«Dun dos touros que mataran o día anterior fixemos churrascada»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

ANA GARCIA

En el San Xoán del 79 hubo corrida, vaquilla, charlotada taurina e incluso una competición de asnos en torno a la plaza

01 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado 40 años y parece que hace un siglo. El San Xoán carballés del 79, en plena Transición, sería hoy políticamente incorrectísimo. Es más, es posible que si el programa se repitiera hoy el presidente de la comisión, Ricardo Vilas, hubiera sido denunciado por grupos animalistas o de oficio por el Seprona. Lo que en 1979 era absolutamente normal hoy podría ser considera una atrocidad, pero si algo no se puede negar es que aquellas fiestas eran muy divertidas y que se hecha de menos la desinhibición propia de esos años en los que Galicia y España intentaba sacudirse el franquismo.

En ese contexto la comision de fiestas de lo que entonces era el San Juan programo lo que era habitual. Una corrida de toros, a la que debían acudir los famosos hermanos Peralta. Como no pudieron por culpa de un accidente, Ricardo Vilas recurrió a algo que había visto en la televisión, que eran las charlotadas taurinas, los bomberos toreros. Para darle un estilo más local, el propio presidente de la comisión, su amigo José Antonio Padín y un jovencísimo José Antonio Pastoriza aprovecharon los burros con los que habían competido en la carrera alrededor de la plaza del Concello y, a falta de rejoneadores, se plantaron en el ruedo móvil, no sin antes haber parado en varios bares. En uno de ellos uno de los burros probó la cerveza. «No sé si se emborrachó, pero al llegar a la plaza levantó la pata y saludó. Quisieron cambiármelo porque decían que era el más simpático», recuerda José Antonio Dosil.

Churrascada de toro

Ese día se toreó una vaquilla, «pero non lle fixemos dano algún», explicó Ricardo Vilas, además de una churrascada a base de toro toreado el día anterior, gratuita para todo el mundo y acompañada de vino.

Los tres protagonistas de la historia no tenían burro, pero sí muchas ganas de divertirse. Fue José Antonio Pastoriza el que se encargó de buscar los pollinos, que entonces eran bastante frecuentes en la casas de la zona rural, según cuentan. Los tuvo que comprar por 2.000 pesetas en Seaia, en Malpica, y al terminar los festejos fueron devueltos a su dueño «porque non tiñamos onde telos», explicó Vilas Otero, por lo que al malpicán el negocio le salió redondo, aunque uno de los asnos le cogió gusto a la cerveza.

También le fue bien a José Antonio Pastoriza, que logró hacerse con uno de los premios de la competición asnal y no tanto a José Antonio Padín, que fue uno de los que se lesionó con una vaquilla que entonces era uno de los principales alicientes de las fiestas y que se pasó el resto de las celebraciones «sen poder facer nada», según él mismo

ARCHIVO DE RICARDO VILAS

La foto. Durante las fiestas de San Xoán de 1979 se celebró una carrera de burros y una charlotada taurina, además de corridas de las de verdad en la plaza instalada en el antiguo campo de fútbol de Pedras Brancas. El presidente de la comisión de fiestas era entonces Ricardo Vilas, también concejal carballés. Tras la carrera, los festejos se trasladaron al ruedo trasportable y la celebración continuó con el paseo de los burros y la suelta de una vaquilla, que dejó a más de un vecino lesionado. Habían contratado por las fiestas a los hermanos Peralta, entonces famosos rejoneadores, pero uno de ellos se había lesionado y hubo que buscar una recambio de última hora.

Los protagonistas. Ricardo Vilas Otero era el presidente de la comisión de fiestas y uno de los ideoólogos principales del programa. A él y a José Antonio Padín, empresario jubilado, se les unió el hoy industrial José Antonio Pastoriza Facal, que entonces apenas tenía 20 años. Los tres querían participar en la carrera, pero no tenían monturas a las que recurrir. Pastoriza Facal anduvo mirando y finalmente adquirió los burros en Seaia, por 2.000 pesetas. Todos salieron con bien de la celebración excepto uno de los asnos, que al parecer se aficionó a la cerveza, y José Antonio Padín, que se lesionó una mano, pero fue por alcance de la vaquilla cuando estaba preparando la parrilla para un churrasco.