Diez marineros vivieron siete meses de calvario en una cárcel venezolana

La Voz CARBALLO / LA VOZ

LAXE

J.M.CASAL

HEMEROTECA| Eran liberados tal día como hoy, hace 22 años

13 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La cárcel venezolana de Barcelona fue durante doscientos días el hogar de los catorce tripulantes del Monte Blanco, un barco atunero que fue apresado por las autoridades del país caribeño por supuesto narcotráfico, tras encontrar algo más de dos kilos de droga en el interior del mástil.

Sucedía en marzo del 1995 y eran liberados tal día como hoy, hace ya 22 años. Siete meses de calvario en los que la incertidumbre y la impotencia ante una clara injusticia se sumaba a las condiciones tercermundistas que vivían en el penal venezolano. Flora, vecina de Laxe y mujer del camarero del barco, apuntaba entonces la «horrible impresión» que se llevó al visitar a su marido en la cárcel de Barcelona. Y eso que «cando eu fun, eles xa estaban mellor que ao principio». Pese a todo, la imagen no sería fácil de olvidar.

La ya de por sí lenta justicia caribeña se sumó a una huelga general del funcionariado en Venezuela, por lo que el proceso se alargó incomprensiblemente hasta que en octubre de ese año llegó la sentencia absolutoria. Los tripulantes tendrían que pagar una fianza para poder salir del penal y no podrían abandonar el país pero, al menos, estarían libres. Esa era la reflexión que hacían sus esposas, que esa noche tuvieron por fin su primera noche de descanso de los últimos meses.

La conclusión a la que se llegó por aquel entonces fue que la droga pudo ser ocultada por un marinero que abandonó el buque en una de las escalas realizadas tras abandonar Laxe, localidad de la que procedían varios de los marineros y en la que realizaron labores de descarga.

La llegada de los tripulantes a sus pueblos natales se produjo a cuentagotas. Un mes más tuvieron que esperar en Venezuela para que la sentencia fuese ratificada y para poder, finalmente, emprender camino a Galicia. El 25 de noviembre llegaban a Alvedro entre aplausos, abrazos y lágrimas por parte de los familiares.