La Barca de Muxía gana en fluidez, con menos acampadas

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

Un grupo de romeros hacía «abalar» la Pedra en la tarde de ayer.
Un grupo de romeros hacía «abalar» la Pedra en la tarde de ayer. ALVELA< / span>

La verbena y los actos religiosos aguantan su tirón multitudinario

09 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La Romería da Barca de Muxía es la más grande, pero ayer un poco menos que otros años. Por lo menos, en los campistas, en número inferior a lo habitual. En el monte de O Corpiño y sus alrededores había espacios verdes, libres de tiendas, zonas por las que se podía andar sin problemas, y no en procesión, como otras veces. Esa es la parte buena, la fluidez que, sin embargo, no se apreciaba en la adecuación de los precios. Así, la instalación de la tienda se cobraba a 35 euros, y el aparcamiento, a diez. Son cifras altas, hace años que no son baratas, pero algunos visitantes se quejan de que, salvo excepciones, no hay contrapartidas, y las duchas son mangueras. Aunque el caso de los precios no es aislado: en algunos bares pedían siete euros por la cajetilla de tabaco, precios europeos.

Pero, salvo esta diferencia campista a la baja, la Barca es mucha Barca. La asistencia a la verbena de la noche del vienes fue masiva. La de las misas de ayer, especialmente la de las 20.00, lo mismo. Por la mañana hubo momentos en los que el acceso viario sufrió los atascos de costumbre. La Pedra de Abalar sigue sonando y retumbando, pero hay que hacerlo bien, pisando abajo, con ritmo y cadencia. La de Os Cadrís mantiene su función de túnel incesante de humanos, curadora de dolores óseos. Fue mejor por la tarde, porque antes del mediodía el calor era sofocante, y después se encapotó. Los puestos de todo tipo abarrotan el pueblo, y aunque los organizadores tratan de recuperar el viejo espíritu romero, sigue habiendo quien hace más ruido del que debería. Los baños, una vez más, son insuficientes.

Hoy será el día grande de la Barca, con el programa habitual. La misa, a las 12.30, en el santuario. Después, la bajada de la Virgen a la iglesia, la traca del puerto dos horas más tarde, el baile... Y el ambiente de siempre, excepcional, en una celebración declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.