Presidente de comisión de fiestas, estudiante de Políticas y pirotécnico

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CORISTANCO

JOSÉ MANUEL CASAL< / span>

Natural de Verdes, en Coristanco, prepara los festejos de este mes. Hereda el saber de su abuelo, sacristán desde hace 60 años y 50 con San Adrián

10 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Verdes es una de las parroquias más pequeñas de la Costa da Morte. En superficie y población: apenas llega a los 65 vecinos, repartidos en cinco lugares y 24 casas. El último bautizo fue hará unos doce años, aunque por desgracia los entierros caen varios cada año. Es también la única parroquia de Galicia que se llama así, Verdes, aunque hay un lugar de Abadín de igual nombre con 12 almas. Pequeña, sí, pero con historia, y con muchas historias. Grandes y pequeñas. De aquí salió uno de los héroes españoles de la Guerra de Cuba, y en Verdes se celebra una de esas romerías centenarias que congregan a devotos de todo Bergantiños. También en esta parroquia sigue activo el sacristán con más años de servicio de la comarca, nada menos que 60 años: Ramón Abelenda Martínez. Y es además uno de los más veteranos al frente de una comisión de fiestas, con medio siglo en su espalda.

Por suerte para un lugar tan pequeño y sin jóvenes, el testigo asegurado, algo que no pueden decir en muchas parroquias de mayor fuste. Su nieto Carlos Abelenda es su digno sucesor. No en las tareas de monaguillo, que alguna (mucha) le ha tocado durante sus 20 años de vida, sino en la organización de las fiestas que, no hay que olvidarlo, se celebrarán el día 24 de este mes. Ramón es de los clásicos y sabe que una romería no es flor de un día, sino desde la novena, de ahí que insista en recordar que la novena comenzará el próximo jueves, día 15.

Carlos está de presidente por segundo año, y si el gen familiar se mantiene le queda trabajo hasta que cumpla los 70 por lo menos. Dada la escasez de juventud, le ayuda un compañero y, sobre todo, su abuelo, aunque este insiste en explicar que ya no quiere saber nada de este tipo de actos, especialmente desde que ocurrió un desgraciado incidente familiar de los que no se olvidan en la vida. Carlos, no obstante, reconoce que sí le ayuda con su experiencia.

El hecho de asumir la organización de los festejos siendo tan joven, cuando en muchos casos lo que impera es el pasotismo o la falta de apoyos, ya es encomiable. Pero no es su única ocupación. Carlos pasó por el Seminario compostelano, y ahora estudia Políticas en la Universidade de Santiago. Pasa a tercero, lo lleva bien. La eligió porque le gusta lo que se aprende «e tamén a política». También le gusta el apoyo que le dan sus vecinos para que las fiestas salgan adelante. «Estou moi contento», reconoce. Ha puesto en marcha algunas novedades, como vender camisetas, rifas u organizar una cena para recaudar fondos, más allá de limitarse a pedir por las casas. Ahí se nota su toque, más adaptado a los tiempos que corren.

Por si estas ocupaciones fuesen pocas, también es pirotécnico. Desde diciembre, a todos los efectos, con todos los carnés y permisos. Asumió, como encargado de taller, la empresa de Baio, que cerraba, y en la que también había trabajado su abuelo. Asume que existe cierto peligro en ese oficio, «perigoso é todo». No tiene quejas, al contrario: hace un balance «moi positivo». Ya se ha encargado de surtir de foguetes a varias fiestas ilustres de la zona. Cree que es una oportunidad laboral que hay que aprovechar, en una zona, la rural, en la que las opciones son muy pocas: «Non hai vida, nin a pode haber, porque non existe chan urbanizable. Non se pode nin facer unha casa», explica. Cuestiones sociales al margen, sus esfuerzos ahora se centran en la romería de este mes. Los gallos, de momento, los subastará su abuelo. Él, para otro año.