Galería de emigrantes | El fisterrán Agustín Velay Domínguez

luis lamela

FISTERRA

Tripulantes fisterráns en la Patagonia argentina, año 1929.
Tripulantes fisterráns en la Patagonia argentina, año 1929. REVISTA ALBORADA

Nacido en 1919, emigró con 30 años y casado para la Argentina, donde ya sus padres llevaban años instalados

20 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«... Porque yo también fui como vosotros un emigrante y como vosotros anduve por esas mismas tierras (precisamente el Jueves Santo del año 1938 embarcaba en el José Menéndez ahí en Buenos Aires hacia la Patagonia, a San Julián, cada vez más lejos...» (Carta de un emigrante fisterrán retornado a otro fisterrán en la Patagonia).

Agustín Velay Domínguez, O Mañón, nació en Fisterra en 1919. Con 30 años, y casado con Inocencia Marcote Lorenzo, emigró para la Argentina cuando sus padres llevaban varios años instalados en Río Gallegos. Tomó el vapor Entre Ríos en Vigo y arribó a Buenos Aires el 23 de julio de 1949. Su padre trabajaba de barquero en el Lago Argentino, pero Agustín se quedó primero a vivir en Buenos Aires, en tanto no conseguía la obtención de la libreta de embarque, y trabajó unos meses en el recinto portuario. Después navegó siete años en el vapor José Menéndez, en ruta entre la Capital Federal y Río Gallegos, transportando pasaje y carga.

Al arribar a Río Gallegos, relata el ceense Víctor Castiñeira en su libro sobre la emigración a la Patagonia, el buque no atracaba por carecer de instalaciones adecuadas. La descarga se hacía transbordando la mercancía a unas gabarras a las que, una lancha a carbón del propio buque, remolcaba hasta la playa. Los trabajadores de tierra acarretaban la carga por el agua sobre la espalda. En el barco en el que navegaban casi todos sus compañeros eran de Fisterra y Sardiñeiro. Llevaba nueve peones de playa en la bodega, ocho marineros y el patrón de lancha que llevaba un foguista. El contramaestre era de Corcubión y el capitán y varios oficiales de puente y máquinas, argentinos. Cerca de treinta hombres, y un trabajo muy duro. Al jubilarse, Agustín se trasladó a residir en Quilmes, y visitó Fisterra en varias ocasiones antes de fallecer. En el 2003 ya había muerto.