Emisores
Además de «impresionante», Agapito describe la que fue su profesión como tranquila y sosegada. También asegura que ellos, los fareros, no jugaron un papel destacado en los grandes acontecimientos ocurridos en la Costa da Morte, especialmente en los trágicos. La emisión de señales, explica, fue su función principal, y de lidiar con naufragios y encallamientos se encargó siempre Salvamento. Sí guarda el recuerdo, sin embargo, de ver las rías teñidas de negro por el chapapote del Prestige, y del caos que se generó cuando se accidentó el Cason. «O único día que abandonei o faro foi cando evacuaron a zona polas explosións do Cason, e porque así o ordenaron as autoridades», rememora. No fueron momentos fáciles y considera que, de haber sucedido en la actualidad, se habría gestionado de manera más eficiente y sin despertar semejante alarma social, ya que la ciudadanía dispone hoy de más y mejores vías de información.
Los últimos veinte años de carrera los pasó en su tierra natal, algo que para él fue «un regalo». Allí tuvo que evolucionar de forma paralela a la profesión, «que non ten hoxe nada que ver con cando eu comecei», dice. Eso le obligó a mantener un aprendizaje continuo y a adaptarse a cada nueva técnica que iba lanzándose ya que, según explica, «Fisterra, pola súa localización, foi sempre o lugar no que se probou todo o novo que ía saíndo».