fans, que había muchos entre las decenas de curiosos y el amplio dispositivo de Protección Civil, la Policía Local y la Guardia Civil. Sobre todo con la polifacética hostelera Pía Lago, que le regaló una imagen de San Andrés de Teixido y volvió con un ejemplar firmado de Patty Diphusa, una obra clave en la eclosión de la literatura homosexual entre finales de los 80 y principios de los 90.

De aquella época o incluso antes, cuando Almodóvar hacía cómics contraculturales como El Víbora viene la admiración de Pía, que llevaba puesta la blusa diseñada por Francis Montesinos para el vestuario de Matador y que no podía ocultar su emoción. «Non fun quen de durmir en toda a noite e agora vou ir tomar unhas birras para celebralo», aseguraba Lago, después de charlar un momento con Almodóvar en pleno rodaje.