Manuel Villar: «Pola tensión dos nervios aguantamos case 24 horas capeando o temporal»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

LAXE

ANA GARCIA

LOBO DE MAR | Patrón mayor de Laxe, el día de Reyes del 2014 tuvo que salir del puerto, como otros armadores, para mantener seguros los barcos

15 ene 2022 . Actualizado a las 04:47 h.

Manuel Villar Vidal (Laxe, 1962) no se olvidará nunca de aquel día de Reyes del 2014. «Aquilo non foi unha vaga de mar, foi un tsunami». Fue uno de sus hermanos, el único que no está enrolado en el Segundo María Isabel, el que lo avisó de que el barco corría peligro. Salió de casa con la intención de aflojar los cabos, pero cuando llegó al muelle, al igual que otros patrones, se dio cuenta de no solucionaba nada con ello. Apenas tuvo tiempo de subirse al barco junto a Raúl Villar, que también andaba por ahí, y salir a la punta del dique, al igual que hicieron el resto de armadores. Solo unos minutos antes habían visto hundirse al María Cristina dentro del puerto. Fue la prueba definitiva de que allí no podían quedarse.

«Pola tensión dos nervios aguantamos case 24 horas capeando o temporal», recuerda. La noche fue larguísima. Pidieron que les pusieran una luz en la punta del muelle porque no se veía absolutamente nada y temían un accidente. «Daquela cargaban no peirao comercial troncos de pino. Tiñamos medo de que caeran ao mar e coa escorras que había, que algún abrira unha vía de auga nun barco. Iso ou que viñera algunha das lanchas que romperan amarras e ían polo mar abaixo. Lembro que Ambrosio Toja, un dos patróns, díxome que cando desembarcou case cae sentado. Non era capaz de camiñar debido á tensión que pasara», explicó.

Hasta la madrugada estuvieron en contacto con el presidente de Portos, que entonces era José Juán Durán, y con la conselleira do Mar, Rosa Quintana. Fueron ellos los que mandaron a operarios a poner una baliza para aliviar la situación de la flota que se había quedado en el puerto. Mientras, la Cruz Roja llevaba hasta los pesqueros alimentos para ayudar a pasar el mal trago y que los patrones pudieran mantener las fuerzas.

En esas condiciones serían siete u ocho y estaban todos tan cerca, en busca de la parte más segura del exterior, que casi se podían tocar, lo que mantenía a los que gobernaban las embarcaciones en una situación de tensión máxima. Menos mal que ese día no estaba allí toda la flota. «Había xa varios barcos que xa estaban a traballar en Malpica e na Coruña e outro que marchou para Camariñas», explica el patrón mayor. Al mal tiempo no ayudó nada la situación del puerto, con poco calado y condiciones que fueron empeorando desde la construcción del muelle comercial. Ahora queda un verano para que se complete el dragado. «Quedoulles un 25 % na zona máis preto da lonxa», expone.

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A Manuel Villar, como a la mayor parte de sus compañeros, lo que le preocupaba más ese día no era tanto su integridad física, sino que se jugaba el pan de las cuatro personas que viven del Segundo María Isabel, el medio de vida principal de una familia casi por entero dedicada al mar.

Recuerda también que cuando bajaba al puerto para aflojar las amarras se cruzó con el patrón del María Cristina y su hijo, quien le dijo que estaba tranquilo porque había dejado el barco en buenas condiciones para hacer frente al temporal. Todavía siente un escalofrío cuando piensa en lo que podía haber ocurrido si el hundimiento se hubiera producido solo unos minutos antes, cuando ambos estaban aún en el pesquero. «Era un barco pechado. O máis probable é que eles quedaran dentro ao dar a volta», señala.

Aquel temporal de Reyes afectó especialmente a Laxe, pero dejó un reguero de daños en toda la Costa da Morte. El patrón mayor tiene clavados los datos en su memoria. «Estabamos indo ao percebe neses días e daban ondas de 8 e 9 metros, pero pasaron de 10 a 11 e non había maneira de saír, pero ese día chegou a pasar a 24 e 27 metros no porto exterior». En Laxe no solo puso en riesgo los barcos. «O mar desfixo enteiro o pantalán e o carro varadoiro subiuno cara arriba e botouno contra a caseta», explica de esa vaga de mar de la que hace 8 años.

«Temos á venda o barco porque nos xubilaremos tres dos catro irmáns»

Los Villar Vidal son siete y los cinco hombres que componen esta familia de raigambre marinera se dedican a la pesca. En el Segundo María Isabel, además de Manuel van como tripulantes Juan (66 años), Rosendo (63 años) y Raúl, que será el único que no se jubilará este año. Tienen ya el barco a la venta. Los dos mayores son solteros y Manuel tiene dos hijas, por lo que la continuidad del negocio familiar se termina con ellos.

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Esta familia es un claro ejemplo de lo que está a punto de ocurrir no solo en Laxe, sino en el resto de la Costa da Morte. Cuando dejen de trabajar los de la edad del patrón mayor, que será muy pronto, quedarán en el dique seco la mitad de las embarcaciones que hay en Laxe y el futuro se presenta aún más negro porque los veinteañeros que se dedican al mar en ese pueblo pueden contarse con los dedos de la mano y aún sobran dos o tres.

Manuel Villar no entiende la razón por la que nadie quiere ya este oficio. «Gáñase ben, podes comprar un piso, un coche, defender unha familia», dice. A él le faltó tiempo para ir al mar. Era un crío, al igual que sus hermanos y empezó con un familiar, sin estar enrolado hasta que empezó a cotizar en el verano de 1977. Recuerda que entonces los chicos de su edad se contaban por decenas y que la mayoría de ellos acabaron en la pesca y el marisqueo.

Quizá también haya problemas para que salga un candidato para presidir la cofradía. Sus sucesivos mandatos han estado caracterizados por la falta de conflictos y eso que ha tenido que enfrentarse a no pocos problemas, sobre todo cuando presidía la asociación de mariscadores. Muchos de los socios llevaban tiempo sin pagar las cuotas. «Chegamos a cobrar un millón de pesetas de atrasos», recuerda.