Vamos a mil por año, a tope

Santiago Garrido Rial
Santi Garrido CRÓNICA

FISTERRA

06 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las estadísticas casi siempre son frías, y generalmente tras un dato grande relevante se esconden otros pequeños igualmente relevantes. Lo de la famosa tarta: tú te comes una, yo ninguna, y nos sale a media a cada uno. Siempre habrá alguien que pase hambre para que las cuentas cuadren. Pero incluso así existe un dibujo de la situación. Con la población pasa lo mismo. Perdemos, en los 16 municipios de la comarca, mil habitantes cada año. Mil. Eso es una barbaridad. Casi cinco vecinos cada dos días. Mil personas en una zona con 111.000. En Barbanza, son menos municipios, once, pero tienen más población: 117.000 personas. También van a menos, pero solo 724 de un año para otro. Menos que nosotros, tanto en términos absolutos como relativos. En A Mariña son 71.471 en 15 concellos y la pérdida le sale en 500: también menos. El panorama no es halagüeño en ningún lado, pero en la Costa da Morte lleva tiempo siendo muy preocupante. Lo de mil no es ninguna novedad: el año pasado fueron más. Lo de la tarta: hay algunos concellos que resisten muy bien, como Fisterra, que solo se ha dejado tres, o Carballo, que pierde 60 de un total de 32.256: eso no es nada. Pero otros que andan por los 5.000 o 6.000 se dejan en torno al centenar.

No hay políticas de fijación de población. No hay grandes empresas que apuesten por crear empleo. Y, si las hay, ya habrá algún autodenominado grupo formado por sí mismo para tratar de poner trabas. Lo decía una vez el alcalde de Cabana en una entrevista: en la actualidad, si por alguno fuera, no hubieran dejado crear Ferroatlántica, ni presas, ni incluso grandes conserveras. El turismo es aún muy estacional, la pesca queda lejos de lo que fue y cada vez hay más desguace. La población envejece a un ritmo trepidante: diez mil vecinos tienen 80 años o más. Urge que continúe la autovía, para acercarnos más a todas partes y atraer personal y capital. Un promotor de Baio comentaba que va a construir doce viviendas: uno de sus atractivos será que la autovía está al lado y aquí los inquilinos vivirán mucho mejor que en otras partes. Tal vez con el tiempo disminuyan los éxodos de los domingos por la tarde, con centenares de coches que se van hacia A Coruña. Hacen falta planes supramunicipales, apuestas decididas, confianza en la comarca. Polígonos llenos (menos mal que ya avanzan), turismo en alza, y del que deja dinero además de respetar el medio ambiente. Recuperar los proyectos náuticos que duermen en algún cajón. Todo eso lleva tiempo, por supuesto, pero no queda otra. Si no, el año que viene, cuando volvamos a perder otros mil, estaremos diciendo lo mismo. Como el anterior. ¿Será el 2018 el del cambio?