«Las dificultades son acicates»

Nacho Mirás Fole

MUXÍA

Dice que la crisis ayuda a visualizar a los que llevan años yendo a la contra

02 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Consuela escuchar que las puñaladas urbanísticas que desangran a Galicia pueden tener cura, que el tiempo de exprimir el paisaje ha pasado. Carlos Quintáns Eiras (Senande-Muxía, 1962) es uno de esos arquitectos que usan el lápiz para acariciar el paisaje, no para clavarlo en él.

-Seguro que la crisis del ladrillo no viene acompañada de crisis de creatividad...

-Siempre he pensado que las dificultades son acicates. Las crisis son dolorosas, pero son buenas porque te fuerzan a hacer cosas. La crisis también permite visualizarnos a aquellos que estábamos teniendo una actitud distinta. Desde el punto de vista educativo, este momento es especial.

-¿Pero no resulta frustrante proyectar y no poder construir?

-Depende. A lo mejor, antes se estaban construyendo cosas que no valían la pena.

-Tienen fama de ser profesionales caros...

-Algunos arquitectos. Cuando te compras un coche, que puede tener una franja de vida de unos diez años, ¿cuánto tiempo dedicas a pensar qué coche te vas a comprar? Posiblemente, una décima parte del tiempo que va a durar. Tu vivienda es la mayor inversión de toda tu vida. Tiene una duración mínima de cincuenta años. Deberías dedicarle a pensarla, por lo menos, tanto tiempo como al coche. No tiene sentido buscar el mejor médico, el mejor concesionario de coches y , sin embargo, un arquitecto que te diga a todo que sí, que no te ayude a razonar y que se limite a ver cómo puedes legalizar la obra y ya. Un arquitecto no tiene por qué ser más caro.

-Difícil encontrar un alcalde que no quiera trascender con una gran obra pública, haga o no haga falta...

-Alcaldes y otros políticos. La gente es cada vez más consciente de que hay cosas que no es necesario hacer. Hay que saber explicar dónde se gasta el dinero y dónde no. Cada uno debe saber dónde está la rentabilidad política, pero no se puede gastar el dinero inútilmente.

-Alguien como usted, que crea, que racionaliza, ¿no sufre viendo cómo está Galicia?

-Se puede arreglar. Pero hay que ver esto como una guerra. O, como dijo Manolo Rivas, es un pueblo que se está matando a sí mismo. Pero sí tiene remedio.

-¿Metiendo la pala?

-Hay que derribar muchas cosas, evidentemente, pero tiene que haber un momento en el que se pare la destrucción. Puedes barrer la casa cuando no la estás ensuciando al mismo tiempo. Una vez que paremos de ensuciar, podremos barrer. Al margen de la pala, habrá situaciones en las cuales una cierta destrucción pueda generar un buen remedio. Lo que no entiendo es que haya quien saque rentabilidad política permitiendo la destrucción del país.

-Pero se derriba poco, ¿no? Salen sentencias, pero se ejecutan pocas...

-Es cierto que se habla de edificios que son muy dañinos y que se deben tirar. Pero, posiblemente, son dañinas piezas mucho más pequeñas sobre las que no hay sentencias. Es necesario derribar; ahora bien: se están produciendo derribos en lugares donde no eran necesarios. Lo reciente sí que conviene derribarlo, y cuanto antes; hay que dar muestras de salud. Pero, insisto, aquello que, si se derriba, mejora significativamente el lugar. ¿Qué se ganó tirando el chiringuito de la playa de Mera?

-¿Qué parte de culpa tienen los arquitectos en las barbaridades urbanísticas?

-Muchas veces es el estimulador del daño. Pero es como si vas a un médico que tiene un pésimo historial. Cuando alguien va a hablar con el arquitecto ya sabe con quién trata, sus obras están a la vista.

-¿La salida profesional pasa por emigrar?

-En España estamos muy bien formados, por eso un arquitecto español está muy bien valorado en cualquier parte del mundo. Pero la profesión tiene más salidas que únicamente la construcción.