Una obra escultórica mundial fija en Fisterra su epicentro

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

«El alma del mundo» sitúa uno de sus 8 vértices (6 hechos) en el Cabo

25 oct 2015 . Actualizado a las 12:48 h.

Un cubo se introduce en el planeta y sobresalen sus ocho vértices. Y uno de ellos, en el Cabo Fisterra. Esa es la idea (aparentemente) sencilla del proyecto escultórico mundial El alma del mundo, del artista valenciano Rafael Trenor, que comenzó a desarrollar hace casi 30 años, cuando tenía 40. Otra cosa es llevarla a la práctica, por la enorme complejidad técnica y material.

En todo esto tiempo ha sido saliendo adelante, con mucho esfuerzo, gasto y convencimiento. Y ahora le ha llegado el turno precisamente a Fisterra, además como centro de esta iniciativa, por su historia, significado e importancia estratégica. Trenor acaba de llegar de Siberia, donde ha construido el sexto vértice, cerca del lago Baikal, lejos de todo y de todos, resume el escultor. Sacarlo adelante ha sido casi épico, relata, con mil peripecias propias de los tiempos de la URSS. Pero ya está sobre la corteza. El séptimo será el de Galicia. Inicialmente había pensado en el Pico Sacro, y ya mantuvo contactos hace unos años, pero la idea del Finisterre le fascina más. Ya lo visitó y elaboró las recreaciones virtuales. Y además aparece (un modesto triángulo) en los planos del plan director del Monte do Cabo. En los próximos días viajará a la zona para ver si se hace o no. Su idea es que sí. El alcalde, José Marcote, lo ve «totalmente factible». No es caro y, por su significado, puede lograr un alcance mundial. «Es la escultura más grande del mundo, y además, justo en su fin», describe.

Física y filosofía, en el origen

La física y la filosofía están detrás del nombre del proyecto, que entronca con la Armonía del Alma del Mundo de Platón. Un círculo y una esfera que simbolizan el cielo, y un cuadrado y un cobo para la Tierra. Pero en la práctica eso es complejo. Los vértices-pirámides del cubo deben sobresalir en firme, y eso no es fácil con el 75% de agua. El ingeniero David Fernández-Ordóñez y profesores de la Universidad de Poitiers se encargaron en su momento de los cálculos. Curiosamente, uno de ellos caía en Galicia. La maquinaria de Trenor se fue moviendo lentamente, al estilo clásico. Los vértices fueron llegando: Hawái, Nueva Zelanda, Nicaragua, Tierra del Fuego, Kalahari y ahora Siberia. De las peripecias en cada lugar podría escribir un libro. Faltan dos: la isla de Cocos, en el Océano Índico, y Fisterra. «Este es un reto apasionante y emocionante», señalaba ayer Trenor, que no quiere esperar mucho más. Ya han pasado bastantes y quiere ver la obra concluida.

RAFAEL TRENOR