Gloria Carril: «Meu pai estivo no cárcere por roxo e cada dous días levabámoslle comida á prisión da Coruña»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

Ana García

Personas con historia | «A Lugrís recórdoo como un home moi correcto, educado e agradable», dice esta malpicana, que guarda en el que fue su negocio familiar numerosa documentación sobre los últimos ochenta años de historia. Es una apasionada coleccionista, pinta y hace todo tipo de manualidades. Además, recorrió toda España con el Imserso y visitó varios países europeos: «Viaxar fíxome moi feliz», asegura

15 jul 2022 . Actualizado a las 00:49 h.

En el bajo de su casa, en donde hoy atesora un valiosísimo testimonio documental de los últimos ochenta años, solían juntarse antaño las principales autoridades de Malpica. Tanto era así, que el médico Pedro Lema le asignó el sobrenombre de A Checa, en alusión al lugar en el que se reunía la oligarquía rusa. Este local se llamaba en realidad bar Cadeiro y cuando cerró, hace treinta años, era probablemente uno de los negocios más antiguos de Malpica. Nieta de taberneros e hija de taberneros, Gloria Carril fue la última en regentarlo y aunque echó el cierre hace más de tres decenios —por enfermedad— todavía lo conserva casi tal cual estaba.

Gloria, que va camino de los 89, nació en el 1933, al filo de estallar la guerra. No recuerda demasiado del conflicto, ya que era muy pequeña, pero sí tiene grabado el momento en el que encarcelaron por motivos políticos a su padre. Era rojo, explica, como toda la familia: «Naquel momento era o tenente de alcalde do Concello e as xentes de dereitas, que había moitas en Malpica, quixeron facerse con terreos baldíos, pero el non lles deixou e metérono no cárcere, onde estivo tres anos e un día. Correu mellor sorte que outros moitos, aos que mataron a tiros ou que tiveron que marchar para Francia. Nós daquela xa tiñamos o negocio e levabámoslle cada dous días a comida á Coruña, porque a que lle daban no cárcere non lle gustaba nada».

Ana García

Gloria estuvo interna en la Compañía de María, pero no quiso seguir estudiando, así que aprendió costura con una prima suya que era modista y que vivía unos metros más abajo, junto a la playa. También recibió clases particulares de una maestra ourensana que le enseñó «todo o que sabía» hasta que cumplió los 18 y se dedicó a hacer «vida de moza». «Axudaba na taberna e limpaba a parte de arriba, onde dabamos aloxamento, pero o negocio levábano os meus pais e as empregadas. Eu daquela ía aos bailes, paseaba, baixaba á praia e buscaba mozo a ver se algún me quería», bromea. No tardó en encontrarlo: un guardia que pasaba por A Checa a «tomar os viños», pero con el que no empezó a cartearse hasta que este se fue de Malpica para convertirse en telegrafista, primero en Muxía y luego en Corme.

«Comezamos a escribirnos como amigos, aos catro anos casamos e despois tivemos dúas fillas. El tivera dous irmáns e a súa nai, que era viúva, pasárao moi mal para sacalos adiante, así que el ao principio quería un só fillo. Pero eu, como non tiven irmáns, non quería ter só un, así que ao final convencino», relata la mujer, que vivió con su familia durante 22 años en A Coruña, regresando tiempo después a Malpica para regentar la taberna con su padre una vez este se quedó viudo. «Seguimos dando viños e tapas ata que me puxen mala dos bronquios e tivemos que pechar», cuenta Gloria, que de entre todas las personalidades que pudo atender en el bar, recuerda con especial cariño a Urbano Lugrís, un hombre «moi correcto, educado, simpático e agradable».

Ana García

Cuando se retiró aprendió a hacer todo tipo de manualidades y organizó la documentación que durante años había ido reuniendo: postales, recortes de periódico de acontecimientos como el incendio del Mar Egeo, el Prestige o los diferentes dirigentes políticos y muchas, muchísimas, octavillas de cine. «Repartíanas os domingos á saída da misa, no atrio, e como dende moi pequena fun unha rapaza moi inqueda e con ganas de facer cousas, funas gardando. Hoxe en día teño máis de 2.500», relata la mujer, que también colecciona dedales, figuras de búhos o monedas, entre otras muchas cosas.

«En Grecia gastei as 300.000 pesetas que levaba, pero non as chorei nada. Viaxar fíxome moi feliz»

Desde que se retiró, Gloria se recorrió toda España con el Imserso y en compañía de una amiga de Buño. También vivió mes y medio en Hamburgo y otro mes y medio en Grecia con una de sus hijas. Este último fue quizá de sus lugares preferidos, tanto por el clima como por los paisajes o la gastronomía. «De feito, nesa viaxe queimei as 300.000 pesetas que levaba, que daquela era moito diñeiro, pero non as chorei nada porque viaxar fíxome moi feliz».

También estuvo de vacaciones por Inglaterra y le queda mucha pena de no haber visitado Estados Unidos, particularmente Nueva York, en donde su padre vivió doce años antes de casarse. «Era mariñeiro e foise para Cuba, onde tiña un irmán. Despois meteuse de polizón dúas veces para cruzar a América: na primeira collérono, pero na segunda chegou nadando á ribeira e puido quedar alí. Traballou nunha refinería e ata tivo a oportunidade de facer a carreira de practicante, porque o xefe viu como lle fixo un torniquete a un compañeiro e ofreceuse a pagarlla, pero ao morrer seu pai, veu para España e fíxose cargo do negocio», relata Gloria, que ahora vive sola durante el invierno en una vivienda más pequeña que tiene junto a la iglesia. «Se teño que poñer a calefacción aquí onde tiñamos o bar non me chega a pensión para comer!», bromea.

Ana García

Disfruta leyendo, haciendo pasatiempos y pintando. De hecho, el Fogar do Pensionista acaba de acoger una exposición de los cuadros que pintó con arenilla y espera pronto participar en otra con sus octavillas de cine. De valor incalculable, ni se plantea deshacerse de su colección. Ella la reunió y con ella se quedará ese auténtico almacén de recuerdos a pie de la Praia de Area Maior.