A Coruña homenajea a un corcubionés

luis lamela

CORCUBIÓN

ARCHIVO DE LUIS LAMELA

Pepe Miñones recibirá este mes, a título póstumo, el nombramiento de Republicano de Honra

05 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Isaac Díaz Pardo decía que en la Galicia de los represaliados del franquismo destacaban cuatro protomártires: José Villaverde, por los anarcosindicalistas; Jaime Quintanilla, por los socialistas; Alexandro Bóveda, por los galleguistas, y Pepe Miñones, por los republicanos.

Y, así es. Pepe Miñones fue siempre un republicano de honor. Por eso, después de 82 años de su criminal asesinato en diciembre de 1936, entre el 10 al 13 de abril próximos, la Comisión para la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña lo pondrá bajo el foco y el ilustre corcubionés ocupará el centro de atención al concederle a título póstumo el nombramiento de Republicano de Honra 2018.

El 10 le ofrecerán un homenaje en la calle que le dedicaron en la ciudad, con presencia del alcalde. En los días siguientes habrá una recepción en la Universidade presidida por el rector y otra en el pleno de la Diputación, lo mismo en el Concello de A Coruña. Y, a las 20 horas del 12, será la presentación oficial del Republicano de Honra 2018 en la Real Academia Galega, en la rúa Tabernas, calle en la que residió el corcubionés. Y, por último, el 13 será la cena de la República en el Hotel Meliá María Pita, en la que entregarán a Pilar Miñones Vilas, hija del homenajeado, el título.

José Miñones Bernárdez, Pepe Miñones (Corcubión 1900-A Coruña 1936) estudió Profesorado Mercantil en A Coruña y Derecho en Santiago, Madrid y Oviedo, participando en la capital de España en las revueltas estudiantiles y ejercía de enlace de su padre -banquero, comerciante, alcalde de Corcubión y oligarca-, con líderes políticos liberales de la época: García Prieto, Romanones, Alonso Gullón...

Inteligente y con gran carisma, en Corcubión y comarca fue un dinamizador social y cultural. Con 20 años fundó la revista Nerio, una plataforma para reavivar la reivindicación del tren de las tres ces -Coruña-Carballo-Corcubión-; aprovechando su condición de corresponsal de varios diarios de A Coruña y de Madrid para reclamar infraestructuras portuarias, mejoras para los pescadores y los agricultores, la creación de cooperativas agrarias, erradicar los foros o dinamizar la industria encajera y mejorar las condiciones socioeconómicas de las palilleiras.

Al trasladarse a A Coruña creó, junto con el secretario municipal Joaquín Martín Martínez, la Escuela Politécnica Matritense de Estudios Superiores, que dirigió, y fue gerente del diario El Noroeste. Fundó los semanarios Región Gallega y Finis Terre, de corto recorrido, y cuando por su profesión se trasladó a Úbeda-Jaen, adquirió el diario La Provincia en trance de desaparecer, reflotándolo para convertirlo en el más vendido de la provincia.

A Andalucía

Su marcha a Andalucía fue para dirigir la constructora del primer trozo de línea de ferrocarril Úbeda-Utiel, de la que la banca familiar formaba parte del consorcio, y aprovechó su estancia para crear la Hidroeléctrica de La Loma, S.A., absorbida en 1968 por Sevillana de Electricidad, experiencia que le sirvió para crear en A Coruña la Electra Popular Coruñesa, S.A., una empresa de tipo sociocooperativo que en 1948 pasó a manos de Barrié de la Maza.

También creó Industrias Harineras de La Loma y una fábrica de refinado de aceite de oliva, entre otras. Al regresar a A Coruña, además de la Electra Popular Coruñesa, que poseía una opción de compra de los lignitos de As Pontes, explotados más tarde por Endesa, creó una industria de carrocerías de autobuses en el norte de la provincia de Lugo, trabajó en un avanzado proyecto de inversión inmobiliaria de lo que fue después la Ciudad Jardín de A Coruña, poseyendo una importante participación en el metro de Buenos Aires, inversiones todas en sectores de futuro y muy diversificadas. En fin, innovación frente al statu quo de la época, de un personaje con un potencial empresarial extraordinario.

Paralela a su labor periodística y empresarial, Miñones desarrolló una intensa actividad política. Primero en el ámbito local -en 1924 le decían que «como orador y como político, fogoso y rebelde, es igual a un himno de marsellesa...»-, y después en el nacional al llegar la Segunda República.

En 1931, residiendo en Madrid por motivos laborales, creó en la Costa da Morte el Partido Socialista Agrario para que sus partidarios acudiesen a las elecciones municipales del 12 de abril. En Corcubión, de 9 ediles logró 6; y anuladas las elecciones y repetidas el 31 de mayo, fueron 8 de 9.

Elecciones

En 1933 se presentó a las generales como independiente con el Partido Radical de Lerroux y sacó acta, pero pronto abandonó la adscripción al grupo Radical por su derechización. En las de febrero de 1936 salió diputado por el Frente Popular, militando en Unión Republicana. Entre otras, defendió en las dos últimas legislaturas la reanudación de las obras y aumento del presupuesto del tren Zamora-Ourense-A Coruña, y del de Ferrol a Gijón; la integración en la Maestranza del personal de la Factoría Naval de Ferrol; los intereses ganaderos gallegos perjudicados con la importación de carne congelada de Uruguay y Argentina. Una lucha para dejar detrás de él un mundo mejor del que encontró al nacer.

En días posteriores a las elecciones de febrero de 1936, en los que hubo conatos de alteración pública en A Coruña, Miñones controló las calles apoyado por otros dirigentes republicanos, y evitó sucesos desagradables y salvó del fuego monumentos del patrimonio histórico-religioso.

Y cuando el 19 de julio de 1936 llegó de Madrid, se presentó en Capitanía para entrevistarse con el general Salcedo y participarle el ofrecimiento de Martínez Barrio y evitar que se sumase a la sublevación, mediando también ante el gobernador civil para relajar las relaciones entre ambas autoridades. Detenido días después por los insurgentes, Miñones entró en un infierno. Empujados los militares por determinados personajes de Corcubión, Cee y Muxía, y un teniente de la Benemérita, gente quizás movida por la envidia, el resentimiento o el odio supurante, fue sometido a un consejo de guerra acusado de «traición a la patria» y condenado a muerte por los que habían cometido ese delito: los sublevados. Fue fusilado en Punta Herminia el 2 de diciembre de 1936, a los 36 años, por defender el régimen político legítimo. Poco después, fusilaron en Ferrol al general Salcedo. Esta es, brevemente, la peripecia vital de un personaje, hoy referencia para los corcubioneses de bien. En fin, todo un orgullo.