Hizo noche en Fisterra para continuar bordeando la costa por Corcubión, Cee (solo dice que hay un arenal y junqueras), pasa el río de Brens y sube por Berroxe, Niñóns (Miñons) a San Crimenzo y Santa Eugenia del Ézaro o do Ézaro (Santa Uxía), sitio que también lo denomina como O Cadoiro. Aquí relata lo siguiente: «Mirando por una encañada al poniente, hay una vista primorosa pues se ve de plano la villa de Finisterre, y todo el promotorio; a la derecha las caídas a la iglesia de Santa Eugenia del Ézaro; en medio, o en la encañada, el sitio Cadoiro, o hacia donde se despeña el río Ézaro; y a la izquierda: la punta del monte Pindo, entre la cual, y la punta de la Piedra de la Galera, en Santa Eugenia, que es la que, con la punta de Ce hacen boca de la ría de Corcubión y Ce, cae o se precipita el dicho río. No pude acercarme a ver como se despeña, pero pasé muy cerca del sitio y me informé, que cae, no haciendo salto o catarata, sino precipitándose y haciendo como cascada y haciendo un pozo de inmensa profundidad y peligroso y levantando uno como monte de espuma y polvoreda, pues el Ézaro lleva muchísima agua».
Continúa el viaje hacia Muros cruzando el río Xallas por A Barca dos Cregos, pasando por el lugar de Eugilde (Enxilde) donde hace el siguiente comentario: «Al mediodía se ve de frente el monte Pindo, el cual es un monte empinado, como sierra, cadena o retablo de montes unidos que hacen a la vista una figura más hermosa que la montaña de Monserrate y creo que será antiguo, y que se le habrá puesto a imitación del Pindo de la Grecia. Representa a la vista uno como coro de las musas, representadas en nueve collados distintos y muy escarpados; y en el medio se eleva sobre todas una montaña más alta como la Bicípite o con dos collados. A la derecha del que mira hay cinco collados, o cinco musas, y en la cumbre de uno de ellos, que representa una mámula o teta, y mira hacia el despeñadero del Ézaro, se eleva un antiguo edificio y oí decir a un rústico, que era a imitación de la Torre de Hércules de La Coruña, y que había allí ruinas de edificios, jardines, calzadas, etc. todo de sillería. Acaso sería faro, y así se debía registrar de más cerca». Aquí finalizamos el relato que nos dejó este importante personaje. En pago, a quien corresponda, se deberían plasmar sobre el terreno con una reseña, estatua, imagen o placa en el Mirador de O Ézaro.