16 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.
La milenaria leyenda de Fisterra se sigue alimentado día a día. No solo es el último paso de Europa, también es la última lágrima y el último suspiro. Es el lugar donde la muerte tiene un significado especial y trascendente. Morir en Fisterra inmortaliza. El Concello ya debería tener un monumento a los peregrinos que dieron su último aliento a este balcón atlántico. El peregrino eterno, el caminante sin retorno. El que llega para no volver jamás.