«O 90 % dos rapaces de Malpica aprendemos a nadar na rampla do porto»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

BASILIO BELLO

Foto con historia | La dársena fue la zona de baño favorita de los niños de la localidadhasta principios de este siglo. Entonces el agua estaba limpia, según explican los protagonistas

03 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La foto

Entonces había en Malpica 30 barcos de cerco y más de 60 del día, pero los niños de localidad y los veraneantes se bañaban a diario en la dársena, una costumbre muy arraigada en los pueblos marineros, aunque la playa estuviera muy cerca. La foto fue tomada a mediados de los 80 y muestra un buen número de jóvenes en la rampa del carro varadero, el acceso principal al agua, aunque también se tiraban desde lo alto del muro. Esa zona hoy no existe. Está ocupada por el astillero en el que se reparan los barcos de metal. La dársena tampoco está limpia.

Los protagonistas

Marcos Alfeirán, David Costa Chouciño, Sergio Varela y David Chouciño son solo cuatro de aquellos niños malpicáns que rechazaban la playa y preferían bañarse en la dársena del puerto. Todos los días de verano, a partir de las tres, el puerto se llenaba de chavales que acudían solos o acompañados por sus abuelas al punto principal de reunión de la chavalada. Durante muchos años continuó la costumbre y esta zona se convirtió en un reducto de la infancia de los que hoy, son, en muchos casos, pescadores, como los cuatro que se han reunido para recordar «os mellores veráns da nosa vida». Algo así quieren para sus hijos, pero no será posible.

La historia

«Ás tres da tarde, despois de comer, estabamos xa na fiestra a ven quen era o primeiro en baixar a quen levaba a pelota», recuerda el armador Marcos Alfeirán. Los veranos en Malpica tenían la dársena como epicentro. Fue durante muchos años el lugar de reunión de la chavalada local y de la visitante, a pesar de que la flota entonces triplicaba a la actual y los treinta cerqueros y los más de 60 barcos de bajura se recogían todos los días en unas instalaciones mucho más pequeñas que las actuales.

«Estaba limpo. Ás veces había algo no varadoiro, cando había algún barco no carro, pero o mar circulaba moito. Nunca enfermou ninguén nin tivemos fungos... Estamos moi sans», recuerda Marcos Alfeirán y sus amigos David Costa, Sergio Varela y David Chouciño asienten. Reconocen que la situación actual de la dársena, en cuyo fondo aparecieron centenares de bolsas de plástico les impactó. «Eu penso que moito se debe ao botellón, a xente non é consciente do mal que pode facer iso. Antes non pasaba, eu nunca vin a dársena do meu pobo así», señala Marcos Alfeirán.

Y eso a ese recinto de juegos estivales fueron a parar toda clase de cosas. Uno de los divertimentos más habituales consistía en acudir a la zona de baño con las bicicletas viejas o que se habían quedado pequeñas. Los chavales saltaban con ellas desde el muelle y después tenían que bucear para recuperarlas, sin duda una afición que servía para quemar mucha energía, algo de lo que entonces iban sobrados.

Estos pescadores que ahora gobiernan cerqueros entonces tenían entre 8 y 10 años y recuerdan esos tiempos como los mejores veranos de su vida. Tanto es así que Marcos Alfeirán pretende que sus hijos se diviertan tanto como lo hizo él con juegos como el de la pelota, que se trasladó desde la dársena hasta el colegio Milladoiro y que fue el pasatiempo favorito incluso de chicos y chicas que hoy todavía están en la veintena. De hecho, la rampa del carro varadero fue utilizado como zona de baño hasta los primeros años de este siglo.

«O 90 % dos rapaces aprendemos a nadar na rampla do porto», reconoce Marcos Alfeirán. Entonces ni se acercaban a la playa. Para alguien ajeno, la zona de baño no era lo más seguro, pero los niños aprendían unos de otros y de sus padres en qué punto podían tirarse de cabeza o si debían esperar a que subiera la marea. Ninguno de los que se bañaban allí recuerda ningún accidente destacable, aunque sí el «responso» al que te exponías si te veían arriesgarte demasiado.

Los que hoy son padres de familia están convencidos de entonces se divertían mucho más que ahora y no comprenden por que andan siempre en el ordenador.