Las aguas bicarbonatadas de Quenxe, en Corcubión

alejandro lamas costa

CORCUBIÓN

ARCHIVO ALEJANDRO LAMAS

La fuente aliviaba numerosas enfermedades. En los años 70 fue desmontada

06 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En una pequeña caja metálica, vieja y oxidada, lacada con la imagen de un viejo vapor, conservaba antiguas estampas, recordatorios, algún botón de cristal, cuentas de azabache, extrañas agujas, punzones de hueso, viejas cartas y recortes de prensa…. Entre estos, uno muy amarillento y estropeado por el manoseo y las dobleces en el que su desgastado texto no estaba completo. El recorte no tenía referencia al periódico ni a la fecha en el que fue publicado. Rastreando la amplísima hemeroteca digital de La Voz de Galicia descubrí sorpresivamente un texto que coincidía con aquel y que decía así:

«Nuevas aguas minerales en Quenje (Corcubión).

A un cuarto de hora de distancia de Corcubión, siguiendo hacía Mediodía, por la orilla del mar, se encuentra en el playal de Quenje, donde se hayan tres buenas casas de salazón, siendo propietario de una de ellas, que sin disputa es la mejor de Galicia, D. Francisco del Río, de esta vecindad. Entre los terrenos para el servicio y la utilidad, a ella unidos, hay una no pequeña huerta, amurallada y cerrada, poblada de flores, frutales, parra y legumbres; y cuando el pasado año dispuso el Del Río que se plantasen repollos en un sitio hasta entonces inculto, por húmedo, no pudieron ejecutarlo los jornaleros, por impedírselo una gran piedra, contra la cual chocaban todos los instrumentos de labranza. Arrancada a fuerza de brazos y palancas de hierro, dejó al descubierto y a la observación de todas las aguas minerales que motivan estas líneas, orladas sus bordes con fajas plateadas, doradas y rojas. Para su reconocimiento, envió muestras el Del Río a La Coruña y Bayona de Francia; y tanto el señor Casares, ilustrado farmacéutico de la primera, como otros dos químicos de la segunda, dijeron que las aguas contenían bicarbonato de sosa y otras sustancias alcalinas que no podrían precisar sin previo análisis; y felicitando al Del Río por tal hallazgo, mediante que esa clase de aguas son raras en Europa y que en España las hay solo en Sobrón.

Pronto estas noticias corrieron por todo el partido, y los médicos de él empezaron a disponerlas para combatir la dispepsia, gastralgias, gastricismo, gasto enteritis, hepatitis, y todas las demás afecciones del tubo digestivo, del hígado y de las vías urinarias. Sus resultados son sorprendentes; en comprobación de lo cual voy a exponer brevemente los casos terapéuticos que más sensación está causando. Entre los enfermos forasteros los dos siguientes:

Cuadros diagnosticados

Uno, padeciendo gastralgia rebelde sin poder digerir alimento alguno, con insufribles dolores, desahuciado por notables facultativos y conducido al manantial de las aguas, de modo que se lleva al que dejó de ser su última morada; y el otro, con el mismo padecimiento e iguales manifestaciones, vomitando además todo lo que tomaba, encorvado por los dolores, teniendo que arrastrarse por el suelo cuando le era preciso trasladarse de un sitio a otro; desahuciado también por sus facultativos y traído a estas aguas sobre una caballería; con sumo cuidado y trabajo, se encuentra hoy sin dolor alguno, comiendo con apetito y gusto, digiriendo perfectamente y entregados a sus respectivas labores, no cesando de administrarse por haber recobrado la salud y fuerzas.

He aquí ahora los más notables entre los vecinos de esta villa:

Una enferma que tenía contados los días de su vida, vomitando toda sustancia alimenticia y en completa postración anémica a consecuencia de una metrorragia crónica. Otra enferma que a consecuencia de un parto y varios sustos, venía padeciendo hacía 6 años fuertes palpitaciones de corazón, grandes y continuos ataques de disnea, punzadas dolorosas y alternativas de todas sus vísceras; retención de la orina, con inaguantables dolores al intentar emitirla, hasta el extremo de pedir a su marido que la pegase un tiro para morir de una vez, desahuciada por los facultativos de este país, Santiago, y Vigo.

