La decadencia del comercio local se reafirma con nuevos cierres

Marta López CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

BASILIO BELLO

Los que se mantienen, en calles fantasma, se ven con pocas opciones de futuro

21 ene 2018 . Actualizado a las 22:23 h.

«Agora mesmo quen monte un negocio está tolo, porque non é viable». Así opina Carlos Pose, que en febrero cerrará su tienda de electrodomésticos Elemobe, en pleno centro de Malpica, después de más de cuarenta años en funcionamiento. Una tienda familiar, que pasó a sus manos con la jubilación de sus padres y que, pese a tener buenas ventas en el pasado, a día de hoy no da para más. «A miña idea é poñelo en aluguer pero, claro, ¿a quen llo alugo eu?», se lamenta.

En los últimos meses es significativo el número de negocios de amplia trayectoria que, o bien han anunciado su final, como es el caso del bar O Empalme, en Cabana, o directamente han cerrado sus puertas, como la Casa Cruz, en donde se despedían emocionados de su clientela el pasado 31 de diciembre. El Bodegón o Pescador, también en Cabana; el Manaus carballés, que aguantó el tirón durante medio siglo; O Rosquilleiro, también querido en A Ponte do Porto o la parrillada Rojo, en Xaviña (Camariñas) son más ejemplos.

Falla el relevo generacional, pero también fallan el contexto social y demográfico en un área cada vez más despoblada y envejecida. Sin embargo, no faltan emprendedores, sino la rentabilidad económica que les permita mantenerse durante un tiempo para comenzar a generar beneficios reales. La tienda de colchones Nattex, en Cee, duró poco más de doce meses, y lo mismo sucedió con el innovador 45 Bar, que cerró apenas dos años después de abrirse. En este sentido, y a juicio de Carlos Pose, «Internet fixo moito dano ao comercio local. Non se está valorando o servizo que prestamos os empresarios de sempre».

«Comezo o mes con -500 euros»

Carlos tomó el relevo de sus padres y se hizo cargo de Elemoba en el 1993. Pilló buenos tiempos, reconoce, «deses nos que se vendeu moito e tivemos unha moi boa clientela», pero hoy por hoy el negocio ya no se sostiene.

«Entre a cota de autónomos e os recibos, comezo o mes con -500 euros». Explica el empresario que, ante la situación a la que viene enfrentándose desde hace un par de años, solo le quedaban dos posibles alternativas: «Ou buscarme a vida por outro lado ou seguirme empeñando e traballar para o banco».

Considera que en Malpica son varios los factores que están derivando en el cierre paulatino de los comercios de siempre: «A mocidade e os mariñeiros que se van, o centro médico de Buño, que implica que moitos maiores xa non teñan que vir a Malpica e, por suposto, a Internet e ás grandes superficies».

Pese a todo, agradece sinceramente a todos los clientes que se han mantenido fieles a lo largo de los años, aunque no tiene tan buenas palabras para las administraciones, que deberían «implicarse» un poco más, «mirar polo pobo» y frenar de algún modo este proceso de éxodo.

Decenas de bajos comerciales sin alquilar copan los principales núcleos de la Costa da Morte

Con la desaparición paulatina de los negocios de toda la vida, hay también un factor a tener en cuenta, y son las decenas de bajos comerciales que quedan abandonados en los pueblos, pues el emprendimiento joven brilla por su ausencia y cada vez se hace más difícil lograr un inquilino a largo plazo que se decida a alquilar el espacio. La falta de oportunidades, los precios -muchas veces desorbitados- y el éxodo rural no ayudan a los arrendamientos.

Así, calles como la rúa de Arriba, en Cee, se tornan desiertas y, en su mayoría, ruinosas, pues muchos de los propietarios no se encargan del mantenimiento necesario para tener los bajos en buenas condiciones, dando lugar a espacios insalubres y poco atractivos a nivel estético.

La otra cara de la moneda: quienes dan una nueva vida a los históricos

Si bien muchos locales emblemáticos se desvanecen en la memoria sin que nadie tome la iniciativa de rescatarlos o, al menos, reconvertirlos en otro negocio, en algunos casos sí se logró su reapertura por parte de emprendedores que apostaron por el proyecto. Sucedió con la histórica taberna O Mexillón, que estuvo un tiempo cerrada en 2011 hasta que el joven hostelero José Manuel Vázquez se hizo con la gerencia. Sucedió, también en Carballo, con el Dubra, y más recientemente con el restaurante baiés A Lareira, que pasó a manos del restaurador Pablo Paz Rey.