Un milagro en tiempos del arzobispo Sanclemente en Traba

luis ángel bermúdez

CORISTANCO

Campanario de la iglesia de Traba, Coristanco
Campanario de la iglesia de Traba, Coristanco BASILIO BELLO

LAS HUELLAS DE LA RELIGIÓN | Nueva entrega de las crónicas de Luís Ángel Bermúdez

11 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El 24 de diciembre de 1847, los vecinos de la feligresía de Santa María de Traba, en Coristanco, elevaron una importante súplica al arzobispo. Rogaban su auxilio ante la destrucción del campanario de la iglesia a causa de una tormenta que azotó la comarca: «Que cayendo un rayo sobre la hermosa iglesia y torre de su parroquia destruyese completamente esta (…) el lindísimo pórtico a la romana entre columnas, pedestales, capiteles, arquitrabes, friso y cornijón del mayor gusto, elocuentes recuerdos de los tiempos más felices de España». 

Ante la falta de recursos de los feligreses y el elevado coste de la obra, que en origen había sido planteada por el arquitecto Tomás del Río, el párroco esgrimió un argumento para conseguir una sustanciosa limosna del prelado. De este modo, citó en la carta la obra Vida del Exmo. Señor Don Juan de Sanclemente y Torquemada, escrita por su secretario, el licenciado Pedro Sanz del Castillo, canónigo y dignidad de la Catedral, impresa en Santiago en 1769 por Sebastián Montero Frayz. El párroco aludió al capítulo V, página 32, para justificar la supremacía de su iglesia y al milagro acontecido en la etapa del arzobispo Sanclemente en Santiago (1587-1603): «Dábale notable pena, que en España, y particularmente en su diócesis se viese por nuestros pecados tratar tan mal al Santísimo Sacramento, y a las imágenes, y vestiduras sagradas, de que hacían notable mofa y escarnio los herejes; y decía: No se había de gloriar de ello el demonio y había de tener renta, para adornarlas mejor que antes. Sucedió en este tiempo un caso memorable: Un soldado calabrés de una compañía, que aportó a La Coruña, y se mandó alojar por las marinas, se desvió un día de los demás y entró en una iglesia, que llaman la parroquia de Santa María de Traba, en este arzobispado, y abriendo la custodia, sacó la Caja de plata, en que estaba el Santísimo Sacramento, y a lo que se deja entender, consumió con poco temor de N. Señor las Formas Consagradas, y metiendo la caja la faltriquera, al punto reventó por los hijares, y arrastrado se salió fuera del Sagrado, y allí le hallaron muerto miserablemente, como un Judas, con la caja en la faltriquera. Llegó a noticia de nuestro prelado, y mandó a su visitador hiciese información de testigos, que declararon ser verdad lo sucedido, permitiéndolo N. Señor para ejemplo y reverencia de su Divino Sacramento, de quien se mostraba tan celoso nuestro arzobispo».

Escocés

En la hoja mensual Galicia histórica del Archivo de la Catedral de Santiago de Compostela, que salió en febrero de 2022, Arturo Iglesias Ortega recogió un milagro parecido del que da cuenta Jerónimo del Hoyo en sus Memorias del arzobispado de Santiago, que tuvo lugar en la iglesia de Santiago de Traba (Laxe), anotado de forma marginal, a lo mejor equivocadamente, al compartir ambas parroquias el mismo topónimo. En este relato, el autor de la profanación es un soldado escocés, que halló el Santísimo en un tafetán azul; lo consumió y guardó la bolsa. Tras reventar por la irreverencia hecha, los feligreses lo encontraron muerto fuera del lugar sagrado; le dieron sepultura y le echaron cal, sin embargo, el cadáver desprendió durante un tiempo un hedor insoportable, que impedía la participación de los feligreses en los cultos. Lo más importante, es que los vecinos de la parroquia coristanquesa de Traba, sea o no gracias al milagro recogido por Pedro Sanz del Castillo, lograron la ayuda necesaria y pudieron reconstruir el campanario de su iglesia, valorado en veinticuatro mil reales; este sería incluido por Eduardo Pondal en el poema Ouh terra de Bergantiños : «Aquela é a torre de Traba/ que desde lonxe branquea».