«Desde el 2010 recorrí a pie 33.000 kilómetros por 16 países»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

ANA GARCIA

Dos de los trayectos fueron desde Cabo Norte hasta Fisterra, su meta habitual. Nunca le pasó nada. «Vi osos en Noruega, pero tienen más miedo que nosotros»

07 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos días salía de un astillero de Cabana el barco María Elena, bien preparado para sus habituales travesías por Fisterra, que empezarán este sábado por decimoquinta temporada consecutiva. La nave luce un nuevo mascarón de proa, aunque solo en pintura: una sirena con boca y unos ojos que le dan aspecto de barco sonriente. Es una obra del alemán de Stuttgart Steffen A. Pfeiffer, un artista (más bien persona multidisciplinar) que lleva en Fisterra desde el 2017, pero a donde empezó a viajar en el 2010. Más o menos cuando comenzó su segunda gran etapa vital, poco que ver con la anterior.

Steffen había sido programador informático, impulsor de proyectos de nuevas tecnologías, camarero y cocinero, militar con el ejército alemán (con el que llegó a participar en una misión en Irak), y seguro que más cosas. «He tenido muchos trabajos», como resume los 55 años de su vida. El gran giro llegó en ese 2010, cuando empezó a caminar, y sobre todo a peregrinar a Fisterra, aunque también a más lugares. Tal vez sus rutas más llamativas, a ojos ajenos, sean las dos que realizó desde el Cabo Norte hasta Fisterra, en el 2013 y el 2015.

Antes, en el 2010 y el 2012, había caminado desde Saint-Jean-Pied-de-Port también a Fisterra, y volvería hacerlo en el 17 y el 18. En el 16 fue de Alemania a Roma, al Vaticano, y allí se hizo una foto con el papa Francisco. En el 2018 caminó hasta Estambul desde Fisterra, y después se fue a Egipto y estuvo con los beduinos. Muchos viajes ya, y en muy poco tiempo. «Desde el 2010 recorrí a pie 33.000 kilómetros por 16 países», explica. Buena parte se lo financió gracias a sus trabajos de fotografía, ya que también es fotoperiodista (tiene el carné que lo habilita como tal), para publicaciones especializadas. 

Sin problemas

Tantos kilómetros en soledad, solo con su tienda de campaña, no le dieron miedo ni tuvo problemas, más allá de multitud de anécdotas que puede contar durante horas casi de cada zona en la que estuvo. «Vi osos en Noruega, pero ellos tienen más miedo que nosotros», bromea. Asegura que lo más peligroso es el Sáhara, «porque no hay una dirección para orientarse, la pierdes rápido, solo ves el sol y no hay rutas. Los beduinos sí saben bien cómo moverse».

Además de su carácter y personalidad, su fortaleza física y los motivos personales que lo llevaron a dar ese nuevo rumbo a su vida, Steffen asegura que una de sus mejores llaves es hablar varios idiomas, y con fluidez. Además del alemán y el español, también se defiende perfectamente en inglés y en francés. Y eso ayuda a resolver contingencias en casi cualquier parte. Tuvo una buena maestra en casa, su madre, ya que trabajó muchos años de intérprete. Ahora va a por su quinta lengua: «Quero aprender a falar galego, e xa entendo máis do que falo», dice.

S. A. PFEIFFER

Su madre, por cierto, también tiene una buena historia detrás, ya que, como el hijo, es también vecina de Fisterra y se está integrando sin problemas. Se la trajo a ella y a su padre, en coche, más o menos al inicio de la pandemia. El padre falleció con alzhéimer, y sus cenizas están esparcidas en Fisterra y O Cebreiro. «Por iso tamén xa lle chamo a miña terra», explica.

Steffen le está muy agradecido a la responsable de la pensión Doña Lubina, ya que lo ayudó mucho cuando se asentó en Fisterra, y aún no hablaba castellano. Los inicios nunca son fáciles. Ni siquiera lo fueron las primeras imágenes que tuvo de Fisterra, una época de mucha niebla, lluvia y frío. Pero poco a poco fue saliendo el sol.

Un negocio turístico y, en breve, cofrade de la Semana Santa  

Steffen tiene un negocio turístico en Fisterra, que se llama Cada Día, en la Avenida da Coruña. Vende artículos, recuerdos y elementos de promoción y vinculados a la localidad, a la Costa da Morte, el Camiño (todos por los que ha pasado) y Galicia. Las postales, por ejemplo, las hace él, y también fotos de gran tamaño, imágenes para vinilos en comercios o publicidad... Son instantáneas de amaneceres, atardeceres, rutas, paisajes... «Desde mi perspectiva, no industriales», aclara sobre el diseño y los motivos elegidos. También tiene bebidas (vinos, licores) muy centradas en Galicia y algo del Bierzo. Y alguna vez también pinta, aunque no sea una actividad principal. 

Integración

Este comercio es su fase definitiva de integración en Fisterra, que culmina aquel pensamiento que tuvo un día: «Un día me dije: ahora es mi tiempo de caminar, como muchos peregrinos que tienen su voz que los llama». Unos van más lejos, por dentro y por fuera, y otros menos, pero la vida ya va a ser otra. A Fisterra y a los fisterráns ya los va conociendo bien (y al revés, también), y está encantado con ellos. «Fisterra es el lugar más especial de la Costa, y es toda una experiencia para la integración».

Y justo este mes va a dar un paso más, con el que se confiesa muy ilusionado. Va a ser cofrade del Divino Nazareno en Semana Santa, por supuesto portando la imagen procesional con su túnica, como uno más. Reconoce que alguno se sorprendió, pero él no tiene dudas. Cree que son los pequeños y los grandes detalles los que realmente permiten formar parte de la comunidad en la que uno vive, desde la costumbres de siempre hasta las maneras de hablar.