Todos los caminos iban a la Romaría

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

El giro de vuelta a la fiesta centenaria de Muxía, familiar, lúdica y tradicional, se va consolidando poco a poco: gran ambiente, menos botellón y esencia de siempre

16 sep 2019 . Actualizado a las 12:40 h.

Todos los caminos llevaban ayer a Roma. O casi todos los de buena parte de las comarcas de Soneira y Fisterra. A la Romaría da Barca de Muxía, con todas sus letras. La romería de siempre, que poco a poco va recuperando su personalidad centenaria de fiesta devota, de miles de romeros ofrecidos, de ambiente familiar y tranquilo. Sí, es cierto que nunca lo perdió del todo (eso sería imposible), pero sí que los apóstoles paganos del botellón le iban restando protagonismo y ocupando espacio. Ya no. No, al menos, en la jornada grande de ayer cuando el solo comenzaba a levantar y a dar calor al día, que no fue poco, por mucho que en las zonas más elevadas el viento frío temperase el ambiente. Por supuesto, de todo lo demás también hay. Sobre todo de noche y de madrugada. Bastaba con seguir el rastro de los operarios de limpieza a las 11.30 que iban recogiendo decenas de kilos de botellas y plásticos por las calles principales, que gracias a eso, a las barredoras y a los baldeos, estaban impecables. También se podía seguir el rastro de decenas de jóvenes que, fieles a la tradición menos centenaria, empataban la noche con el día buscando el sol o algo, a veces con el vaso en la mano como punto de apoyo. Son ya escenas costumbristas en la Barca dominical, igual que ir de tiendas, ya sea para ver las montadas en cualquier rincón del pueblo con algo de verde, como la larguísima avenida de entrada con puestos a cada lado, y de todo: ropa, artesanía, calzado, juguetes... Y la tirolina, detrás, la novedad este año en Muxía y en buena parte de la Costa da Morte.

Pero, sí, mandaba la Barca de siempre. Ver grandes colas de coches llegando a las 10.00, casi parados en A Baiuca o en Figueiras, recuerda a los viejos tiempos. Ver casi otras colas a las 13.30, también. Tal vez despistaban zonas en blanco en la colina desde la que se sigue la misa principal, esa que siempre estaba tapizada por centenares de romeros que no dejaban un hueco libre. Pero lo curioso es que, bien empezado el oficio religioso, por la calle arriba, hacia el santuario, subían centenares de personas que, de haber querido, llenarían de obra todos los huecos y buena parte de las piedras, que junto al santuario es lo que más se visita. Del primero: colas desde la entrada para dar la vuelta por el altar y ver la imagen de la Virxe. De lo segundo: impresionantes hileras para pasar por debajo de la Pedra dos Cadrís.

Este hecho merece alguna reflexión. Cierto que siempre ha habido eventuales colas para demostrar que de los riñones (ni de la agorafobia) uno no está nada mal y por eso pide que siga estando bien, pero nada como estos últimos tiempos. La razón, además de la pasión por reptar y cumplir los ritos, hay que buscarla en que la Pedra de Abalar no abala. Algún despistado pensaba que sí, pero no. Desde la ruptura definitiva, esa plataforma de granito solo es un punto de apoyo para los visitantes (ahora es la Pedra de Pisar), que se suben igual a ella en grupo (y no a otra) por que así fue siempre. Es como una llamada interior, la radiación de fondo del universo romeril, o así. Pero no hay bun-bún, aquel sonido que llenaba todo el entorno del santuario y que ha marcado a generaciones. El trozo partido está delante del templo, en una esquina, ya casi funciona como banco y no como obra que merecería mayor respeto, o tal vez alguna indicación. También había algunas colas para la Pedra da Cabeza, pero menos. Y mucho control por parte de Protección Civil para impedir que la gente bajase al mar, algo que el sentido común ya debería hacer solo, pero la experiencia explica que no.

El que sí se mueve es Manuel Liñeiro, el párroco, en gran forma a pesar de sus 91 años, y diez días intensos de misas entre las de la novena y ayer (por cierto, excelente la coral), que culminó con la multitudinaria procesión con la Virxe hasta el puerto y la iglesia. Hoy, camino de vuelta de la Romaría.

La jornada festiva comenzará a las 9.00 horas con la tirada de 21 bombas de palenque. Procesión desde la iglesia hasta el santuario, acompañada de la Banda de Música de Negreira, con misa a continuación. Pasacalles con la orquesta Ibiza, que estará acompañada por la noche de La Favorita. También habrá una gran traca de fuegos artificiales en A Barca.

Pasacalles con Inllar, , misa cantada por la coral Santa Mariña de Ponteceso, vermú con Xacobeo, Día do Neno en el Recheo, y por la noche fuegos artifixciales, Xacobeo y el Combo Dominicano.