El fútbol, un amor de verdad

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

Ana Garcia

Parejas, padres y madres de los jugadores, además de socios, describen su pasión por este deporte

14 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Decir que el fútbol es un deporte resulta una obviedad pero, además, es mentira. No solo es eso. Significa mucho más. Una pasión o un amor verdadero, lo describe mucho mejor. Y todavía va más allá, hasta el infinito. Es por ello que, además de los propios futbolistas, hay otras personas que lo viven con igual o mayor intensidad, si cabe. Los aficionados. Sobre todo los que guardan relación con los que defienden la camiseta, ya sea directa, como los familiares o las parejas, o de otro tipo, como los socios de los clubes. Ellos forman parte de la historia de cada jornada y es por ello por lo que, en un día como hoy, son los auténticos protagonistas.

María Rodríguez, de Cabana, lleva dentro la pasión futbolera desde que su padre se la inculcó. No obstante, desde hace unos años, hay otro motivo que la une todavía más a este deporte. Se llama Norberto González, su novio, que además juega en el Baio. «Vívoo con moita intensidade e animo sempre ata o punto de que, o ano pasado, cando gañamos a liga, quedar afónica xa na primeira parte. E cando leva algunha, eu digo: el tamén as dá, ou sexa que por unha vez que reciba non pasa nada», cuenta entre risas, a lo que añade: «cada partido é moi emocionante e non falto a ningún, xoguen na casa ou fóra, porque para min, un domingo sen fútbol é un domingo perdido».

Por su parte, a Norberto, se le cae la baba al recordar que siempre que mira a las gradas, su novia está allí: «É un orgullo que me acompañe sempre. Aínda que o meu traballo non é meter goles, pois non son dianteiro, cando cae algún sempre llo dedico, aínda que cun xesto que só nós entendemos».

BASILIO BELLO

Pero también está la unión con el fútbol que hace todavía más fuerte el vínculo entre padres e hijos. Si no, que se lo pregunten a Juan Manuel Reyes que, tras su época como jugador, ahora lo vive de otro modo acompañando a su hijo Hugo a cada entrenamiento y partido que disputa con el cadete B del Bergantiños. El joven tiene ahora catorce años, pero se introdujo en este deporte desde muy temprano, con tan solo cuatro. «É unha rutina que fago con moito gusto. Encántame velo xogar. Pero tamén animo, porque hai que tirar polos nosos aínda que sen faltar nunca o respecto a ninguén. Para mandar xa está o árbitro. E tamén lle saco fotos», explica Reyes. Y su hijo está encantado de que así sea: «Gústalle moito que eu vaia velo. Ao rematar os partidos sempre os comentamos, aínda que leccións poucas lle dou, damas máis ben el a min», cuenta entre risas.

Ana Garcia

¿Y qué decir de las madres que, gracias a sus hijos, conocieron el apasionante mundo del fútbol? Pues que las hay, y son muchas, como el caso de Koro Garrido, de Malpica, que debido a que su marido, por motivos de trabajo, no puede llevar a Fabián a los entrenamientos con el Escolas Luís Calvo alevín (primer año), asumió ella la tarea, y tan feliz: «Antes, o fútbol non me gustaba nada, pero desde que comezou a xogar el, vívoo moito. Se agora pola fin de semana non chegase a habelo, faltaríame algo. E Fabián non concibe que a súa familia non o vaia ver, porque imos todos: nai, pai e irmá. Facemos unha festa nas gradas que non vexas», explica Koro.

BASILIO BELLO

Desde lo más profundo

Otros que no fallan a la cita del fin de semana son los eternos socios, en este caso del Bergantiños. «O domingo hai que coñecelo por algo, non só pola misa», dice Manuel Mancebo, carballés de 71 años que asiste al campo para ver jugar a su equipo «desde a época de Pedras Brancas [el antiguo campo]». Él opta por ir para las gradas «como as galiñas», mientras que José Díaz (Carballo, 76 años) prefiere «darlle voltas ó campo para ver mellor». No obstante, en algo coinciden ambos: «Moito non berramos, pero cando vai ben a cousa, sabemos máis que o adestrador e, cando vai mal, tamén», dice entre risas José. Y hay un sentimiento que va más allá, como explica el socio número 13, Rogelio Vilariño (Carballo, 81 años): «O fútbol é o que máis me gusta do mundo. O Bergan é o meu equipo».