«Finisterre», el paisaje que marcó a Mónica Naranjo

Patricia Blanco
P. Blanco CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

ANGEL MANSO

La artista, elegida en su día como una de las mejores diez voces del mundo, participó en el programa Plano General de La 2, donde hizo este guiño a la Costa da Morte

11 mar 2023 . Actualizado a las 10:55 h.

¿Tu mayor cualidad? La sinceridad. ¿Tu mayor defecto? El orden. (...) ¿Vicios? Comer, ¿Se puede vivir sin amor? No. ¿Sin sexo? Sí. ¿Tu mejor canción? Europa. ¿Tu canción preferida? Eloise, cantada por Tino Casal. ¿El o la mejor cantante actual de España? Pastora Soler. ¿Una bandera? La nuestra. ¿Un lema? La vida es para los valientes. ¿Lectura? Carmen Mola. ¿Película? Bajo el sol de la Toscana. ¿Un viaje? Japón. (...) ¿Un color? El blanco. ¿Un paisaje? Mmmm... Finisterre. La artista Mónica Naranjo (Girona, 1974) le ha hecho un guiño a la Costa da Morte y ese, el de Fisterra, ha sido el paisaje que inmediatamente se le vino a la cabeza durante su participación en el programa Plano General de La 2. Se emitió en la noche de este viernes la entrevista a quien la revista Time eligió en su día como una de las mejores diez voces del mundo. La respuesta «Finisterre» tuvo una breve contrapartida por parte del presentador y director del espacio, Jenaro Castro: «A un gallego se lo dices», refrendó. Castro es de Pol, Lugo, y conduce este programa en el que, de forma sencilla, conversa con personalidades de la vida pública española, de muy diversos ámbitos. En este test rápido de reflejos e ingenio en la sección Primer plano, en el que confesó que todavía es un sueño por cumplir ser madre de dos monos titís, Joselito y Sabelita, también declaró que valora sobre todas las cosas la lealtad, que detesta las mentiras, que cree en la vida después de la muerte, que es creyente y reza con frecuencia. ¿Destino, suerte o trabajo? Trabajo. Naranjo, por cierto jurado del nuevo talent musical de La 1, Cover night, se sometió también a todas las demás secciones del programa: La semblanza, Sala de prensa, En un rincón del alma y El muro.

De Salvador Dalí, dijo, recibió de niña el mejor consejo. Dejarse guiar por la pasión, ser auténtica como él lo fue pintando. No le ha ido mal seguir la recomendación. Desconoce, afirmó, cuántos millones de discos ha vendido: «Lo que me importa es el día a día». A Naranjo se la ha tildado muchas veces de «diva», algo rechazó: «Si me vieras en mi día a día no dirías eso. Soy una mujer súper tranquila, súper de casa, una buena hija, una gran madre de un montón de animales que tengo en casa, chándal y zapatillas son las prendas que más uso diariamente». Con un disco muy reciente, Mimétika, emprende gira y aseguró que es el directo, el contacto con la gente, lo que le hace dedicarse a lo que se dedica, buscar esas horas de energía para su público: «El propósito de los artistas con nuestro trabajo es mejor la vida de la gente».

Confesó que la familia es su prioridad absoluta y con ojos emocionados conversó de su hermano fallecido, Enrique, al que dijo recordar cada día: «El mayor calvario lo pasaron mis padres». Alguna vez, dijo también, a punto estuvo de tirar la toalla. «Esto es una carrera de fondo (...). Un día me dije tengo un problema, no sé pasármelo bien, no se lo que se hace en un día libre», afirmó. Pasó de niña a adulta. Su adolescencia fue trabajo. Ella, que contestó que, de no haber sido cantante, seguramente hubiese sido una buena comadrona («tiene que ser muy bonito dar la bienvenida a quien llega a este mundo (...) no tengo hijos..., de momento»), precisó también, como activista LGTBI que es, que amar trasciende mucho más que la sexualidad.

Lo cierto es que toda la entrevista destiló una energía slow, una forma de ver las cosas que Mónica Naranjo ya acariciaba en una entrevista de verano para La Voz, año 2014, justo antes de un concierto en Ferrol. Le preguntaban entonces a la catalana por su capricho al llegar a la comunidad: «Mi proyecto más inmediato y urgente es tomarme una buena copa de albariño o de ribeiro, me da igual, que yo soy muy aficionada a esos vinos tan ricos, y un buen pescadito gallego. Me gustaría tomarme una centolla, pero creo que no va a poder ser esta vez, porque me parece que no estamos en la época. Pediré lo que sea, porque comer y beber es buenísimo para todo, sobre todo para el alma».