Las huellas de la religión | Es una de las piezas más interesantes de la comarca de Bergantiños
11 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Una de las piezas más interesantes de la orfebrería religiosa de Bergantiños es, sin duda, la custodia sacramental de San Pedro de Valenza (Coristanco), de la que el inventario hecho en 1817 por el arcipreste se describía como «un viril muy grande guarnecido de piedras de estimación y el más hermoso que halló en todo el arciprestazgo».
La novedad de la pieza redunda, en primer lugar, en la disposición e iconografía de sus partes: en la superior del viril, entre rayos flameantes, aparecen representados Dios revestido de sumo pontífice y el Espíritu Santo en forma de paloma, que junto con la sagrada forma, donde Cristo está presente, queda así retratado el misterio de la Trinidad; además, otra peculiaridad es que en el vástago de la custodia se representa a un simpático ángel sosteniendo como un atlante al Sacramento.
A simple vista se aprecia que la obra, en plata sobredorada y adornada de esmeraldas, no es de hechura local, ni tampoco hispana: la custodia vino del otro lado del Atlántico, donada como un testimonio de morriña hacia su parroquia por el que fue en otros tiempos su feligrés. En la base de la custodia hallamos una inscripción con el donante: «A devoción del señor Don Juan Martínez Antelo para el Santísimo Sacramento de la feligresía de San Pedro de Valencia de Bergantiños, arciprestazgo de (la diócesis) Santiago, 1734». Juan Martínez de Antelo, natural de esta feligresía, había emigrado a Oaxaca, México, donde parece que hizo fortuna a juzgar por las piezas que envió para su tierra natal. Por una escritura del 7 de enero de 1731 (escribano Pedro Rodríguez Villanueva, código 1260), hay constancia que desde Nueva España, este coristanqués envió para la iglesia de Cereo, matriz de la de Valenza, un cáliz de plata fina con copa dorada por adentro, patena y unas vinajeras con platillo, así como —por el libro de fábrica— la imagen de la patrona contó con un anillo de diamantes enviado por un «americano», que no dudamos fuese Antelo.
En el caso del cáliz y los otros objetos, luego de ser embarcados en México, fueron conducidos en un navío que dirigía Francisco Pardo y Gago, vecino de Cádiz, y que llevaría hasta el puerto de Ferrol. Ahí fueron depositados en manos de Manuel Suárez de Mondragón, vecino de A Coruña, obligado a entregar estas dádivas al cura de Valenza y fabriquero de Cereo. Mediante documentos de repositorios mexicanos en línea, hay noticias de que Juan Martínez de Antelo tenía varias haciendas en Antequera de Oaxaca, llamadas de San Juan, San Jacinto y Los Naranjos, y era un gran poseedor de ganado y caballerías. En 1731 se quejó de que un tal Maroto López le cerró el paso de sus ganados al sembrar cosechas por donde estos debían de cruzar. Del mismo modo, años después aparece arrendando cuatro caballerías y un pedazo de tierra en el Marquesado del Valle a favor de Domingo de Ortega y Estrada. No sabemos en qué fecha murió, ya que seguramente lo hizo al otro lado del Atlántico. Pero si podemos rastrear su nacimiento en el 24 de junio de 1690 (libro de bautismos de Valenza, folio 6 vº): «En veinticuatro de junio de seiscientos noventa años yo, don Juan Díaz Saavedra, rector de Santa María de Cereo y San Pedro de Valencia, bauticé un hijo legítimo de Antonio Martínez y de Juana de Antelo, sus padres, vecinos de San Pedro de Valencia, llamado Juan, nació en dicho día, fueron sus padrinos Pedro Martínez Varela y María Veciña, vecinos de dicha feligresía de Valencia. Les advertí de todo lo que manda el Ritual Romano y para que conste lo firmo, ut supra».