Manuel Casal, Faneca: «Miña nai non levou nada ben estar os tres irmáns no mesmo barco»

Melissa Rodríguez
Melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

BASILIO BELLO

LOBO DE MAR | Una vez, el mayor cayó al mar enrollado en la red y hubo que dar «atrás, forza»

02 nov 2020 . Actualizado a las 17:46 h.

Su apodo, Faneca, lo vincula al mar. El nombre de su barco, Faro Sisargas, ya lo dice todo sobre su lugar de procedencia. Santiago Manuel Casal Rodríguez (Malpica, 1975) es patrón y armador (esto último junto a su hermano Rogelio) de esta embarcación con base en el puerto malpicán. Por aquí van los tiros de lo que hace a este hombre un auténtico lobo de mar. De sus decisiones dependen las vidas de sus dos parientes (además del resto de tripulantes, claro) que trabajan con él. El tercero es Ramón. No se suele dar esta cifra de familiares directos en una misma embarcación. Sobre todo, que lleven tanto tiempo juntos.

Él es el de mediana edad. Tiene 45 años. Rogelio le lleva dos años. Ramón es el más joven, con 35. Desde casi sus inicios en el sector, a los 16, más del camino que ya lleva recorrido, comparte oficio y nave (ya lleva cuatro a sus espaldas) con Rogelio. Llegó a hacerlo, también, con su padre, también Rogelio, en el Santiaguiño, el primer barco en el que navegó. Era de su progenitor y de un tío. Fue en el Rivera Tercero, un barco más grande que compró Rogelio, donde coincidió con su hermano. Y desde aquella hasta ahora. Ramón se unió en el siguiente proyecto familiar, el Pedra do Mar. Los tres hermanos continúan sumando historia juntos en la actualidad en el Faro Sisargas.

«Toda a miña familia foi mariñeira. Xa de pequeno meu pai viña do mar e eu ía mirar o que pescara. Cando ía ao cole, estaba desexando que acabara para ir para o porto. Despois, cando acabei EGB, non me gustaba nada estudar e fun para o mar». Así fue la incursión de Manuel en el sector. En el caso de Rogelio, la historia fue más o menos la misma: «Probou a estudar ata terceiro de BUP, pero non lle gustaba moito e como ir para o mar era máis fácil ao ter barco na casa, veu logo». Todo lo contrario sucedió con Ramón, que embarcó toda vez que la crisis del 2008 afectó a la empresa en la que trabajaba como ebanista: «Empezou a gañar ben, porque daquela a pesca non se viu moi afectada, e aquí segue», cuenta su hermano.

Fue en el Rivera Tercero donde Manuel aprendió de su padre a ir en el puente, en tanto que su hermano Rogelio se decantó por las máquinas. «Despois de varios anos traballando con el, retirouse e quedei eu de patrón porque vía que me desenvolvía ben», explica. La decisión no llevó a discusión alguna entre los hermanos, ya que cada uno tenía claro la labor que quería desarrollar en la embarcación. No fue desacertada, pues la pesca acompañó al nuevo dirigente, lo que años más tarde lo llevó a convertirse también en armador con la compra del Pedra do Mar. La buena racha en la pesca del cerco siguió para esta familia hasta hacerse con el Faro Sisargas, aunque en esta ocasión, tanto Manuel como Rogelio son armadores.

La relación entre los tres hermanos siempre fue excelente. «Hai días complicados, como en todo. Ás veces chocas un pouco. Pero o que manda ten que mandar e nós así o facemos. Levámolo bastante ben, son xa moitos anos xuntos», comenta el patrón. Sobre lo que podría pasar si hay una tragedia yendo los tres en la misma nave afirma que «nin penso niso»: «Vou tranquilo. Toda a miña vida fun así para o mar, como se estivese na casa. Cando hai mal tempo, non imos, e nunca tiven ningún accidente grave», añade. La que no lo llevó tan bien fue su madre Carmen, mujer siempre vinculada al mar, ayudando a su marido con la venta del pulpo que traía del mar y a preparar la carnada para volver a salir a faenar: «Non lle gustaba nada que estivésemos os tres no mesmo barco, pero co paso dos anos viu a tranquilidade que había, que non pasaba nada, e acostumouse». Son cuatro hermanos, de los que una es mujer, Gloria.

«Recollín do mar a un tripulante agarrado a unha boia flotando»

Manuel, y por extensión esta familia, tuvieron varios sustos, aunque pocos para la cantidad de años que llevan a bordo. «Unha vez, xa cando mandaba, estabamos largando a rede por fóra de Cedeira e Rogelio saíu envolto. Demos atrás, forza, e prendín as luces porque era de noite. No momento púxenme supernervioso, asústaste. Pero atopábase a uns 30 metros da embarcación, lanzámoslle un cabo e ao final só se mollou. Nada moi ben, estaba bo tempo, e de feito seguimos traballando», recuerda tiempo después este malpicán.

También en otra ocasión recibió el aviso de que había un barco desaparecido. Era el Nuevo Luz, del vecino Marcos Alfeirán. «Tiñamos un pouco peixe, soltámolo para acabar rápido e arrancar. Non o dubidamos e fomos un dos primeiros barcos en chegar. Esperábaste o peor porque tiveran problemas coa radiobaliza e levaban varias horas no mar. Pero recollín a un tripulante agarrado a unha boia flotando e levei unha alegría enorme ao ver que estaba vivo. Os compañeiros foron recollendo a máis homes, houbo dúas baixas».

Pese a estas vivencias, Manuel dice que «hai que ser precavidos co mar e terlle respecto, pero eu no barco estou na miña salsa». Es un lobo de mar. Destaca lo mucho que han cambiado las embarcaciones para mejor, tanto en la construcción como en la tecnología, lo que los anima a ir más lejos, incluso hasta el País Vasco. Esta evolución influye también en las capturas: «Todas as semanas máis ou menos pescas algo». Por todo esto anima a los jóvenes a interesarse por el oficio, aunque reconoce que «tenche que gustar e non marearte». Recuerda cómo ha ido a menos este sector en Malpica y se muestra satisfecho con la labor de Acerga para conseguir cuotas de pescado.