La iglesia de Rus, una pequeña catedral en Bergantiños

luis ángel bermúdez fernández

CORISTANCO

ANA GARCÍA

Las huellas de la religión | La principal renovación de este templo se produjo hace dos siglos, pero los añadidos fueron sucesivos

07 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace exactamente doscientos años, la iglesia de Rus estaba siendo renovada por el ímpetu reformador del párroco Sebastián Sánchez de Villamarín, que estaba preocupado por dignificar y dotar a su iglesia de una gran magnificencia arquitectónica. Así nos lo transmiten varias notas recogidas del archivo parroquial, escritas tras el fallecimiento de este clérigo, ocurrido en 1860: «El finado sr. Cura tenía, según se dice, y no negarán sus herederos, el buen gusto de reedificaciones en la iglesia, sin reconocida o comprobada necesidad».

Las obras que llevó a cabo fueron, principalmente, la conversión de la planta rectangular a una cruciforme, al levantar sendas capillas laterales; el abovedamiento de las naves y la construcción de una cúpula en la intersección de las mismas. Todo este proyecto de reforma dio como resultado una arquitectura totalmente insólita en la zona de Bergantiños, que chocaba con las humildes iglesias del entorno.

La iglesia de Rus es, de este modo, un cúmulo de distintos añadidos, ya que en una misma unidad se mantienen restos que van desde finales del siglo XVII hasta, como hemos visto, bien entrado el XIX. Las primeras obras fueron dirigidas por el maestro Domingo Maceira, que hizo el cuerpo principal de la iglesia, un campanario y el arco de una capilla lateral, dedicada en aquel entonces al Santo Cristo.

Años antes, en 1686, se levantó el presbiterio, que tuvo que ser demolido hacia 1817 por la amenaza de ruina, ya que varias grietas mostraban la inestabilidad de sus muros. Hacia 1730 se alzó una sacristía en la parte de la epístola; sin embargo, fue cambiada en 1742 al lado contrario, en el lugar que ocupa hoy, bajo la dirección del maestro José Crespo, vecino de Santiago, supervisado por Clemente Fernández Sarela, maestro de obras de la catedral compostelana.

Una vez terminada la sacristía, fue cubierta con un artesonado de madera por el carpintero Domingo do Pumar, vecino de Rus, que hizo su trabajo en veintiocho días. Más tarde, la humilde cubierta fue reemplazada por una bóveda de arista, por lo que fue necesario aumentar el grosor de los muros por el lado norte e incluir, de igual modo, dos contrafuertes que evitasen la apertura de las paredes por las presiones generadas. De nuevo, el citado Domingo do Pumar, junto con otro carpintero de Santiago, colocaron en 1745 el artesonado del cuerpo de la iglesia, conforme avanzaban las obras.

Para dar más monumentalidad al conjunto, se levantó un año antes los muros del atrio y la escalinata de la entrada, con decoración que imita el barroco de placas, imperante en aquel momento. Los canteros que hicieron la entrada, así como la pila de la puerta lateral, fueron Andrés Fentáns y Blas Núñez, vecinos de Santa María de Moimenta (Campo Lameiro-Pontevedra).

Tras casi cien años desde el inicio de la construcción, los canteros estaban llegando a los pies de la iglesia, por lo que el párroco solicitó varios proyectos para alzar una fachada acorde a tan magna arquitectura: en 1777 y 1778 se encargan los dibujos a los arquitectos fray Manuel Caeiro y a Tomás del Río, vecinos de Santiago. El dibujo de Tomás del Río fue el que más debió de gustar; así, en 1781 lo encontramos al frente de las obras, que rondaron los 26.500 reales. Este arquitecto hizo también el diseño para la fachada de San Martiño de Oca (Coristanco), que todavía se conserva y es de fecha similar a la de Rus.

Más obras

Con la finalización de la fachada, en 1782 se ajustó el tejado con el nuevo cierre y se hizo una tribuna de madera. Apenas medio siglo después, se llevarán a cabo las obras antes mencionadas, en las que se retiró el artesonado para alzar las bóvedas y se hicieron las capillas laterales.

El clérigo Sebastián Sánchez de Villamarín no solo monumentalizó la arquitectura de la iglesia de Rus, aparte de levantar desde los cimientos la cercana capilla de Ramil, sino que también quiso que el templo parroquial contase con nuevos retablos, de estilo neoclásico, y nuevas imágenes que suscitasen devoción entre sus feligreses.

Los tres retablos se hicieron entre 1832 y 1835, como lo indican varias cartelas. Los planos o diseños fueron realizados por Melchor de Prado y Plácido Fernández, y el escultor elegido fue Rosendo Frois. Aunque los retablos fueron pintados en 1843 por Manuel García, percibiendo unos seis mil reales por su trabajo, las policromías se renovaron en 1902, en tiempos del párroco José Hermo Romay.

Entre las imágenes, dos de ellas (la Virgen de la Asunción y la del Corpiño) son obra del escultor Rodeiro pero, sin duda, la imagen más antigua de todas es la de la patrona, Santa María, empleada únicamente para la procesión del quince de agosto. Una imagen de candelero muy restaurada, cuya cabeza y manos son del siglo XVII, frente a la armazón que pertenece al siglo XVIII y a una intervención llevada a cabo hace un par de décadas. Esta efigie ya existía en 1759 y era ya veterana entonces, presidía el antiguo retablo mayor y contaba con un sencillo ajuar de varios vestidos y mantos, así como coronas de plata. Junto a ella, otro de los tesoros de la iglesia de Rus, aparte de la magnífica cruz procesional comentada en un artículo anterior, son varios angelotes de gran calidad, que pertenecerían a ese retablo de principios del XVIII.