Documentada desde principios de 1600, estuvo dedicada en su origen a Nuestra Señora, quedando eclipsada por la fuerte devoción a san Antonio, que pervive
22 may 2021 . Actualizado a las 10:20 h.En la parroquia de San Paio de Coristanco nos encontramos con un paraje idílico en las cercanías de la carretera de Santa Comba, en medio de un bosque de carballos centenarios pasa casi desapercibida una pequeña arquitectura, que hasta que llegamos a sus proximidades no se advierte en ella que es la ermita de San Antonio de Centiña.
En un principio, esta capilla estuvo dedicada a Nuestra Señora, y así nos lo menciona Jerónimo del Hoyo a principios del siglo XVII. Posteriormente encontramos documentos donde la ermita es llamada de Santa María das Figueiras, en referencia al topónimo del lugar donde se encuentra. Popularmente, la talla de la antigua patrona de la capilla de Centiña se nominó como A Santa da Sombra, en referencia a su abogacía y protección ante esta dolencia; en realidad, la imagen de la Virgen venerada en Centiña se trataba de Nuestra Señora del Rosario, puesto que en 1722 se menciona como titular de la capilla junto con san Antonio y cuya valiosa imagen desapareció a finales del siglo pasado, quedando aún en el recuerdo de los mayores del lugar. En sustitución, se compró una imagen de la Virgen Milagrosa de escayola, realizada en el taller catalán de arte sacro situado en Olot.
La capilla consta de una planta rectangular única, a la cual se añadió un oratorio en su parte frontal para poder celebrar la Misa en los días de mayor concurrencia de devotos. El retablo, aunque valioso, se encuentra en un avanzado estado de deterioro en cuanto a su policromía; puede encuadrarse a mediados del siglo XVIII, de hecho nos encontramos con una nota en el archivo relativa a él en 1747.
Aparte de la mencionada imagen de la Virgen Milagrosa, se veneran en su interior la Virgen del Pilar, santa Cecilia (de la que hablaré más adelante) y san Antonio de Padua. La talla de este santo franciscano debió ser realizada hace cien años en talleres de la ciudad de Santiago para sustituir a otra anterior, de hecho encontramos la misma imagen en la parroquia de San Cremenzo de Pazos (Zas), se representa a san Antonio con unos rasgos totalmente afables con el Niño Jesús en su brazo izquierdo y ofreciendo un trozo de pan con su mano derecha.
La devoción a san Antonio siempre tuvo gran protagonismo en este lugar de la parroquia de Coristanco. Así, en 1670 contaba ya con una cofradía propia y con la celebración de la tradicional novena que todavía se sigue realizando en los nueve días previos a la fiesta.
En 1856, Antonia Carracedo y Bermúdez, propietaria de la capilla, expuso ante el arzobispo en una extensa carta que un vecino del lugar, Juan Fernández y su hijo José, intentaban adueñarse del templo, ya que guardaban la llave, negando acceder a los caseros de la señora con intención de realizar obras en el interior. Además, estos empezaron a cortar varios árboles que se encontraban en las inmediaciones y eran propiedad de la capilla.
El Arzobispo dio la siguiente determinación: «El cura de Castro y Coristanco, constándole que la suplicante es patrona de la capilla de San Antonio del lugar de Figueiras, recoja la llave del poder de la persona que expresa». En el ángulo superior del campo de la capilla nos encontramos con un pequeño cruceiro de hechura totalmente popular, uno de los más antiguos del municipio de Coristanco, y conserva su fecha grabada en el varal, 1771.
Imagen de santa Cecilia
Como antes he mencionado, en la capilla de San Antonio se guarda la tosca imagen de santa Cecilia, que en otro tiempo tuvo su propia ermita en el cotón que lleva su nombre, a escasa distancia de Centiña. Esta pobre ermita la encontramos nombrada en la visita pastoral de Jerónimo del Hoyo a principios del siglo XVII. En 1716 fundaron una capellanía en ella el matrimonio de Antonio Andrade y Elena Rial. En 1833, el propietario era Manuel María Vázquez (vecino de Bértoa) y expuso al arzobispo que ante el alejamiento y la situación solitaria que tenía la ermita era mejor trasladarla. Se determinó que los ornamentos, vasos sagrados e imágenes se llevasen a la capilla de Xoane (Goiáns), para poder establecer allí las misas de la capellanía que se había fundado, demoliendo la capilla de Santa Cecilia hasta los cimientos y levantando una cruz de piedra para que quedase el recuerdo de su situación.
Aunque no sabemos que suerte tuvieron las alhajas de esta ermita, la imagen quedó en Centiña hasta día de hoy, seguramente por petición de los propios vecinos, quienes profesarían su devoción a la santa mártir y tendrían lástima de que se la llevaran a otra parroquia.