Condenan por narcotráfico a 15 años a un exsargento de Corcubión

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

CORCUBIÓN

MARCOS RODRÍGUEZ

La Audiencia Nacional impone 10 años al vecino de Cee que le hacía de correo

23 ago 2016 . Actualizado a las 07:49 h.

La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha condenado al excomandante de puesto de la Guardia Civil de Corcubión, José Álvarez-Otero Lorenzo, a 15 años y seis meses de prisión por un delito de tráfico de drogas relativo al desembarco frustrado de 2.718 kilos de cocaína del mercante S Nikolay, interceptado por la Policía Nacional en agosto del año 2012. Al exsargento, un personaje muy conocido en toda la Costa da Morte por el número de años que mandó el cuartel corcubionés, la sentencia, en la que ejerce como ponente el magistrado Enrique López y López, le aplica el agravante de funcionario público, pero no así el de jefatura de la organización criminal, solicitado por la Fiscalía, que pedía para él 22 años y medio de prisión, al considerarlo también responsable de otro delito de depósito de arma de guerra. Asimismo, el tribunal le fija una multa de 1.800 millones de euros, junto con la inhabilitación absoluta y la privación definitiva de su empleo como guardia civil.

Además, entre los 31 imputados, dos de ellos ya fallecidos, entre los que hay miembros de la trama colombiana, proveedora de la cocaína, y de la organización búlgara que la iba a distribuir, destaca la condena a 10 años de Francisco José Lema Linares, un vecino de Cee de origen venezolano, que según los jueces le hacía de correo al suboficial, para evitar que a este se le relacionase directamente con el resto de narcos.

La función de Otero en la organización, según ha quedado probado en la sentencia, que es susceptible de recurso -de ahí que él siga libre después de su estancia en prisión provisional-, era de garantizar la seguridad de la operación. Valiéndose de su conocimiento de la zona y de la manera de actuar de las fuerzas de seguridad locales, tenía que ocuparse de que la droga fuese descargada sin interferencias en la costa gallega, probablemente en algún punto de la zona de Muxía. Unos favores que había acordado con los búlgaros a cambio del pago de 180.000 euros, una cantidad que dentro de esta operación podría considerarse insignificante, teniendo en cuenta los más de 436 millones de euros que iba alcanzar la cocaína distribuida por Europa.

La operación, según el relato que hicieron los testigos policiales durante el juicio oral, empezó a fraguarse ya antes del verano del 2012 y estaba relativamente bien planeada. El mercante búlgaro Burgas, al que cambiaron el nombre por el de S Nikolay e incluso repintaron para despistar a las fuerzas de seguridad, recibió la droga en alta mar frente a las costas latinoamericanas y la trasladó hasta las proximidades de Cabo Verde, donde navegaba con rumbo errático y los dispositivos de identificación apagados, a la espera de encontrarse con la embarcación que la iba a llevar a tierra, con la que iba a encontrarse en unas coordenadas ya muy próximas al litoral gallego.

Sin embargo, el dispositivo policial integrado por la UDYCO-Central, UDYCO Coruña y GRECO-Galicia, que contaba con información de la DEA y contactos con las autoridades búlgaras, conocía casi al detalle todo lo que se estaba moviendo. Los investigadores pincharon teléfonos, hicieron seguimientos, instalaron equipos de rastreo por GPS en alguno de los vehículos utilizados e incluso fueron testigo de varias reuniones de los narcos en Castilla y León, en Muxía, en Vilagarcía, en un descampado próximo a El Corte Inglés de Santiago y en el pub Palacín de Cee, propiedad de la familia del exsargento. De ahí que el Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional, a las 22.06 horas del 13 de agosto, pudiese abordar el barco, desde el patrullero de altura Vigía e incautarse de la droga, que fue desembarcada y analizada días después en el puerto de Cádiz.

Al margen de las referencias a él, como «el pelosblancos» o «el jefe calvo del bar» detectadas en las grabaciones, la citada reunión del Palacín, la noche del 2 al 3 de agosto, entre Otero y representantes de las organizaciones colombiana y búlgara, resulta crucial para su involucración en la trama. De ahí que la defensa se afanase en desmentirla con testimonio de parte, incluido el de un guardia civil, que, en cierta medida, resultaron contradictorios entre sí y no sirvieron, a ojos del tribunal, para desmontar los datos de los investigadores.

Aunque no pudieron entrar en el local para no ser descubiertos, los policías sí certificaron la coincidencia dentro de los narcos y el exsargento, además de otros muchos indicios que los conectan.