El párking disuasorio de Lonzas tardó casi cuatro años en llenarse

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

CORISTANCO

Ángel Manso

Con 176 plazas, hasta hace unos meses solo era utilizado por una media de 20 conductores

31 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El primer día que se abrió al público el aparcamiento disuasorio de Lonzas, el 22 de octubre del 2015, no lo utilizó ni un solo vehículo. Tres meses después, no le iba mejor, pues la media de ocupación era de tres o cinco vehículos al día. Le costó muchísimo arrancar. Casi cuatro años.

El desastre comenzó a diluirse el año pasado. Poco a poco, la media de usuarios fue creciendo y pasó de 20 o 30 al día al completo. Aunque había parada de bus -5, 12A y 22- con urbanos pasando cada 20 o 30 minutos, resultaba inusual encontrarse a alguien subiendo Al principio, era como si los conductores no se fiaran de un párking destinado a los que venían de fuera de la ciudad porque nunca habían visto tal cosa. Se llevaba años hablando de la necesidad de este tipo de espacios, pero cuando llegó, ni caso.

Hoy es todo lo contrario. «Hay días en que no encuentro una plaza libre», dice un vecino de Sada que lo utiliza todas las mañanas. Como el resto, aparca y coge el bus para desplazarse a su trabajo.

El aparcamiento disuasorio de Lonzas, el primero y único de este tipo en la ciudad, dispone de 176 plazas de estacionamiento gratuito, cinco de las cuales están reservadas para personas con movilidad reducida. El espacio está situado en los alrededores de la glorieta de conexión de la tercera ronda con la avenida de San Cristóbal, en un parcela expropiada por el Ministerio de Fomento para la ejecución de la autovía de acceso a la urbe.

Por aquellos años, en el 2014, la Xunta había sacado a concurso la redacción de los proyectos para la ejecución de otros dos aparcamientos disuasorios. Uno en la parte derecha de la avenida de A Pasaxe, junto a la conservera Celta, y otro en San Pedro de Visma, lo que supondrían un total de 350 nuevas plazas. Pero todo se quedó en el papel. El escaso éxito que tuvo el de Lonzas en sus primeros dos años y medio llenó de desánimo a las autoridades autonómicas. Desde la propia Consellería de Infraestructuras se reconocía ayer que, visto lo visto en Lonzas, ni el Gobierno local anterior ni el de ahora solicitaron que se impulsaran aquellos viejos proyectos. Pero ahora que se ve que funcionan, la Xunta estaría dispuesta a impulsarlos.

La mayoría de usuarios son profesores de primaria y secundaria que viven en A Coruña y trabajan en Carballo. Quedan allí para juntarse varios en un único coche y ahorrarse peajes y gasolina en sus desplazamientos. Hay también maestros de Coristanco y trabajadores de Arteixo o del resto de los municipios de la comarca.

Antonio César es uno de ellos. Reconoce que «preferiría» tener sitio donde aparcar cerca de su trabajo, en el Agra del Orzán, «pero encontrar un hueco ahí es imposible». De hecho, pese a que ahora tiene que esperar el bus unos minutos, se levanta 5 minutos más tarde. «Antes había días que me pasaba media hora dando vueltas por el Agra para dejar el coche», dice. ¿Por qué cree que el párking terminó teniendo éxito? Lo tiene claro Antonio: «Sin duda, por el boca a boca. Así me pasó a mí».

Pavo Real, Vioño o Palavea, los otros espacios utilizados en la ciudad por los que vienen de fuera

No figuran en ningún papel ni los navegadores los tienen marcados, no tienen carteles y, alguno, no es más que un trozo de tierra. Pero alivian tanto a tantos, que ya pueden considerarse como aparcamientos disuasorios.

Se trata de esas zonas de la ciudad donde aún es posible encontrar una plaza libre. Aunque haya que dar antes un par de vueltas, y no seis o siete, como en la mayoría de los barrios de la ciudad. Los conductores comenzaron a usarlos y en alguno ya empiezas a resultar complicado aparcar.

Como en el Pavo Real. La necesidad ha hecho que los coches colonicen esa zona. Este terreno, situado justo en una de las esquinas de la rotonda que da acceso a la tercera ronda, es utilizado a diario por decenas de conductores. Ayer mismo, cerca de 30 vehículos se encontraban en ella. Desde allí es posible llegar caminando a la plaza de Pontevedra en diez minutos.

No es un verdadero párking disuasorio, sino simplemente un terreno privado sin vallar. Pero plazas como Dios manda hay en Palavea y en las inmediaciones del parque de Vioño.

En cuanto a los polígonos industriales, el único con aparcamientos disuasorios es Pocomaco. Tiene 4. Con 386 plazas.