Un meridiano cero en Galicia

Eduardo Rollan

FISTERRA

No disponible

El padre Sarmiento y otros geógrafos de su época trabajaron para que Fisterra fuese el centro del mundo

17 abr 2019 . Actualizado a las 22:44 h.

Confiere honra y prestigio que la longitud del mundo se mida desde tu casa. Por eso, a lo largo de los siglos, el meridiano cero se ha ido moviendo según la influencia de varios países. Estuvo situado en la isla canaria de El Hierro en el siglo XVII. Pero, cien años más tarde, pasó a París, que fue a su vez desbancada por Greenwich en 1884. Sin embargo, hubo un momento en que Galicia pudo ser el centro del mundo. Y el ilustrado Martín Sarmiento intentó conseguirlo con el meridiano que pasa por Fisterra.

 Sarmiento no sólo publicó escritos y mediciones al respecto, sino que casi convence al rey Carlos III e incluso dejó una prueba física de su proyecto: una placa que todavía existe en el Palacio Real de Madrid con sus coordenadas medidas con Longitud Finisterre.

Martín Sarmiento nació en Villafranca del Bierzo en 1695, aunque recientes teorías apuntan a que lo hizo en Cerdedo. Lo cierto es que se crio en Galicia desde los pocos meses. Vivió en Pontevedra con las monjas de Santa Clara y, en 1710, se fue a Madrid con 15 años para tomar los hábitos como benedictino. Tras estudiar en Salamanca, y convertirse más tarde en discípulo de Benito Feijoo, regresa a Madrid en 1725 para ser ya una figura intelectual inmensa, admirado en la Corte y gozando del favor de los reyes Fernando VI y de Carlos III, que le encargaría entre otras misiones la fundación del Real Jardín Botánico. También fue amigo del Duque de Medina-Sidonia, gran valedor de su obra.

Sarmiento fue también un notable geógrafo, que quiso aplicar los últimos avances científicos al mundo de la cartografía. Es aquí donde propone revolucionar los mapas en España tomando dos nuevas referencias para la latitud y la longitud, ambas situadas en Galicia. El cabo Finisterre y el cabo Ortegal, en su opinión los puntos más occidental y más septentrional del país.

«Deben escoger los españoles por primer meridiano para los mapas el meridiano que pasa por el mismo cabo de Finisterre, que es término y fin del mundo viejo, y de modo que sea el medio de los dos globos del planisferio geográfico, con 180 grados de longitud al poniente y 180 al oriente», escribe Sarmiento. Es decir, Galicia al centro del mundo.

La cuestión del Meridiano Cero estaba ya entonces de actualidad, porque las referencias habían cambiado a lo largo de la historia y estaba lejos ningún consenso universal. Tolomeo había utilizado un meridiano situado en el Atlántico. Los árabes lo emplazaron en el estrecho de Gibraltar. Y Alfonso X El Sabio lo estableció en Toledo. Más tarde, el geógrafo Mercator lo puso en las islas Azores, mientras españoles y portugueses usaban a menudo como meridiano cero la línea del Tratado de Tordesillas.

Finisterre

Martín Sarmiento propone acomodar los mapas «al cabo de Finisterre, que debe ser el primer meridiano de los españoles», escribe en su obra «De historia natural y de todo género de erudición».

El investigador Antonio Reguera Rodríguez, gran conocedor de la faceta de Sarmiento como geógrafo, afirma que se sintió fascinado con el Atlas de la China que había trazado el padre Martini, concebido sobre una base geodésica muy elemental. «En adelante ­-escribe- el primer meridiano sería el del cabo de Finisterre. Una mezcla de resonancias míticas asociadas al punto terminal de la geografía del viejo mundo y de pulsiones de galleguista reciente le llevaron a hacer esta elección, cuya trascendencia geométrica no quedaría solo reducida a la Península».

En su estudio, editado por la Universidad de León, Reguera Rodríguez cree que la elección de Finisterre tenía también un punto de orgullo del propio Sarmiento: «La tradición cartográfica nos ha enseñado que el que hace el mapa procura legar a la posteridad algo de su personalidad colocándose en el centro. Contribuía de esta forma Sarmiento a fijar su propia cuota de etnocentrismo cartográfico».

Sarmiento dejó incluso una prueba física de su idea. El rey Fernando VI le encargó diseñar los adornos y esculturas del entorno del Palacio Real de Madrid. Y, sobre el pavimento, dejó una placa que aún puede hoy leerse con la notación: 5° 34’ 52”. Además, una pequeña marca señala hacia el noroeste. La coordenada no coincide con la actual de Greenwich. Pero tampoco encaja con la de Cádiz ni con El Hierro, ni tampoco con el meridiano de París o de Lisboa. Según varios expertos coincide con el cabo de Fisterra. Con lo que muchos creen que es una broma póstuma de Martín Sarmiento, que quiso dejar para la posteridad su idea del meridiano cero en Galicia, convertida en centro del mundo.