Es una de las más majestuosas del municipio, tanto por su propia arquitectura como por el patrimonio que atesora
24 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.La iglesia parroquial de Castro es una de las más majestuosas del municipio de Coristanco, por la belleza no solo del edificio, sino también por el valor del patrimonio mueble que conserva: retablos, imaginería, orfebrería…
La iglesia actual debió de iniciarse entre finales del XVII y principios del XVIII (no conservamos el libro de fábrica de esa época), concluyendo de forma exacta en 1736 tal y como indica una ilegible inscripción en la fachada, obra patrocinada por el párroco de aquel entonces Don Francisco de Soto (cura de Castro desde 1717). Conocemos algún dato sobre la iglesia anterior, situada en el mismo lugar, a través de los datos de una visita pastoral de 1639: tenía un retablo mayor y dos altares laterales, uno de ellos dedicado a Nuestra Señora de las Nieves, puesto que el visitador mandó hacer «un retablillo» para colocar la venerada imagen. La parroquia está puesta bajo el patrocinio de Santa Eulalia de Mérida (Santa Baia/ Olaia en gallego, fiesta el 10 de diciembre), titular de 129 parroquias de Galicia y cuya devoción ha servido para solapar enclaves de fuerte presencia romana (Tines, Bóveda…).
El retablo mayor que preside actualmente la iglesia, de columnas salomónicas, se enmarca cronológicamente entre finales del XVII y los primeros años del XVIII, donde se sitúan las imágenes de San Pedro, Santa Eulalia, San Pablo (en el cuerpo superior); San Juan Bautista y San Jerónimo (en el inferior). Desconocemos los artífices, aunque la calidad del conjunto denota una fuerte filiación a los mejores talleres escultóricos de la ciudad compostelana, está muy presente sin duda la influencia de Domingo de Andrade. A cada lado del arco de la capilla mayor, haciendo esquina, nos encontramos con dos retablos menores de tipo neoclásico (primeras décadas del XIX, puesto que en 1817 ya estaban colocados), que responden a un mandato de la visita pastoral de 1791, donde se ordenó que uno de ellos estaría dedicado obligatoriamente a la Virgen de las Nieves. Los otros altares se encuentran encajados en los muros, el de la derecha dedicado al grupo escultórico de la Sagrada Familia con la Santísima Trinidad (conocido en la documentación como «del Patrocinio»); el de nuestra izquierda, presidido por una talla del Santo Cristo cuya devoción fue floreciente en tiempos pretéritos, así en 1896 se mandó retirar la gran cantidad de exvotos de cera que colgaban a ambos lados de la imagen.
La fachada, terminada en 1736, se compone a través de la superposición de cuerpos con columnas trapezoidales conocidos como estípites, en cuyos intermedios se colocan las imágenes de Santa Clara, Santa Eulalia (réplica exacta de la situada en el retablo mayor) y Santa Bárbara (en el cuerpo superior), y San Francisco de Asís y San Antonio de Padua a cada lado de la puerta principal. La torre-campanario, de gran robustez, es seguramente contemporánea a la fecha conclusiva de la iglesia, y tuvo que ser reconstruida en 1861 ante el riesgo de derrumbe de la cúpula que la corona. Destacaremos otros tres elementos cercanos a la iglesia: El cruceiro que se sitúa en el atrio (1915), otro situado a unos metros de la carretera general (Casa do Cruceiro) que fue colocado en 1814 por el cantero Andrés González, así como la fuente. En 1808 se habían iniciado los trabajos de búsqueda del manantial y tras varios años de obras se concluyó alrededor de 1813. Sepultada posteriormente por las obras de la carretera que conduce al lugar de Castro, fue redescubierta y restaurada en las últimas décadas del siglo pasado.