Un alemán recorre 900 kilómetros por el ascenso del Fisterra a Preferente

Melissa Rodríguez
Melissa Rodríguez CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

Jorge Parri

Steffen A. Pfeiffer cumplió la apuesta realizada con el conjunto: «Yo vi que cambié la esperanza del equipo con la promesa»

23 sep 2019 . Actualizado a las 11:52 h.

Corría el mes de abril cuando el alemán afincado en Fisterra desde hace un año, Steffen A. Pfeiffer (Freiberg, 1966), le hizo una apuesta al equipo local, que militaba en Primera Autonómica. Si lograban ascender a Preferente, él haría un maratón desde Los Pirineos hasta el Fin del Mundo. Lo hizo para «motivar» a los jugadores, cuenta. Y vaya si lo consiguió. El pasado 19 de mayo, la SD Fisterra regresaba a la máxima categoría gallega 31 años después. Buena parte del logro se debió a la cantidad de goles marcados por el pichichi del conjunto, Adrián López, conocido como Makaay: «A partir de ese momento, se vino arriba y anotó doce tantos en cinco partidos», recuerda Steffen.

Así es que, el pasado 5 de agosto, este alemán partió en autobús hasta St. Jean Pied de Port (Francia), desde donde dos días más tarde inició el maratón dirección a Fisterra. Hizo una media de 60 kilómetros al día, por momentos corriendo y por otros caminando, con una mochila de once kilos. La etapa más corta fue de 43 kilómetros en Los Pirineos. La más larga, de 75, desde Ambasmestas (El Bierzo-León) hasta Hospital da Cruz (Lugo). «Más que pasar calor o frío, lo que peor llevé fueron los problemas musculares en las piernas, porque era mucho recorrido diario. Perdí ocho kilos. Pero nada que no se arreglase con una buena comida», expresa ahora, entre risas, ya de vuelta en este lugar emblemático de la Costa da Morte.

Hizo bien sus cálculos para llegar justo a tiempo al debut de su equipo en Preferente: «Entré en el Ara Solis [campo del Fisterra], el 25 de agosto, unos veinte-cuarenta minutos antes del encuentro ante el Laracha». Equipo y afición, de la que por cierto es miembro y está reconocida por la Real Federación Galega de Fútbol como la mejor de la pasada temporada, lo recibieron como se merecía tras recorrer 900 kilómetros por y para la SD Fisterra. Le entregaron una camiseta con su nombre firmada por todos los jugadores. «Ahora voy a seguir ayudando al equipo. Hay calidad para subir a Tercera. Es todo cosa de motivación», dice.

Realmente, este último motivo es lo que lo ha enamorado del fútbol fisterrán, en concreto, y del gallego y español, en general: «En Alemania, el VfB Stuttgart era mi equipo [pertenece al estado federado Baden-Wurtemberg en el que nació]. Pero aquí el fútbol es diferente. Es más corazón y más ilusión. El gran protagonista es el público. Se vive con más emoción que en Alemania. Allí es más burocrático. Es una estructura grande en la que no puedes cambiar nada. Aquí sí. Yo vi que cambié la esperanza del equipo con la apuesta». Además de su Fisterra querido, sigue muy de cerca la trayectoria del Deportivo, conjunto que quiere que suba a Primera División.

Vertiente solidaria

A Steffen le gusta contribuir con buenas causas. Es por ello que con el dinero recaudado durante estos 20 días de aventura desde las montañas de Los Pirineos, 190 euros concretamente a través de ingresos en una cuenta bancaria, ayudará a los niños y las niñas de Fisterra con menos medios económicos para acceder a material educativo. Pero no es el primer camino que realiza ni tampoco su primera gestión solidaria. Dice que en nueve años, desde el 2010 hasta ahora, ha hecho 30.000 kilómetros por 16 países de Europa y África del Norte. En el pasado mes de marzo, partió desde Fisterra hacia Estambul (Turquía). Luego, cogió un avión en dirección a El Cairo (Egipto) y se fue en coche con unos amigos, ya que caminando está prohibido por libre, apunta, hasta el Sáhara, donde a través de contactos todavía sigue mirando cómo poder cambiar un motor de distribución del agua en una región para que no esté contaminada: «Cuesta mucho dinero y no es fácil tampoco por tratarse de un país corruptivo».

La clave de todo

Este alemán es fotoperiodista autónomo y libre. Hace de sus caminos su trabajo para revistas de viajes de Alemania, España e Italia, entre otros países. Llegó a Fisterra en septiembre del pasado año buscando una solución para su padre de 81 años, enfermo de Alzheimer, que se vino más tarde, junto a su esposa y madre de Steffen: «En Alemania cuesta entre cinco y siete mil euros al mes ingresarlo en una casa de mayores. Es mucho dinero. Aquí es posible vivir enfrente de la playa Langosteira, con buena gente, hospital en Cee y especialistas de las universidades de A Coruña y Santiago muy cerca. Es más fácil vivir y trabajar, y mucho más saludable la comida. Quiero quedarme aquí hasta el fin del mundo», comenta.

Por el momento ya ha adquirido una propiedad y aprendió a hablar y entender el español en seis meses. Como meta para el próximo año se propone «falar galego», dice. También cuenta que tiene varias ideas en mente para seguir apoyando al Fisterra, que activará si realmente ve posible el ascenso a Tercera. «Necesita reformar el campo», señala.