La marcha verde recorrió Malpica de una punta a la otra

Xosé Ameixeiras
X. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

Más de 200 personas participaron en el Día da Bicicleta

17 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Existe una leyenda preciosa sobre la iglesia de Buño y el carballo centenario de San Estevo, por el que ayer pasó la marcha verde del Día da Bicicleta de Malpica. El roble marca el límite con la parroquia de Cerqueda. Hasta allí fue el santo en un carro, pero se negó seguir adelante y regresó a Buño. En el lugar donde paró se levantó la iglesia. Cuentan que si algún día alguien tala el árbol, brotaría sangre.

De junto a la iglesia, del parque Luciano García Alén, gran benefactor de la olería local, salieron los doscientos ciclistas ayer. Hacía sol y la gente estaba animada. El alcalde, Eduardo Parga, llegó apresurado para dar la salida. Luego tenía que oficiar una boda. Aunque hubo algunos repechos, la trayectoria fue descendente en casi su mayor parte. El objetivo era la encrucijada de la calle Villar Amigo.

Las camisetas verdes unificaron el colorido del pelotón, que se dirigió al Ecomuseo Forno do Forte. Así los ciclistas pudieron respirar aires oleiros en su pedalear hacia Cerqueda. A la izquierda quedaba el carballo de San Estevo, majestuoso. La brisa movía suavemente sus ramas.

Aún no llevaban los deportistas muchas energías gastadas y llegó el avituallamiento, en el complejo hostelero Aldeola: fruta, agua y conversación amena. No se tomó demasiadas prisas el pelotón para dirigirse, luego, hacia el núcleo de la parroquia de Cerqueda, cruceiro y su iglesia.

Una parada para reagrupamiento y las alusiones al color verde de la marcha dieron motivo a los recuerdos de Antonio Romay Pérez, miembro de la peña Vilarnovo, que en el año 1975 participó en la otra Marcha Verde, la del Sáhara. Sus compañeros aprovecharon la ocasión para bromear con el episodio histórico.

La siguiente parada tuvo lugar ante el dolmen de Pedra da Arca, previo paso por delante del cámping Illas Sisargas, a medio ocupar. Se respiraba tranquilidad en el espacio turístico.

Santiso de Vilanova es una aldea que atrae a la vista y no menos a los ciclistas amantes de las buena arquitectura rural de viejo. Las piedras nobles y los árboles siempre son un buen atractivo en los recorridos. El pelotón tomó rumbo a Santo Hadrián, pero a la altura del instituto Urbano Lugrís, y con el Atlántico a la izquierda tomó rumbo a Seaia. Bajando, una manada de vacas rubias saludó el pelotón, más pendiente de la bajada que de los animales. El recorrido había sido benévolo con las piernas, pero los repechos de Seaia hicieron sudar a alguno, sobre todo a los más pequeños, que eran muchos.

En O Canido hubo una última parada para unificar a la comitiva, que enfiló el paseo marítimo recibida por los aplausos de la gente desde las terrazas emplazadas frente a la playa de Area Maior. Estaba esplendorosa.

Grandes instantes

La peña Vilarnovo controló el pelotón

Los miembros de la peña malpicana Vilarnovo fueron los encargados de encabezar el pelotón y de estar pendientes de la ruta. Llevaron el control en todo el momento y realizaron su trabajo de forma muy eficaz.

Avituallamiento con fruta y agua

El avituallamiento tuvo lugar en el complejo hostelero Aldeola, de Cerqueda, donde los participantes tomaron fruta y agua para hidratarse. Al final hubo roscón de Forno Novo para los asistentes.

Desde Cee para asistir a la jornada

El presidente del Club Ciclista de Cee, Antonio González Franco, y un compañero, comparecieron en el Día da Bicicleta de Malpica. El próximo domingo controlará el pelotón en su municipio.

Llegada triunfal al paseo de la playa

El pelotón recorrió 14 kilómetros desde Buño hasta el centro de Malpica. Al llegar al paseo de la playa, la comitiva fue recibida con aplausos por parte de algunos de los usuarios de las terrazas.