Otra paciente también de una dolorosa también de una dolorosa gastralgia, con vamituración de aguadilla y dispepsia, gusto pastoso y amargo; cubiertas la cara, manos y piernas de muy pronunciadas manchas hepáticas.

Otro, afectado de una bronquitis crónica, que no le permitía hablar claro para dejarse entender. Y otro que hacía cinco años buscaba en vano remedio a sus ardores de garganta y estómago. A todos estos curó el agua mineral de Quenje de sus respectivas e indicadas dolencias; advirtiendo que la enferma a que dejo aludido padecía de retención de orina, se le franqueó esta a los cuatro días de esas aguas en su domicilio, del que no podía apartarse hacia ocho meses; y a los siete ya fue ella perfectamente a pie a tomarlas al manantial de Quenje. El gastricismo y estreñimiento tenaz, lo hacen desaparecer, desde los cinco a los nueve días de su uso.

No he citado nombres propios, por no hallarme autorizado para ello, por ser notorias y públicas en esta villa las curaciones, que los interesados refieren con más detalles que el que suscribe; y por que según tengo entendido, así que el Del Río reciba el análisis químico de sus aguas que espera del señor Casares, y no sé si de alguno otro más, hará constar de un modo ineludible todas las combatidas tan victoriosamente, y en tan corto plazo por sus aguas; dirigiéndose seguidamente a la superioridad, solicitando que por el centro científico correspondiente y previas las formalidades de la ley, se declaren oficialmente los padecimientos, para cuya curación sea conveniente el uso de las aguas medicinales de Quenje.

Entretanto, reciba Francisco del Río mi enhorabuena por su nueva propiedad, y mis plácemes por la amable acogida y atenciones con que concede gratuitamente sus aguas, a los que van a tomarlas con recetas facultativa, así como por los auxilios alimenticios y pecuniarios que dispensa a los pobres que las necesitan. Corcubión Septiembre 8 de 1889. Hermógenes Villanueva y Montenegro».

Recuerdo aquella magnífica casa de salazón, la Casa de Lla, con una robusta fuente en el medio del patio enlosado, a donde íbamos a beber cuando estábamos en la playa; recuerdo también a gente que se llevaba en garrafas aquella fresquísima agua.

La Casa de Lla de Del Río pasó a manos del banquero Manuel Miñones y permaneció cerrada durante años por falta de actividad, en los cincuenta fue comprada por Benigno Lago Estévez a los herederos de aquél. Con este nuevo dueño volvió a abrirse la casa y volvió el peregrinaje del agua. Adosada a esta antigua fábrica de salazón, construyó Benigno una nave dedicada a astillero naval y en la amplia huerta amurallada que describe el artículo inauguró a principios de los años sesenta un moderno camping pionero de su tiempo.

En esta época unos personajes invitan a Benigno a formar parte como socio del proyecto industrial CORINSA (Corcubión Industrial S.A.), para lo cual Benigno tenía que aportar a la sociedad, el camping, la nave del astillero y la famosa Casa de Lla. Los otros socios aportaron los terrenos comprados a precio de saldo convenciendo a los propietarios de que eran necesarios para el proyecto industrial que tanto iba a beneficiar al pueblo. Al poco todo aquello hizo crac, y Benigno se quedó sin lo aportado. Se disolvió la sociedad y, oh milagro, los terrenos aparecieron a nombre de uno de los ex socios.

Llegó la pérdida

En los 70 se urbanizó la zona abriendo calles, y se parceló en solares de cuatrocientos metros con derecho a edificar doscientos por parcela. Para ello se derribó la Casa de Lla y la magnífica fuente fue desmontada y llevada fuera del pueblo. La posterior reurbanización salvaje de esa parte de Quenxe, que ocupa los solares de aquella sonora CORINSA, y en especial las excavaciones realizadas en un conflictivo edificio que estuvo paralizado durante un tiempo, fue la causa de la pérdida famoso manantial. Hace unos años se levantó una modesta reproducción de aquella fuente de la que mana agua potable de la traída, pero el manantial de aquellas célebres aguas bicarbonatadas de Quenxe sigue perdido entre oscuros garajes abandonados.

La reurbanización salvaje de esa zona, y las excavaciones, fueron la causa de la pérdida