El desplome de peregrinos activa algunas alarmas y pide respuestas

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. lado CEE / LA VOZ

FISTERRA

Ana Garcia

El análisis del sector va desde la simple coyuntura hasta que se haya tocado techo

04 sep 2018 . Actualizado a las 11:20 h.

Tampoco hay datos absolutamente fiables y nadie sabe decir exactamente por qué, pero lo cierto es que la sensación generalizada entre los profesionales es que la llegada de peregrinos se ha desplomado de manera significativa este verano, especialmente en el mes de julio. De ahí que si el turismo en general ha mostrado algunos signos de fatiga el caso del Camino y particularmente de los albergues ha hecho saltar muchas alarmas, sin que por el momento exista un análisis claro porque las opiniones van desde que puede tratarse de una situación coyuntural hasta la posibilidad de que el crecimiento exponencial de los últimos años ha tocado techo y ahora, como mucho, hay que aspirar a mantenerse.

Por dar una cifra, que tampoco es concluyente ya que hubo cambios organizativos, abrió la oficina de turismo y tampoco el conjunto de los peregrinos piden la credencial; en julio se expidieron 3.216 fisterranas y en agosto 4.379, lo que suma en los dos meses en teoría más fuertes del año un total de 7.595, cuando en el mismo período del 2014 se entregaron 8.200, un 7,3 % más.

Las explicaciones entre los distintos profesionales consultadas son muy diversas porque tampoco existe una respuesta basada en datos y estudios serios. Los motivos más repetidos son el mal tiempo la primera mitad de junio, la influencia del Mundial de fútbol, la recuperación de destinos mediterráneos como Turquía y Egipto, la caída generalizada del turismo en España (bajó un 4,9 en julio) e incluso visiones bastante más críticas. Unas opiniones que van en el sentido de que en la Costa da Morte se han implementado los peores vicios del Camino Francés, menús a base de productos congelados y de baja calidad, precios distintos para locales que para caminantes, alojamientos de baja calidad,... con lo que el visitante ya no encuentra en la zona ese destino único, de coste comedido y alejado de las disfunciones de las zonas más masificadas.

El alcalde y concejal de Turismo de Fisterra, José Marcote, que además conoce bien el sector porque su familia tiene un hotel, se inclina porque que se trate de «un cuestión anecdótica» y coyuntural, dentro de una tendencia global que es al alza, «ao mellor cunha velocidade de incremento máis suave e non tan grande como ao principio». Aunque es consciente de las quejas en el sector, porque le llegan de primera mano, le parece «moi pronto para facer unha análise e tirar conclusións», algo que, a lo mejor, sí se puede establecer con mayor fiabilidad a finales de año.

Eso sí, Marcote considera que esta «pequena distorsión» del verano del 2018, que aún no ha terminado y las perspectivas de septiembre son buenas, puede ser útil para «non facer tonterías, ter amplitude de miras de darnos conta de que, ao mellor, non podemos facer todos o mesmo». De hecho, cree que, por ejemplo, puede darse la circunstancia de que en su localidad las posibilidades de crecimiento de determinados tipos de alojamiento sean ya limitadas.