Los tres retablos se hicieron entre 1832 y 1835, como lo indican varias cartelas. Los planos o diseños fueron realizados por Melchor de Prado y Plácido Fernández, y el escultor elegido fue Rosendo Frois. Aunque los retablos fueron pintados en 1843 por Manuel García, percibiendo unos seis mil reales por su trabajo, las policromías se renovaron en 1902, en tiempos del párroco José Hermo Romay.
Entre las imágenes, dos de ellas (la Virgen de la Asunción y la del Corpiño) son obra del escultor Rodeiro pero, sin duda, la imagen más antigua de todas es la de la patrona, Santa María, empleada únicamente para la procesión del quince de agosto. Una imagen de candelero muy restaurada, cuya cabeza y manos son del siglo XVII, frente a la armazón que pertenece al siglo XVIII y a una intervención llevada a cabo hace un par de décadas. Esta efigie ya existía en 1759 y era ya veterana entonces, presidía el antiguo retablo mayor y contaba con un sencillo ajuar de varios vestidos y mantos, así como coronas de plata. Junto a ella, otro de los tesoros de la iglesia de Rus, aparte de la magnífica cruz procesional comentada en un artículo anterior, son varios angelotes de gran calidad, que pertenecerían a ese retablo de principios del XVIII.