La aventura vital de una redera malpicana a la que el Prestige le trajo el amor
MALPICA DE BERGANTIÑOS
Personas con historia | La atadora malpicana Begoña Pérez Veres es auxiliar de enfermería y fue brigadista contra incendios
20 jul 2023 . Actualizado a las 13:20 h.«Ao acabar a escola era coser ou atar. Escollín os aparellos». María Begoña Pérez Veres (Malpica, 1971) tenía 15 años y sigue siendo redera, pero también ha sido miembro de una brigada contraincendios y auxiliar de enfermería y ha vivido en Las Palmas, Madrid y Lalín. Toda esa trayectoria vital comenzó en el 2002. «No Prestige coñecín a meu home na praia de Seiruga. El viña de Canarias», explica. El palmense es ingeniero técnico de montes y trabajaba para Tragsa. A causa de la marea negra lo trasladaron a Malpica. Begoña también trabajaba en la limpieza y se encontraron por primera vez en diciembre. En marzo, comenzaron a salir, pero el romance duró poco en tierras malpicanas. No llegó al verano.
Hubo que seguir la relación a distancia. Venía a Galicia cuando podía previo paso por Madrid, donde vivía parte de su familia. Llegó un punto en que solo quedaban dos opciones: «Ou deixar a relación ou irme con el. Fun para aló e punto».
Begoña seguía siendo redera y decidió buscar una ocupación en la que pudiera emplear sus conocimientos. «Fomos pedir traballo para min a unha piscifactoría moi importante. Precisaban xente para manter as redes que poñían sobre os tanques. Cando viron que o currículo era o meu botáronse a rir. Está claro que alí as mulleres non fan ese traballo. Estaba segura de que non me chamarían e non o fixeron», explica.
Cerrada la vía de un empleo acorde con sus capacidades, Begoña Pérez, buscó otra cosa. Empezó con la asistencia a domicilio, pero sus cuentas nunca daban con las de la empresa que la tenía empleada. Cuanto más trabajaba menos cobraba. «Nunca sabía o que me correspondía», dice. Lo dejó, pero encontró que esa podía ser una buena salida laboral y se puso a estudiar. Se matriculó en el ciclo de Auxiliar de Enfermería en el instituto Isabel de España de Las Palmas. Cuando todavía estaba a medias a su pareja le salió un trabajo en Madrid y ella se quedó sola en Gran Canaria, a acabando el curso.
Residencia y AVE
Al terminar, se fue vivir a casa de su suegra y encontró trabajo en una residencia de Colmenar Viejo, hasta que a él lo mandaron a Lalín, a las obras del AVE. Fue entonces cuando decidieron casarse. Precisamente, ayer estaban de aniversario y tenían previsto celebrarlo con una cena el fin de semana.
Después, vinieron dos años de desempleo compartido que vivieron en Madrid, intentando reducir al mínimo los gastos arropados por la familia de él, aunque ella hizo los veranos en una residencia pública de Colmenar Viejo. Tras este período, regresó a Galicia, a Xinzo de Limia. Para entonces la pareja ya tenía a sus dos hijos y Begoña se había instalado en casa de su madre en Malpica, a donde iba su esposo todos los fines de semana. A donde no lo siguió fue a Arabia. Él encontró trabajo en el AVE de Medina a la Meca. «Xa non quixen ir. El dicíame que fose, que estaba moi ben, pero esa xente dábame moito respecto e sobre todo na terra deles», dice.
Explica Begoña que si ha podido hacer todo esto con su vida ha sido por el gran apoyo que ha tenido de su familia, especialmente de su hermano, que se ocupa de cuidar de sus hijos cuando ella trabaja.
También reconoce que apenas conocer un hogar propio en tantos años ha sido solo «regular», aunque no parece que la hayan estresado excesivamente las sucesivas mudanzas. Recuerda la primera, a Gran Canaria y que durante la operación perdió varias cajas. «Non había nada importante nelas, o importante eu sempre o levo comigo», dice.
«Nun incendio, coa adrenalina non tes medo e bates canto podes»
Begoña era una estudiante regular y cuando terminó la EGB ni se planteó continuar estudiando. Su madre no se lo hubiera permitido tampoco. La mujer ya se había sacrificado mucho por sus hermanos. «Gustábame moito o baile», dice la redera como argumento para haber empezado a trabajar en cuanto acabó la enseñanza obligatoria.
Quien le enseño el oficio fue Adriana Reigía, con la que continúa trabajando. Durante un tiempo, aparcó las redes para ser parte de una brigada de incendios. En el período que ella estuvo en ese puesto era la única mujer, pero nunca tuvo ningún problema por ello. Recuerda haber participado en la extinción de fuegos forestales relativamente importantes, especialmente uno en Muxía. «Nun incendio, coa adrenalina non tes medo e bates canto podes», explica. Reconoce que al final de la jornada terminaba bastante cansada, pero también explica que en muchas ocasiones el trabajo se limitaba a la limpieza del monte, a labores de prevención».
El trabajo de Begoña mantiene ahora a la familia atada a Malpica. Las rederas del cerco deben estar siempre preparadas para reparar los aparejos porque las tripulaciones no pueden perder un día de mar. Ahora mismo, van algo más desahogadas porque buena parte de la flota ha estado en el Cantábrico pescando anchoa, lo que les ha permitido sacar de delante trabajo que tenían atrasado, pero resulta difícil saber cuándo serán requeridos sus servicios porque dependen de los avatares del mar. Ayer tenían una gran red de la nave que probablemente les ocuparía varios días. Esta dificultad para cuadrar días de vacaciones es una de las quejas del marido de Begoña. Este año quiere pasar la Navidad en Las Palmas.