La falta absoluta de lealtad política

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CRÓNICA MUNICIPAL

LAXE

20 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Antón Carracedo, alcalde de Laxe hasta hace un par de años, siempre decía que en política se había perdido por completo el respeto institucional. Es lo que él define como «lealdade política». Y siempre justificó esta aseveración con un argumento: «Se Laxe ten depuradora é grazas a Manuel Fraga. Comentámoslle un día da necesidade de que o pobo tivera un sistema de depuración de augas dado o carácter turístico de Laxe e o PP da Xunta investiu por aquel entón 500 millóns das antigas pesetas [tres millones de euros] para facer unha depuradora. Se esperamos ao actual Goberno do PP, podemos esperar sentados», comentaba con sorna, pero también a modo de reivindicación. Y añadió: «Foi o último gran investimento feito en Laxe», denunció. El ex alcalde de A Pobra do Caramiñal Isaac Maceiras (PP) siempre mantuvo excelentes relaciones con los dirigentes del bipartito: «O que me importa é que veñan cousas e investimentos para A Pobra», defendía. Era de los regidores que mejor sabía moverse entre las complicadas aguas de los colores políticos.

Pero algo ha cambiado en los últimos años. Se ha producido una especie de sectarismo o talibanismo político. El eslogan ahora es: lo que hagan los míos está bien y lo que hagan los del partido contrario está mal. Sin término medio. Un ejemplo, la Diputación de A Coruña ha concedido más ayudas en los planes provinciales al Concello de A Laracha que en la época de Diego Calvo al frente de la institución provincial. En el 2014 (gobernaba el PP en la Diputación), el Ayuntamiento larachés obtuvo en subvenciones 175.000 euros menos que ahora. Sin embargo, el alcalde, Jos Manuel López Varela, criticó en el último pleno que, con el reparto de fondos previstos por el ente provincial (gobernado por el PSOE), el Concello recibirá en el 2017 unos 159.000 euros menos que en el 2016. Es lo que se dice ver el vaso medio vacío.

Pero esa supuesta falta de «lealdade política» e institucional de la que habla Antón Carracedo se puede trasladar a cualquier ámbito. Los programas de promoción de empleo, de inversiones y de obras relevantes recaen casi siempre en los mismos concellos, cuyas siglas coincide con el del organismo que los concede. Es algo equiparable a los sorteos de la Champions, en los que de antemano siempre se sabe que el beneficiado es el Real Madrid.

En Ponteceso (PSOE) llevan meses suplicando 77.000 euros a la Xunta para contratar la obra en A Ponte da Garga. Van cinco veces, y en todas ellas, La Xunta dijo nones. Sin embargo, la Diputación, que en un primer momento negó la ayuda, cambió de opinión y soltó 100.000 euros al Concello para hacer la obra. Es lo que tiene llevar la misma o distinta camiseta.