Federico Rodríguez: «Cando empecei, a única ambulancia que había en Cee era a da fábrica»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

DUMBRÍA

ANA GARCIA

Personas con historia | Natural de O Ézaro, donde vive, pasó su infancia y adolesdencia en Seavia. Toda su vida laboral ha estado ligada a la medicina del trabajo en las factorías de Brens y Dumbría

05 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Federico Rodríguez Rodríguez recibió el viernes, en Ciudad Real, la Medalla de Oro al Mérito Profesional de las Relaciones Industriales y las Ciencias del Trabajo, con el distintivo rojo individual. Este reconocimiento se lo entregó el Consejo General de Relaciones Industriales y Ciencias del Trabajo. Es un buen colofón a su larga carrera profesional, en concreto como coordinador del servicio de prevención de Ferroatlántica (factorías de Brens y Dumbría, además de las centrales), desde la época de Carburos Metálicos. Curiosamente, la empresa también ha cambiado ahora de nombre y se llama XEAS.

Toda su carrera profesional ha estado ligada a esta empresa, salvo una muy breve estancia (un mes) en el centro médico de Corcubión, justo al acabar la carrera. Ahora está prejubilado, pero el retiro llegará en agosto, con los 65. Empezó en 1983, sustituyendo a otro médico histórico, Ángel Piñeiro. El convenio de Carburos ya obligaba entonces a que hubiese un médico de empresa. Hoy es una especialidad de cuatro año tras el MIR, la de Medicina del Trabajo, que dura cuatro años, pero entonces era de un año, que Federico hizo en Valladolid poco después de comenzar. Técnicamente es médico especialista en medicina del trabajo, pero también especialista en seguridad, higiene y ergonomía. Hay muy pocos doctores en España que reúnan todas esas especialidades (lo normal es tener una).

En sus inicios en Cee y Dumbría, las cosas eran muy diferentes. «Cando empecei, todo era moi diferente, e a xente nova non o sabe. Non había hospital, nin urxencias. A única ambulancia que había en Cee era a da fábrica, a de Carburos, que xa viña de atrás, do 79 ou de por aí. E usábase para moitas cousas, por exemplo, para que as mulleres puidesen ir parir á Coruña. E non é o primeiro neno que nace no camiño, en Baio, en Carballo...», recuerda. Tampoco había muchos más médicos entonces. «Non había pediatra, e chamábante. Pasaba calquera accidente, e tamén. Un traballador dicíache se podías ir a tal casa, e ía. Así eran as cousas», dice. Desde su puesto, vio la «enorme evolución en la prestación de servicios: «Ata que non chegaron as urxencias, aquí había que facer de todo, moito traballo. As medidas de seguridades avanzaron moitísimo, daquela había moitos accidentes. Os que coñeceron a sanidade en Cee e agora saben que non se parece en nada. Pero, sobre todo, hai un antes e un despois do hospital».

Esos cambios tan profundos fueron locales y generales. De los segundos, «a evolución lexistativa foi brutal, sobre todo dende 1995, coas novas normas de seguridade e hixiene no traballo, coa lei de prevención de riscos, e tamén coa nova normativa europea». No obstante cree que, pese al tiempo que ha pasado, aún no se ha desarrollado del todo, ni se ha avanzado en las técnicas como se debería.

Su experiencia personal de tantos años es muy positiva: «Evolucionamos moito, a cultura preventiva é outra, tomáronse e tómanse moitas medidas. Hai moitos exemplos. Un deles é que, hai moito anos, nin se usaba o casco. En ningunha parte, sobre todo nas cidades, non o querían poñer. Pero resulta que aquí, en Carburos, si. Era algo tan natural como fumar un pitillo. E facíase por dous motivos. Un, que os homes estaban afeitos a usar a boina, e o casco era algo parecido. E o outro, que o xefe de persoal poñía sancións enormes por non poñelo», señala. Su labor consistía, sobre todo, en los reconocimientos médicos, pero también los planes de emergencia evaluar riesgos, tratar heridas y los golpes... Y así, más de 30 años.

Su vida se ha desarrollado entre Cee (su mujer es de la vecina A Ameixenda) y Dumbría, sobre todo O Ézaro, de donde era su familia (donde vive y vivió), mucha de ella vinculada históricamente a las centrales.

Pero su infancia y parte de la adolescencia, hasta los 15 años, la pasó en la parroquia coristanquesa de Seavia, donde su tío era cura, y con él y con la abuela se fue desde muy pequeño. «Naquel tempo, a parroquia tiña moita vida, e agora menos. Aínda vou de vez en cando», dice. Iba a la escuela con una maestra «que era moi mala». Tanto, que para preparar el ingreso al Bachillerato, en el Seminario Menor, acudí a diario, andando y por el monte, a la vecina parroquia de Erbecedo, donde la profesora sí era buena. Y lo sacó. Tras acabar, ya accedió a la carrera. Pudo haber seguido para cura, pero no tuvo vocación, y sí total libertad para elegir. «Estiven no Seminario, pero en vez de cura de almas acabei na cura de persoas», bromea.